El
último día de la misión fue un día extenso y lleno de las obras
maravillosas de Dios. Algunos comenzamos en la radio con la
celebración de la Palabra de Dios: Pablo, Judit y Diego, más los
que nos escuchaban. Luego de comentar algunos pormenores de la misión
que llegaba a su fin y comentar la posibilidad que tuvimos los que
estábamos lejos de seguirla a través de los medios de comunicación,
nos fuimos introduciendo en la fiesta del día: la Sagrada Familia.
El Evangelio leído fue el de Lucas
2, 41-52 donde se resaltaba el crecimiento de Jesús, no sólo como
hijo de Dios, sino como un niño humano. En el comentario insistimos
en la importancia de la familia en la crianza de los niños, el papel
de la familia en la transmisión de la tradición y de los valores
comunitarios. Todo lo dicho estaba enmarcado por la misión que
compartimos y por el acontecimiento que se venía: el casamiento de
Ana y Santiago.
Mientras
eso, Nacho celebraba la Misa con la comunidad de la Inmaculada. Al
terminar nos juntamos todos y nos fuimos a la misa de la capilla de
San José Obrero. Allí tuvimos dos lindos testimonios misioneros: el
de una religiosa nicaragüense que vino a pasar su Navidad con
hermanas de su comunidad a quien cuidar en momentos de enfermedad, y
el de Carmen y Waldir, que testimoniaban la experiencia de recibir a
misioneros en su hogar. Hermosos momentos de comunidad donde Dios
habla a través de los hermanos y hermanas. Los misioneros nos
sentimos honrados cuando nos invitaron a colaborar en la liturgia de
la celebración. Lindo fue también, sobre el final, el pedido de una
señora que nos pedía palabras de aliento para otra persona de la
comunidad. Ese cuidado entre hermanas es lo que construye la
comunidad parroquial.
A
la hora del almuerzo nos repartimos según diferentes motivos pero
para luego volvernos a juntar en la última misa de la misión, en
pueblo Dragón, o Plácido Rosas. Unos fuimos en ómnibus y otro en
auto. Al bajarnos en la ruta caminamos un rato por calles de tierra
bajo un sol de las 14:30 hrs que se hacía sentir. Pero ni el calor
nos frenaba y nos hicimos tiempo de un descansito en la casa de un
tío de Rodrigo donde su hijo es ahijado de Bárbara. Entre charla,
mates y refrescos nos repusimos para seguir caminando hasta la
capilla de donde la comunidad ya estaba esperándonos para celebrar
la misa de Navidad. La construcción dejaba ver sus años, pero
pronto se confundiría al verse adornada con tanta gente que
concurrió a la misa: los que se bautizaban ese día, la niña que
hacía su primera comunión, sus pareintes y amigos, los misioneros y
otros pobladores del lugar que se acercaron a celebrar.
Fue
un gran dia de fiesta pues pocas veces se ve el templo tan lleno. La
Navidad trae el milagro gozoso de seguir acercando personas al altar
del Dios hecho niño inocente. Se bautizaron desde bebés hasta gente
mayor, “grande” como paara diferneciar. Unos por decisión de sus
padres, otros por decisión propia. Y una niña de 12 años decidió
recibir a Jesús por primera vez en la Comunión. El cielo se abrió
y los angeles cantaron con nosotros de alegría. Luego vino la
compartida de las cosas ricas y los refresco. El brindis por la vida
es necesario aún cuando luego vuelva la calma a la comunidad, tan
alborotada por la llegada de los misioneros. Y eso es lo lindo de ser
miisonero: despertar la alegría en la comunidad que recibe, alegría
que está dormida, tímida, pero que está presente.
Esa
tarde se volvía Pablo a Montevideo. Los que lo despidieron lo
notaron ansioso, nervioso. Creímos que extrañaba a su hija
Valentina con la cual hablaba y se escribía diariamente. Separarse
de la familia para irse de misión no es algo fácil. Implica
renuncia a sí mismo y entrega desinteresada a los demás. Eso lo
resaltó entre otros Judit, que hablaba de Pablo como una madre
preocupada. Lo compartió en la casa de Waldir y Carmen en el momento
de la evaluación del día. Nosotros, por enseñanza de Nacho,
mantenemos la tradición Guaraní de compartir “la foto del día”:
ese o esos momentos del día que queremos guardar en el corazón y
que nos dan pistas del actuar de Dios entre nosotros. Y así
terminamos ese día de misión: entre los que se reencontraron con
Waldir en Dragón, lugar donde trabajó muchos años; entre la
alegría de vernos todos con Mikaela, una pequeña Colibrí que esta
creciendo y aprendiendo a volar; la alegría de los bautizados, la
emoción de quien recibió a Jesús por primera vez...
...DIOS
ESTÁ CONTENTO! Y nosotros también. Juntos configuramos una gran
familia, con problemas y peleas como todas, pero sagrada por la
presencia del niño Jesús entre nosotros. Con todos los que
estuvieron: Gonzalo, Viqui, Martín, Leonardo, Juan, Silvia, Pablo,
Cristian, Marcelo, Bárbara, Rodrigo, Nacho, Dora, Carmen y Waldir,
Judit, Romina....junto a todos las misioneros y las 8 comunidades que
nos recibieron, podemos decir: MISIÓN
CUMPLIDA!!
Hemos puesto un granito de arena a la construcción del Reino, hemos
anunciado la llegada del Salvador con nuestra llegada, hemos visitado
el pesebre de Belén en cada hogar que nos recibió y acogió, hemos
compartido el Pan de Vida y que nos hace hermanos en una misma fe.
Que
este año que comienza nos llene de paz, de amor, y nos lleve a
seguir entregándonos a la misión de ser seguidores del Dios de la
vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario