viernes, 7 de septiembre de 2012

Cardenal Martini "Coloquios nocturnos en Jerusalén" (Editorial San Pablo).




Es con alegria que te mando esta fotografia del gran Cardenal Carlo Maria Martini. Nos encontramos en Jerusalen, nos dio una charla y nos explicó el motivo de su permanencia en Jerusalen. Fue mi padre espiritual cuando estaba en Roma......El venia cada mes a darnos un retiro....... decía que venia a aprender. Yo lo iba a buscar al Centro bíblico, porque en alquel entonces era rector. Será grande este hombre de Dios y de gran diálogo. Cuantos recuerdos!!!!!!!!! Soy una privilegiada porque en mi vida he tenido siempre directores espirituales como el padre Anastasio Ballestero, cardenal de Turin. El cardenal Saldarini, que frecuentaba nuestra casa de retiro espiritual en Brescia, y escribio el libro sobre ISAIAS.... Curso que ha hecho en nuestra casa....... Pero con el Cardenel Martini tengo un gran recuerdo y gratitud..... Bueno chau hay todavia grandes obispos que valen la pena.

Luigina

Cardenal Martini


Su testamento espiritual lo escribió hace cuatro años en un libro, titulado "Coloquios nocturnos en Jerusalén" (Editorial San Pablo). Claro, directo y divulgativo. Quizás por tratarse de respuestas a las preguntas que, en nombre de los jóvenes, le plantea su amigo y compañero jesuita austriaco, George Sporschill. Y a los jóvenes, como bien sabe el cardenal, no les gustan los rodeos. Quieren claridad y piden audacia. Y por eso, cuando tenía 81 años y estaba ya muy enfermo de parkinson, Martini puso blanco sobre negro lo que muchos jerarcas piensan pero no se atreven a decir públicamente. "Por amor a la verdad", como dice su lema episcopal.

Hoja de ruta para la Iglesia del siglo XXI

    Sin nada que perder y sólo fiel a su conciencia, Martini diseña en el libro la que a su juicio debería ser la hoja de ruta de la Iglesia actual. Para que mire al futuro sin angustia, pero con coraje. Su idea fuerza: "La Iglesia debe tener el valor de reformarse". La consigna suena a desafío en una Iglesia que vive el apogeo de una de las épocas más antirreformistas de su historia reciente. Pero huele a anhelo esperanzado de millones de católicos en todo el mundo. ¿Anti-Papa? "En todo caso, seré un 'ante-Papa', alguien que se adelanta al Santo Padre como colaborador suyo y trabaja para él", explica.

"La Iglesia necesita reformas internas. La fuerza de la renovación tiene que venir desde dentro", asegura el cardenal. Hasta se atreve a poner de ejemplo a Martín Lutero, "el gran reformador" y recuerda que, no hace mucho, "la Iglesia católica se dejó inspirar por las reformas de Lutero en el Concilio Vaticano II".

La Iglesia actual tiene "miedo" y, si Jesús regresara, "lucharía con los actuales responsables de la Iglesia" y "les recordaría que no deben estar encerrados sobre sí mismos, sino mirar más allá de la propia institución". La Iglesia actual tiene que soñar, como sueña el cardenal "con una Iglesia que recorre su camino en la pobreza y en la humildad, con una Iglesia que no depende de los poderes de este mundo", con una Iglesia "que diera ánimos, en especial a los que se sienten pequeños o pecadores", con "una iglesia joven".

Y el cardenal sigue desgranando las cualidades de "su" Iglesia. Y apunta siempre a donde más le duela a la institución. "Una Iglesia sencilla, con menos burocracia". Un Iglesia que vuelva al Concilio, porque "existe la tendencia de apartarse del Concilio" por parte de algunos obispos que "están tentados de regresar a los buenos viejos tiempos".

Y como todo profeta que combina la denuncia y el anuncio, Martini propone reformas concretas. Por supuesto, sin tocar al dogma. Primero, reformas en la estructura. Quiere una Iglesia más colegial y con unos obispos que dejen de estar "atrincherados". Y con el altar, abierto a los curas casados y a las mujeres. "No todos los que están llamados al sacerdocio tiene el carisma del celibato". Y pide a la Iglesia "inventiva". Por ejemplo, "discutir la posibilidad de ordenar a viri probati, es decir a hombres experimentados y probados en la fe y en el trato con los demás".

