jueves, 5 de febrero de 2015

PARA ENFERMOS DE SOLEDAD

VER:
En todo tiempo, en todo lugar, hubo enfermedades que amenazaron la felicidad de los grupos humanos. En nuestros tiempos entre otras epidemias está la de “sentirse solo”. A veces viviendo solo en una casa, pero también la soledad envuelve a otros que están agrupados bajo un mismo techo.
ILUMINAR:
Jesús fue siendo reconocido como un hombre que en nombre de Dios sanaba. Y la muchedumbre lo buscaba y quien creía se curaba.
Jesús era un predicador itinerante, que visitaba a los necesitados acompañado por sus discípulos. He aquí una de las causas de algunas de nuestras enfermedades: hemos dejado de visitarnos o lo hacemos con falta de tiempo.
Jesús se acercaba a los enfermos y pecadores, causando escándalo, porque se dejaba tocar y tocaba. Nuestras soledades tienen mucho que ver con la exclusión que hemos recibido, la auto exclusión, o la separación de los que consideramos impuros.
Jesús tenía una gran amistad con el silencio y en la soledad dialogaba con su Padre Dios. En nuestros tiempos el ruido nos acompaña casi toda la vida, desde el nacimiento a la muerte. Y estamos más amontonados.
Jesús más allá de las pocas sanaciones físicas, tenía una palabra, una buena noticia que comunicar que era realmente liberadora del alma. Nosotros estamos bombardeados por noticias trágicas y nuestras palabras repiten el negativismo que se nos impone. (Marcos 1, 29-39)
ACTUAR:
Entonces 
¿Qué nos ofrece Jesús
 para sanar nuestra enfermedad de sufrir por la soledad?
 * Visitar, acoger a  las visitas, ir a la casa de otros, invitar a la nuestra.
* Ser cercanos unos con otros, y permitirnos el sano y gratuito contacto físico.
* Buscar la amistad con el silencio y la soledad progresivamente, para orar personalmente con Dios.
* Elegir alimentarnos de buenas palabras, lecturas, imágenes, saborearlas y compartirlas.
Solo podremos estar bien con el otro, si aprendemos a estar bien en soledad con nosotros mismos. Solo podremos compartir una palabra valiosa, si esta nace de la escucha silenciosa. Solo podremos mirarnos profundamente, abrazarnos gratuitamente desde el alma, si hemos experimentado la mirada, el abrazo del amor. Y para nosotros el amor es Jesús.
Nacho

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