Un aciano despertaba tristeza y curiosidad en el vecindario. Se le había muerto la esposa, y los hijos por razones de trabajo habían emigrado a tierras lejanas. Al anciano se lo veía solo. Mas angustia causaba verlo en silla de ruedas.
Llamaba la atención que cada mañana aprontaba el mate y ubicaba su silla en dirección al naciente. Su mirada acompañaba la salida del sol, hasta que llegaba a lo alto. A la tarde se ubicaba del otro lado de la casa a contemplar el atardecer.
Un día alguien se le acerco y le pregunto que esperaba. El sonriendo dijo – lo mejor. Agregando que cada día faltaba un día menos para el rencuentro con su amada esposas y junto a ella podría acompañar a sus hijos por donde anduvieran.
El joven siguió preguntando: – Y qué sentido tiene la espera?
Pregunta que despertó la carcajada del anciano. El cual parece que hacía tiempo esperaba esta pregunta. Lo invito a acercarse y sentarse para decirle:
- La espera en esta silla de ruedas tiene dos sentidos profundos, uno para ti y otro para mí.
Mi espera quiere decirte a ti que no es el hacer lo central de la vida. Estar vivo y de manera consciente es el don más preciado en este mundo. Ojala tu sepas valorar y agradecer por estar vivo. Disfrutar y agradece por la vida que te rodea.
A mí me dice lo que siempre busque: poder amar sin poseer, poder creer sin ver. Estoy feliz del camino recorrido, de las opciones de vida ante lo bueno y lo adverso. Soy un hombre que desde que sale el sol hasta que se oculta sigo amando sin que nadie esté a mi lado por obligación o a la espera de una herencia.
El sol que sale para todos, en todo lugar de esta tierra, me permite creer que por medio de él, llego al principio y final de toda la vida, por medio de él, puedo acompañar a los que están lejos geográficamente.
Soy un hombre que se siente amado, por eso recibe el regalo de la vida. ¿Qué mas pedir? Hay otros que tienen un poco más que yo y les falta lo principal: la alegría de vivir, el sentido profundo de la vida, que es vivir para amar… aunque el amado, la amada no esté a la vista.
El joven sintió admiración por el anciano y tristeza por si mismo… Entonces recibió estas palabras:
Hay que disfrutar de la fiesta de la vida, hay que construir con otros espacios de encuentro, de alegría, solidaridad y sueños. Pero también hay que crear amistad con la soledad. Ella siempre llega y si no la tenemos como amiga nos inquieta, nos molesta. Cuando ella llega como amiga, nos hace disfrutar de todos los buenos encuentros ya vividos, con ella los volvemos revivir, disfrutar y agradecer. Podando con el perdón, lagrimas y risas algunos equívocos personales y de otros. La soledad es como la noche, oscura, pero para quien tiene fe en que somos amados, cree que en la soledad nace un nuevo amanecer. El mejor.
Nacho
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