Y hasta se atreve a abogar por el acceso de la mujer al sacerdocio consagrado. Todo un tabú en Roma. Cuenta, a propósito que, ya en 1990 visitó al entonces arzobispo de Canterbury, George Carey, para "darle ánimos a la hora de asumir ese riesgo, algo que podría ayudarnos también a nosotros a ser más justos con las mujeres". Más aún, a Martini no le duelen prendas a la hora de reconocer que, por eso y por otras muchas cosas, "los hombres de Iglesia tienen que pedir perdón a las mujeres".

Una sexualidad "sana y humana".

    Amén de las reformas estructurales, Martini preconiza cambios doctrinales. Sobre todo en el ámbito de la moral sexual. En busca de una sexualidad que no esté "reservada al confesionario y al ámbito de la culpa". Un sexualidad "sana y humana" o "una nueva cultura que promueva la ternura y la fidelidad".
Algo a lo que no contribuye la Humanae Vitae, la célebre encíclica de Pablo VI que fijó la doctrina sobre la sexualidad de la Iglesia. "La encíclica es en parte culpable de que muchos ya no tomen en serio a la Iglesia como interlocutora o como maestra". Una encíclica por la que "muchas personas se han alejado de la Iglesia". Por eso, pide al Papa que, para "recuperar la credibilidad", "puede escribir una nueva (encíclica) e ir en ella más lejos".

Reconoce, asimismo, con sentido del humor, que por defender la utilización del preservativo, como mal menor, en la lucha contra el Sida, en Brasil le llaman el "cardenal da camisinha", es decir el cardenal del preservativo. O el cardenal que comprende las relaciones prematrimoniales. "Ningún obispo ignora hoy que se da la cercanía corporal antes del matrimonio. Los jóvenes salen de vacaciones y duermen juntos en una misma habitación. A nadie se le ocurriría ocultarlo o plantear problemas al respecto".

Martini infringe otro tabú eclesial al "bendecir" incluso la homosexualidad. "En mi círculo de conocidos hay parejas homosexuales...nunca se me habría ocurrido condenarlas". Y añade, "en la Iglesia hemos de reprocharnos que, a menudo, hemos sido insensibles en el trato con la homosexualidad".

Y ciertos cambios también en la doctrina de los novísimos. Por ejemplo, dice que no puede imaginarse "cómo pueden estar junto a Dios Hitler o un asesino que ha abusado de niños". Aún así, asegura que "existe el infierno, sólo que nadie sabe si hay alguien en él", porque, al final "el amor de Dios es más fuerte". Y para los grandes pecadores está el purgatorio, donde "son sometidos a terapia hasta que se abren y pueden recibir el amor de Dios".

Los consejos de un sabio

     El Martini místico e intelectual ofrece, al atardecer de su vida, una serie de consejos vitales y espirituales. Con la humildad del que reconoce incluso sus "dudas de fe". "Reñí con Dios, porque no podía comprender porqué hizo sufrir a su Hijo en la cruz" y porque "cuando contemplo el mal en el mundo me quedo sin aliento y entiendo a los hombres que llegan a la conclusión de que Dios no existe".

Y del que abre su alma sin complejos. Para declararse un enamorado de la justicia, "el atributo fundamental de Dios". Y pone nombre incluso a sus personajes bíblicos preferidos, que van desde María Magdalena ("un modelo de creyente, porque ama hasta el exceso") a Jesús de Nazaret. Para él, "lo característico de Jesús es el amor a los enemigos" o poner la otra mejilla, es decir "sorprende a tu enemigo y fíjate qué pasa".

Partidario del coraje y de arriesgar, porque "donde hay conflicto arde el fuego" y, porque, además, "la vida me ha demostrado que Dios es bueno". Un Dios al que siente "en las estrellas, en el amor, en la música, en la literatura y en la palabra de la Biblia"

Y no tiene empacho en declararse admirador del Dalai Lama o de Ghandi.

Algunos de sus consejos: "Todo lo bueno puede ser objeto de abuso, hasta lo más excelso". O "hay que aprender a regalar dicha a otras personas". O "el asombro puede llevar a Dios Religión en libertad

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