Entrevistamos a Beto: Nuestro obispo, uno de los 3.000 uruguayos que estuvo en el acontecimiento de la Jornada Mundial de la Juventud en Brasil, junto a los 3 millones que participaron de todo el mundo.
- ¿Que te impresionó de los jóvenes?
- Nunca deja de impresionarme como los jóvenes, en estos acontecimientos, ponen buena cara al mal tiempo. Tuvimos mucho frío, viento y lluvia; también dificultades de transporte y algunas incomodidades de alojamiento, pero nada de eso hizo perder la alegría y la apertura al encuentro con los otros. Son muchas horas de compartir, de conversar, de estar con los demás.
Las JMJ tienen momentos muy animados, con cantos, con frases coreadas por todos, con movimientos colectivos... pero más que eso, me impresionan los momentos de silencio. No son muy prolongados, pero esos minutos de meditación después de la homilía y acción de gracias después de la comunión son un silencio muy fuerte: el silencio, en Río, de tres millones de jóvenes... todas las voces se apagaron y oíamos a lo lejos los ruidos de la ciudad y al lado, el batir de las olas en la playa...
Sin embargo, tengo la convicción de que no será así. Los jóvenes vivieron una jornada muy fuerte. Superaron más adversidades que otras veces. Escucharon con silencio y atención las palabras de Francisco. El Papa no se limitó a entregar su mensaje, sino que invitó a la reflexión, al encuentro consigo mismo delante de Dios y de los hermanos. Dejó preguntas para seguir pensando, buscando respuestas. Propuso caminos. Llamó a un compromiso auténtico, personal y comunitario.
Sus mensajes no fueron dirigidos únicamente a los jóvenes. Estamos ante alguien que busca cada día escuchar la Palabra de Dios y ponerla en práctica, y nos pide que hagamos lo mismo. Los laicos y laicas adultos, las religiosas, los diáconos, presbíteros y obispos recibimos también mensajes para nosotros: especialmente escuchar a los jóvenes. Dedicarles tiempo: en el confesionario, en el acompañamiento espiritual, en toda ocasión que se presente.
A todos nos queda mucho para meditar, rezar... ¡y poner en práctica!
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