domingo, 26 de julio de 2015

La manera de actuar de Dios en el mundo, es desde los más pequeños,

LA RELIGIOSIDAD EN TIEMPOS DE JESÚS, estaba centrada en la peregrinación al templo de Jerusalén, santuario para encontrarse con Dios y el cumplimiento de la ley. De todas partes por lo menos una vez en el año todas las personas religiosas, en búsqueda y curiosos se organizaban en caravanas para ir a ese lugar. Jerusalén era una ciudad con un gran poder económico y por supuesto que los circos, prostíbulos, posadas y negocios, se veían fortalecidos por este lugar de Dios cercano a ellos.

Jesús nacido en Belén, la población más pequeña de la región. Creció y maduró en Galilea donde nada bueno podía salir de ahí… Eligió ser trabajador manual. Vivió la religiosidad de su familia, de su Pueblo. Peregrinó como los demás hasta el santuario de Jerusalén.

Hoy en día mucha gente sigue ofreciendo o consumiendo distintos lugares materiales donde se puede ir para encontrarse con algo casi mágico, lugar de milagros, sanación, prosperidad… Dentro de distintas espiritualidades e incluso dentro de nuestra misma Iglesia Católica.

EL TEXTO BÍBLICO DE HOY nos presenta a Jesús con sus discípulos y discípulas atravesando el mar de Galilea. Recordemos que el mar, hacía también referencia al mal, por lo tanto nos presenta a la pequeña primera Iglesia andando por ahí… y lo seguía una gran multitud. Jesús subió a una montaña y se sentó allí con sus discípulos. Tuvo que hacer un esfuerzo físico, y la comunidad también, para sentarse en ese lugar menos fértil y rocoso. Se acercaba la Pascua, celebración central de la religiosidad Judía. Donde la ley decía que había que peregrinar hasta el Templo Santo. Mientras Jesús en Galilea había armado campamento a la intemperie.

Jesús le dijo a uno de sus discípulos ¿Dónde compraremos pan para darles de comer? El decía esto para ponerlos a prueba, porque sabía lo que iba a hacer. Y el discípulo le respondió que ni con mucho dinero se podría darles de comer. Otro dijo que había un pequeño que tenía cinco panes y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente? 

Jesús les dijo “háganlos sentar”. Entonces los que estaban en carros o caballos y los que estaban parados, todos tuvieron que sentarse en el suelo, al igual que los enfermos, los ancianos que ya lo estaban. Quedando todos al mismo nivel. Eran unos cinco mil varones, acompañados de las mujeres y los niños. Jesús tomo los panes y los pescados los bendijo y los distribuyó a los que estaban sentados. Dándole a todos los que quisieron. Y se dio el milagro cuando alguien comparte lo poco que tiene, toca el corazón de todos y cada uno sacó lo que llevaba en el bolso para él y su familia, lo puso en común, comieron todos hasta saciarse y sobró. Nada se desechó.

 Al ver el signo que Jesús había acabado de hacer la gente decía “este es verdaderamente el profeta que debía venir al mundo”. Jesús sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez a solas a la montaña. (Juan 6, 1-15)

LA RELIGIOSIDAD CRISTIANA es seguimiento, es encuentro con la persona de Jesús. Quien no se manifiesta de manera mágica, ni les pide a sus discípulas y discípulos más cercanos que sean magos. La manera de actuar de Dios en el mundo, es desde los más pequeños, la clase media, que apenas tiene el pan y los peces suficientes para ellos. Esto puesto en manos de Dios, bendecido por Él y creando una organización inclusiva, en pequeñas comunidades, mueve los corazones y despierta la solidaridad, produciéndose el gran milagro: que todos se alimenten del pan y los abrazos que necesitan. Unos están llamados a compartir el pan, otros sus pescados y otros su servicio: la música, la presencia... Jesús nos deja también el testimonio y la propuesta que después de lo comunitario hay que saber retirarse a solas, para no creerse el rey, ni dejarse proclamar.

En la soledad se puede saborear, masticar lo vivido, poniéndolo en manos de Dios padre y madre, interiorizándolo para que se haga carne en nosotros. Ese pan y esos abrazos compartidos en ese momento de familia grande, donde es muy palpable la presencia de su Espíritu, será el alimento que nos mantendrá en el seguimiento cuando sus huellas no sean tan visibles, cuando el pan no sea compartido, cuando se siente el frió de estar a la intemperie sin abrazos… en medio del mundo como levadura, atentos y dispuestos a compartir nuestros panes y peces recibidos cuando Dios quiera hacer otro signo, que anticipa lo que será la vida eterna.
Nacho

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