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En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad para expulsar toda clase de demonios y para curar enfermedades. Luego los envió a predicar el Reino de Dios y a curar a los enfermos. Y les dijo: “No lleven nada para el camino: ni bastón, ni morral, ni comida, ni dinero, ni dos túnicas. Quédense en la casa donde se alojen, hasta que se vayan de aquel sitio. Y si en algún pueblo no los reciben, salgan de ahí y sacúdanse el polvo de los pies en señal de acusación”. Ellos se pusieron en camino y fueron de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio y curando en todas partes. Lucas 9,1-6
En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad para expulsar toda clase de demonios y para curar enfermedades. Luego los envió a predicar el Reino de Dios y a curar a los enfermos. Y les dijo: “No lleven nada para el camino: ni bastón, ni morral, ni comida, ni dinero, ni dos túnicas. Quédense en la casa donde se alojen, hasta que se vayan de aquel sitio. Y si en algún pueblo no los reciben, salgan de ahí y sacúdanse el polvo de los pies en señal de acusación”. Ellos se pusieron en camino y fueron de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio y curando en todas partes. Lucas 9,1-6
La ejecución de la misión…..Y ellos fueron. Y
estuvieron entre nosotros, Gonzalo, Erik, Nair, Flor, Maribel, Mailen, Maribel
Rebollo, Nancy, Cristina, Marcos, Wilber, Marcelo Marquesa, Richard,
Rosa. La misión involucra la sencillez del ser humano.
La profunda fe que debe tener el misionero al proclamar la palabra con la vida con la llegada, con el compartir, es la confianza en Dios y no en sus propios medios, sabiduría, etc., etc., etc... Esa fe que nos exige también el desapego de las comodidades, acomodarse a las realidades de donde se llega a lo poco a lo que hay, tiempo, colchón duro, al ambiente, realidades…… ese adaptarnos, una actividad marcada por la libertad de las ataduras de las comodidades, con la esperanza de que Dios proveerá todo aquello que necesitemos en ese estar, en esa interacción, experimentamos la necesidad de desprendernos de todo lo que no es.
Jesús nos dice que no llevemos nada para el camino: ni morral..., confianza más en la Providencia, que seamos personas siempre dispuestas a dar, llevando humanidad en el corazón y calor en las manos, para estar siempre dispuestos a abrazar la acogida que ofrecen las personas que llegan a nuestro encuentro, esas personas que acogen nuestra acogida.
La misión es una actividad de diálogo,… de la palabra, de la música, de los instrumentos, del mate, del baile, la comida en la mesa, ese ágape en abundancia, donde se da lo mejor de sí y se está dispuesto a escuchar, recibir e integrar la realidad de cada comunidad, de cada persona, porque existe un proyecto en común, que se adaptan a cada comunidad de acuerdo a nuestras realidades, de entrega, de búsqueda, de vacío, de alegría, de tristezas, de recuerdos y de compartir.
La profunda fe que debe tener el misionero al proclamar la palabra con la vida con la llegada, con el compartir, es la confianza en Dios y no en sus propios medios, sabiduría, etc., etc., etc... Esa fe que nos exige también el desapego de las comodidades, acomodarse a las realidades de donde se llega a lo poco a lo que hay, tiempo, colchón duro, al ambiente, realidades…… ese adaptarnos, una actividad marcada por la libertad de las ataduras de las comodidades, con la esperanza de que Dios proveerá todo aquello que necesitemos en ese estar, en esa interacción, experimentamos la necesidad de desprendernos de todo lo que no es.
Jesús nos dice que no llevemos nada para el camino: ni morral..., confianza más en la Providencia, que seamos personas siempre dispuestas a dar, llevando humanidad en el corazón y calor en las manos, para estar siempre dispuestos a abrazar la acogida que ofrecen las personas que llegan a nuestro encuentro, esas personas que acogen nuestra acogida.
La misión es una actividad de diálogo,… de la palabra, de la música, de los instrumentos, del mate, del baile, la comida en la mesa, ese ágape en abundancia, donde se da lo mejor de sí y se está dispuesto a escuchar, recibir e integrar la realidad de cada comunidad, de cada persona, porque existe un proyecto en común, que se adaptan a cada comunidad de acuerdo a nuestras realidades, de entrega, de búsqueda, de vacío, de alegría, de tristezas, de recuerdos y de compartir.
Los que acogemos al misionero que llega, dándonos su tiempo, sus vacaciones, su
tiempo libre, su entusiasmo y su esfuerzo para conocer lo más importante, su
vida. Esos encuentros son un buen momento para reflexionar en todo lo que nos
da la vida y ver; qué aportamos nosotros a cambio? que podemos dar de lo que
recibimos?, quien va, va porque confía en las personas y piensa que va a
ser recibido. Con actitud de hacer partícipe de esas vidas desconocidas, con
miras a conocer, confiar en el compartir espontaneo, en esa comunión de la
mesa, El Reino de Dios acontece y se hace presente cuando las personas estamos
motivadas por la fe, y ellos deciden convivir en comunidad para así testimoniar
a todos que Dios es, y que nosotros somos.
Un abrazo grande Colibríes, Dios nos bendice siempre.
Con cariño Mirtha.
Desde el Chaco Boliviano
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