Quien busca en la barra de google la ciudad de Piura en Perú, encontrará imágenes de playa, verano, modelos y sol. Pero basta con escribir en la misma barra de google "pobreza en Piura Perú" para que cambien las imágenes...sobresale una que tiene una gráfica con dos índices: "pobreza", en negro, y "pobreza extrema", en rojo. De allí que las imágenes se siguen mostrando a niños pequeños con platos en las manos haciendo una larga cola para pedir comida. También cambia el paisaje de playa y arena a extensiones enormes de basura. Debemos poner atención a qué realidad queremos conocer cuando miramos. Algunos verán a Piura como lugar turístico y hermoso, otros lo harán desde la pobreza extrema que viven sus habitantes, desde la falta de recursos mínimos para vivir dignamente, desde el no-futuro que tienen miles de almas. A esta segunda realidad eligió viajar Anara de sólo 21 años, estudiante de Facultad de Ingeniería. Como la conozco porque somos compañeros de trabajo, le pedí que nos contara su experiencia al volver.
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Durante
la mitad del mes de Diciembre y el mes de Enero estuve en Perú, en
una ciudad llamada Piura haciendo un intercambio social con una
organización llamada AIESEC. El intercambio se basaba en hacer un
servicio social con niños de escuelas carenciadas en las afueras de
la ciudad.
Al
llegar a Piura, es inevitable notar las diferencias entre las
sociedades uruguayas y peruanas en cuanto a la calidad de vida. El
pueblo es extremadamente religioso y ortodoxo, pero muy poco
ilustrado. No es común que las familias de clase media-baja estudien
más allá del liceo, impensable que terminen una carrera
universitaria. Se habla de que la universidad pública tiene un nivel
muy bajo, por lo que los únicos que tienen la posibilidad a una
educación con un nivel medianamente bueno son los que pueden pagarse
una universidad privada, que puede salir hasta más de U$S 1000
dólares por mes, variando según la carrera. Las carreras que luego
tienen una remuneración mayor, son más costosas.
Durante
todo mi intercambio, nos albergaron voluntariamente a mí y a una
brasilera una familia peruana de clase media. En la casa vivían ocho
personas más; los abuelos, tres de sus hijos y sus respectivos
nietos. La casa estaba en construcción; los abuelos, siendo jóvenes
compraron el terreno, y poco a poco la fueron construyendo.
Avanzaban con la construcción cuando tenían dinero, e incluso con
la cantidad de años que ya habían pasado, no habían podido
terminar de construirla. Los hijos que vivían ahí, nunca lograron
tener la posibilidad económica de irse. Incluso a pesar de
pertenecer a la clase media, no tenían lavarropa, agua caliente en
el baño o un microondas. En comparación con mi realidad uruguaya,
viven una vida humilde, en comunidad, si había, había para todos,
incluyéndonos. Nos trataron como integrantes más de la familia y
nuestro amor y agradecimiento hacia ellos será eterno.
Durante
la mañana, trabajábamos en las escuelas. Éramos 25 intercambistas
trabajando en 4 escuelas que quedaban a unos 15 minutos de la ciudad.
A mí me tocó trabajar en una escuela llamada Ejidos de Huan. La
escuela estaba siendo reconstruida en ese momento, por lo que hacía
8 meses que los niños no tenían un lugar físico real donde
estudiar. Como sustituto el municipio armó un toldo de chapa en la
arena con un montón de sillas apiladas. Esa fue la situación con la
que nos encontramos el primer día con mis otros seis compañeros. No
teníamos salones, materiales, nada. Así estudiaban ellos hace
meses. Sin salones, con los padres llamándolos constantemente para
que hagan ``mandados``, con perros, gallinas y otros animales
interrumpiendo las clases constantemente.
Los
primeros días, teníamos alrededor de 20 niños y simplemente
pusimos unas mesas en semicírculo, pero luego llegamos a tener más
de 50 niños, por lo que era imposible trabajar con todos juntos. Era
impensable dividirlos por edades ya que no teníamos el lugar físico
suficiente, por lo que los dividimos entre los que sabían leer y los
que no. Teníamos chicos de 8 años que no sabían leer y dos chicos
de 10 y 11 años con discapacidades, pero claramente no tenían apoyo
de ningún tipo.
Yo
trabajé específicamente con los chicos que no sabían leer. Ni yo,
ni ninguno de mis compañeros teníamos los conocimientos necesarios
como para enseñarles a leer por lo que optamos por armar clases de
cultura general y un poco de matemática. Hablamos de geografía,
reciclaje, basura, entre otros. El tema de la basura se volvió
fundamental para nosotros, ya que ellos en todo el barrio no tenían
un lugar físico donde tirar la basura, por lo que se armaban
alrededor de todo el barrio montañas enormes de basura (que luego
enterraban en la arena) por donde los chicos caminaban descalzos como
si nada. Armamos campañas de recolección de basura y luego nos
llevábamos las bolsas a la ciudad donde sí teníamos donde tirarla.
El
tema del baño era aún peor. No tenían agua, por lo que no tenían
desagüe, era simplemente un agujero en el suelo, y no es muy difícil
imaginarse lo sucio que era eso. Para defecar, simplemente lo hacían
en la arena, como animales. La higiene era de nuestras mayores
preocupaciones en la escuela.
A
pesar de todo esto, los niños eran...increíbles, no hay otra
palabra. Se notaba lo agradecidos que estaban por que fuéramos, nos
pedían que vayamos los fines de semana también. No dejaban de
abrazarnos y decirnos lo mucho que nos querían. Todos los días
llegábamos y ellos ya estaban allí, esperándonos, nos veían venir
a lo lejos y corrían a abrazarnos. Todo les divertía, todo les
gustaba. Increíbles.
Dejarlos
fue muy duro. Luego de tanto tiempo uno se encariña demasiado y
quiere llevárselos a todos, alejarlos de esa realidad que no se
merecen. Y no es posible. Y ahí es donde entra el enojo ante las
personas que permiten que vivan de esa forma tan lamentable. Cómo se
puede esperar que aprendan lo mismo que cualquier otro niño que vive
en la ciudad? Cómo se puede esperar que salgan de esa realidad en la
que viven? Las condiciones no son las mismas, no se puede esperar
resultados iguales. Solo te queda la esperanza de que alguno de los
más inteligentes tenga la fuerza y constancia de seguir estudiando
para poder formarse y tener algo un poco mejor. Al fin y al cabo
fuimos nosotros los adultos los que más aprendimos. Hoy en día
estando a miles de kilómetros de distancia no puedo hacer nada más
que agradecerles.
Anara Eguren
Muy Linda Reflexión, todo lo que dice acá se vive en la realidad de otros lugares, A mi me toco vivir algo similar en Chile y fue muy lindo y muy duro. Gracias por Compartirlo. Abrazo
ResponderEliminarGracias, por hacernos mirar a nuestros vecinos, tu presencia allí fue mas que un hacer... quizás pueda desencadenar mas encuentros
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