Luego de despedirnos con Karen y Dardo, al bajar en la ruta 1 parecía que el mundo se había propuesto escribir la palabra FIN.
Aún a riesgo de volar literalmente regresaba feliz de haber pasado un domingo con tanta gente linda.
Una mañana de reencuentros con amigos, de encuentros con otros que hasta ese momento eran solo nombres o fotos pero que al vernos nos reconocemos de algún modo y ese volver con el recuerdo de nombres y testimonios que quedan pendientes para futuras ocasiones.
Llegar a un lugar y poder decir nuestro nombre y alguna que otra cosa para pasar a formar parte del todo es algo verdaderamente revolucionario. ……. (Me integre el domingo ala mañana)
Libertad…. poder ser uno mismo para los otros es el misterio de la fraternidad. Los colibríes no necesitamos acreditaciones y alcanza solo con decir …………”ESTOY ACÁ para compartir , para conocer sus caminos, para redescubrir en el conjunto de testimonios, nuestra propia vida.
El dialogo inmediato, franco, sin vueltas, sin esconder nada porque prima el respeto y el encuentro de una diversidad que forma ese bello vuelo multicolor…………..como el colibrí.
Y entonces nace esa esperanza y sueño retroactivo de creer que así habrán sido las primeras comunidades cristianas: ese empuje para conocer los hechos y enseñanzas de Jesús, el compartir el pan y lo que jamás faltará….masticar la Palabra, que es lo que nos une a todos para entonces celebrarla con emoción y la alegría que nunca debemos abandonar, aún en el dolor o en las cicatrices que forman parte de nuestro caminar.
Decir sí a cada encuentro, aún no estando y cuando estamos llevando en el corazón a los que no están es parte también del misterio.
Vuelvo a mi lugar, a seguir con las luchas diarias por una sociedad más unida y justa desde mi pequeño mundo con un canto de esperanza más fuerte, más caluroso.
Y también un sueño que quiero compartir con todos.
Sueño con poder algún día, de la misma forma que hace un tiempo arrancamos a conocer la diversidad de Bolivia y solo lo hicimos en parte, podamos volar hacia la tierra del gran profeta santo de América, “El Salvador”.
Allí, sé que nos está esperando otro despertar. Lo sé y estén todos tranquilos que con nosotros viajarán todos los colibríes en nuestras mochilas.
Por ahora, es solo un sueño y es el gran deseo que Dios acompañe este profundo sentir.
Doy GRACIAS A DIOS por estos encuentros y por TODOS USTEDES.
Abrazo apretado Raquel - desde Colonia- Uruguay
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