"Somos más, ya no les creemos, hemos
empezado a liberarnos
de los que han administrado nuestros sueños."
Las luchas recientes de los jóvenes,
me encuentran como pocas veces sintiéndome orgulloso y a la vez admirado de
muchas cosas que se están sucediendo en varias partes del mundo, en cierta
forma hasta me parece estar reviviendo historias que alguna vez escuchamos de
nuestros padres y abuelos de los años 60, salvando algunas diferencias y los
avances técnicos, pero quizá no tanto la búsqueda de un mundo más humano.
Estamos indudablemente ante algo
nuevo, un cambio de época dirán algunos, como quiera que sea, son tiempos que seguramente
alguien tendrá que estudiar en un libro de historia, en algún tiempo. Ojala que
incluya un capítulo describiendo el fin de este sistema donde el lucro es el
objetivo más último y donde la democracia es solo una palabra linda.
El sistema capitalista se cae estrepitosamente
y nunca faltan quienes trataran de impedirlo. Ellos son pocos, aunque
pretenderán hacernos creer que somos todos, cuando está claro que es solo una élite
la que sale beneficiada, por eso no tiene que haber piedad hacia este régimen cada
vez más elitista. Sean cuales fueran los cambios que se logren, ya nos dimos cuenta
de que es insostenible, la juventud un poco dormida durante estos años vuelve a
despertar, porque ya no nos comemos la pastilla del consumo, porque ya sabemos
que la felicidad que promete no es tal y que no se puede comprar. Y los adultos,
contagiados de ese entusiasmo masivo increíble, se suman a esta lucha contra
algo que nadie quería pero tampoco nadie arriesgaba a cambiar.
La juventud, como siempre,
incomoda a los adultos. Será porque no hay forma fácil de amenazarlos con
bajarles el sueldo o aplicar recortes que podrían repercutir en sus hijos, o
porque el joven es de por sí mucho más arriesgado y apasionado. Por eso la
juventud es el presente más latente y más vivo en todo tiempo, es la impulsora
de los cambios más profundos y estructurales en toda sociedad.
Quizás por eso, “la demonización
de esta juventud "incontrolable" parece ser el único camino para
explicar las causas de tantas manifestaciones en las calles”, como diría
Leonardo Alberto. Las rebeliones en el mundo árabe, las manifestaciones
estudiantiles en Chile, los indignados en España, las manifestaciones en
Londres (de las cuales se muestra solo la parte violenta y no el mensaje
principal) y tantos otros lugares que ni siquiera nos enteramos porque seguramente
son acallados por los medios del país más capitalista.
Y en esta oportunidad tan latente
para cambiar de sistema, veo al Papa en Madrid sentado invitando a los jóvenes
a acercarse a su Iglesia. Como si esos jóvenes estuvieran perdidos y
derrochando su futuro, como si la búsqueda de la justicia social fuera la
verdad menos evangélica. Todo lo contrario, esos indignados están unidos más
que nunca por vivir un futuro más comunitario, menos desigual, y seguramente no
para ellos, sino para los que vendrán después. Contrario a lo que dice el Papa,
me quedo leyendo a Alberto Hurtado (si de chilenos hablamos), que al parecer
mucho no decía sentado, y apostó su vida para acercar la iglesia a los jóvenes
y no tanto al revés.
La pasada Jornada Mundial de la
Juventud en Madrid, fue para mí, una gran oportunidad perdida. Perdimos una chance
increíble de decir cosas, de mencionar que no estamos en contra de los demás
movimientos, que estamos comprometidos con sus luchas y formamos parte de un mismo
aquí y ahora, de expresar como queremos realmente los jóvenes acercar la
iglesia a otros jóvenes, de que el cambio de sistema debe afectar también las
columnas más sólidas de la Iglesia. Perdimos la gran oportunidad ante el mundo en
los pocos instantes que tenia puesta su mirada en nosotros, y principalmente no
por la masividad del evento, sino por toda la polémica que sucedió alrededor.
Porque no es cierto como se suele
excusar, que los jóvenes no estemos comprometidos con la historia, los
indignados son jóvenes, los estudiantes en chile son jóvenes… La juventud
quiere ser escuchada, y siempre es la juventud la que pone en jaque al sistema,
porque "no son anti-sistema sino que el sistema es anti nosotros".
Decía Martin Luther King:
"hay cosas en este mundo que me hacen sentir orgulloso de ser un
inadaptado, ya que nunca me adaptaré a este sistema de segregación racial,
nunca me adaptaré a la intolerancia religiosa y por sobre todas las cosas jamás
intentaré adaptarme a estas condiciones económicas que privan a las mayorías de
sus necesidades más básicas para que unos pocos vivan en el más escandaloso de
los lujos".
No quiero terminar sin decir que tenemos
un compromiso con alguien, quizás parte de la generación que viene, que nos preguntará dentro de no mucho: "¿Y vos dónde estabas en ese momento?"
¡No nos adaptemos!
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