En estos días vinimos como tierra, aquí encontramos la semilla del reino…
"Caminante son tus huellas el camino y nada mas,
caminante no hay camino, se hace camino al andar…"
Como misioneras fuimos servidas, amadas, y libres.
Aquí nos sirvieron en todos los aspectos: físicos, espirituales.
Nos alimentaron con variados y diversos menús.
Nos prepararon dormitorios individuales con todo lo que necesitamos. Esto facilito nuestra libertad en cuanto a horarios para: higienizadnos, levantadnos, descansar.
Alimentaron nuestras almas con la oración de Laúdes y la Lectivo Divina Compartidas. Regándonos mutuamente en el manantial de vida que es el Señor.
Nos brindaron confianza en casa: sintiéndonos hijas, hermanas, aprendices, compañeras de camino y de misión.
Nos apoyamos en la tarea del hogar, actuando todos en todas las tareas.
Nos integramos y compartimos la planificación de las actividades que realizaríamos con los jóvenes en cada encuentro. Esto nos habría a la diversidad en las propuestas y fortalecía nuestros conocimientos, nuestras esperanzas, nuestros entusiasmos.
Vivimos la participación permanente de los jóvenes, rescatamos su llegada media hora antes y su disposición ante las propuestas que hicimos.
Entre todos pudimos llegar a una unidad, más allá de la diferencia de edades. Logramos intercambiar juegos, alimentos canciones, vivencias, sueños, oraciones.
Entre entusiasmos y risas estuvimos abiertos a la comunidad y la comunidad estuvo abierta a nosotros.
En el actuar día a día con los jóvenes, nos apoyo mucho Estela. Esto para nosotras fue muy beneficioso ya que aporto conocimientos y enseñanzas a todos.
Los lugares donde interactuamos cómodos, amplios, acogedores
Tuvimos el apoyo de la radio, el cual fue ideal para compartir experiencias misioneras y transmitir avisos de nuestros encuentros, de nuestras celebraciones.
Quizás deberíamos haber salido al encuentro, a la búsqueda de más jóvenes mayores de quince años.
Conocer en forma más profunda la familia de nuestros jóvenes, para compartir con ellos también nuestra fe.
Estamos felices y muy agradecidas de haber estado en Charqueada, de haber sido recibidas por tod@s los miembros de esta comunidad, por acompañar en los encuentros de jóvenes que dieron origen al grupo."Los discípulos de la Charqueada."
Agradecemos también a monseñor Heriberto quien nos confió su apoyo. Estamos felices de servir al Señor en nuestros hermanos y como dice el autor:"El fin de una etapa es solo el comienzo de otra al Espíritu que nos guíe e ilumine para seguir acompañándonos en la construcción del reino del que somos parte.
Agradecemos a la Comunidad de Río Branco y al P. Nacho, que confió en nosotras y nos alentó, para que diéramos este paso y realmente esta experiencia quedará grabada en nuestra memoria
Lucia y Maria
Lucia y Maria
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