viernes, 17 de febrero de 2012

Remienda tus velas, toma las riendas de tu navegación, ponte en movimiento perdonándote, perdonando.

Curiosidades del cuerpo humano, dicen que una sonrisa que brota del alma de una persona moviliza todos los músculos de la cara. Una sonrisa fingida moviliza la mitad. Un rostro serio paraliza dos tercios de los músculos y el enojo inmoviliza la totalidad de la musculación.


Hace unos años tuvimos la gracia de conocer a un Coreano que nos acompañó en un taller de comunicación. Un ser humano muy positivo que trasmitía energías de vida. Desde niño tenía una parálisis facial en el costado derecho de su cara, que abarcaba el ojo y el labio debido a travesuras de la niñez. Lo sorprendente de todo esto era que su alegría superaba su problema físico, ninguno de los presentes nos dimos cuenta de su rostro paralizado debido a su continua sonrisa.
Sin embargo todos conocemos personas con un rostro sano físicamente, pero con parálisis parcial o total en su rostro. Hay personas con un rostro triste, otras con un rostro amargado, de miedo o enojo.
Cuando escuchamos las experiencias de vidas de estas personas entendemos su rostro sin alegría. Toda tristeza, amargura, miedo o enojo tiene un porque más o menos real. Por lo tanto la comprensión es la primera actitud en la relación.

El texto bíblico de este fin de semana nos presenta a un paralítico impedido de acercarse a Jesús por su propia cuenta. Unos amigos lo apoyan para que se de el encuentro, pero la gente que estaba más cercana a Jesús lo impedía. Estos amigos se las ingenian y provocan el encuentro entrando por el techo. Jesús mismo se maravilla de la fe, la genialidad de estas personas para superar las dificultades hasta lograr su propósito. Y el paralítico recupera su movilidad cuando se siente perdonado, siendo invitado a cargar con la camilla que antes lo conducía.... ( Marcos 2, 1-12)

Nuestro amigo Coreano en aquel taller nos dijo « nuestra vida es como el navegar de un pequeño velero. Para todos habrá tiempos de tempestad, de calma con vientos en contra o a favor. La diferencia no está en lo exterior, la diferencia del rumbo de nuestro barco se da en el manejo de nuestras velas, que son nuestra voluntad, sexualidad, libertad, corporeidad y relación con los demás. Si nuestras velas son manejadas por los vientos exteriores, nuestro rumbo dependerá del clima exterior. Si somos capitanes de nuestro barco en momentos pondremos las velas en alto y en otros momentos las protegeremos. Por supuesto que hay que tener un sentido en la vida incluso cuando no se vea ningún faro ni la costa a la cual queremos acercarnos. Los grandes navegantes más de una vez han tenido que remendar sus velas... Quizás ésta es el centro de la buena noticia de Jesús hoy: remienda tus velas, toma las riendas de tu navegación, ponte en movimiento perdonándote, perdonando.
Hay personas tan paralizadas que necesitan una mano para desamarrarse, apoyémonos unos a otros para que los músculos de nuestra cara y corazón se movilicen en su totalidad desde una experiencia interior de liberación.

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