sábado, 27 de octubre de 2012

¿ Cúal es el manto que tengo que dejar y el salto que tengo que dar ?


En estos días nos reencontramos con una amiga y como generalmente se dan los diálogos comenzamos hablando de la realidad presente y recordando cosas del pasado particularmente preguntándonos si hemos sabido de otros amigos.
Llegado un momento conté algo personal vivido con mucho dolor. Las miradas cambiaron y ella abrió su corazón para la escucha y después continuó hablando de como se sentía en este último tiempo.
En algún momento del diálogo las lágrimas brillaron en ambas miradas y cada uno frotaba sus manos una contra otras buscando respuesta, otras veces sintiendo impotencia. Sin duda que en el encuentro queríamos encontrar el camino o al menos el paso siguiente para los sueños que cada uno tenía.
Como Cristianos que somos decidimos integrar la palabra de Jesús para que nos diera su luz.
El texto bíblico nos cuenta que Jesús iba pasando y un ciego que vivía de limosna tirado a la orilla del camino escucha el pasaje de Jesús y comienza a gritar pidiendo compasión. Los cercanos a Jesús intentaban hacerlo callar para que no molestara al Maestro, pero el ciego gritaba con más fuerza. Jesús se detuvo y dijo: -llámenlo y los que antes querían impedir el encuentro ahora se transforman en comunicadores del llamado de Jesús diciéndole «Vamos levántate que te está llamando».Y el ciego arrojando su manto se puso de pie de un salto y se acercó a Jesús. Jesús le preguntó ¿Qué quieres que haga por tí? El ciego respondió -Maestro que vea. Entonces Jesús le dijo - Puedes irte tu fe te ha salvado. Y al instante pudo ver y siguió a Jesús por el camino.
(Marcos 10, 46-52)
Lo interpretamos como que estábamos un poco ciegos o más bien con la mirada confusa. Sabíamos cual era el camino del bien pero nos veíamos en algo fuera de El. El sentido de culpa y el deseo de compasión de perdón es lo primero que uno espera de Dios y también de sus amigos. Pero lo difícil lo veíamos en la actitud del ciego «tiró su manto, dio un salto y se acercó a Jesús».

El manto era lo que lo protegía, el dar el salto lo sacaba de su posición que le permitía su sustento económico por medio del pedir limosna y el acercarse a Jesús significaba dar un paso hacia adentro del camino del cual estaba afuera. Cualquiera de las tres actitudes realizadas por el ciego son muy difíciles de poner en práctica: dejar lo que nos protege, dejar lo que nos sostiene económicamente y dar el paso hacia el grupo de Jesús que es muy exigente.
Tener fe significa Creer y dejar lo que hace tiempo es parte de nuestra vida en cuanto a calor corporal, entrada económica y lugar ante los demás... es muy pero muy difícil.

El Ciego creyó y comenzó a ver y a seguir a Jesús por su camino, formando comunidad con aquellos mismos que no lo consideraban digno de acercarse a Jesús. Que difícil para El, que difícil para la comunidad que tiene que creer en su cambio de visión...

Nos quedaron algunas preguntas resonando:
* ¿Cuál es el manto que tengo que dejar?

* ¿Cuál es el salto con fe que tengo que dar?

*¿Cuál es el paso de cambio de lugar que me acerca a Jesús?

La fe se concreta en acciones concretas y el camino de seguimiento a Jesús es angosto y difícil.

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