domingo, 28 de octubre de 2012

LO MEJOR DEL CONCILIO Dolores Aleixandre

Cuando empezó el Concilio yo llevaba una cofia almidonada de campesina borgoñona del s. XVIII que sobresalía por los lados y sólo me permitía mirar de frente. Al acabar el Concilio, la habíamos cambiado por otra que se ajustaba a la cabeza y hacía ya posible una mirada panorámica: todo un símbolo de la ampliación de visión y ensanchamiento de horizontes que se vivía a nivel eclesial.

Lo mejor del Concilio creo que fue permitirnos vivir la experiencia de que lo que parecía inmutable, mutaba, lo atado se desataba y lo petrificado se derretía. Y eso grabó en nuestras conciencias la convicción de que lo esencial del Evangelio es muy poco y casi todo lo demás es cuestionable, reversible y adaptable.

Se desmoronaban las murallas de la Jericó eclesial y se invitaba a todos pasear por sus parques y avenidas: la llamada a la santidad dejaba de ser propiedad privada de clérigos y religiosos y se convertía en una vocación universal que nos igualaba a todos.

La Biblia, considerada libro sagrado e inaccesible en vitrinas herméticas, se convertía en Palabra viviente, se instalaba en la mesa camilla de nuestra casa y viajaba con nosotros en transporte público. La liturgia se sacudía las sandalias de tanto polvo de rituales arcanos y vestimentas extrañas y la Eucaristía volvía a ser Pan roto y compartido que circulaba en la comunidad de hermanos y hermanas.

¿Lo peor? La falta de estrategias pedagógicas para explicar los cambios y un optimismo demasiado ingenuo y poco previsor: impidió calcular el poder que iban a seguir ejerciendo los sectores reacios al Concilio que, con la curia vaticana a la cabeza, ejercían mando en plaza y tenían en su mano la palanca del freno.

¿Qué cambió?
                                    Dejar de mirar el mundo alejándose irremisiblemente de Dios y amenazando a la Iglesia: nos invitaron a contemplarlo confiando en la presencia fiel de Dios y de su amor irrevocable a la humanidad.

Llamar a la Iglesia "Pueblo de Dios" consiguió que le caducara el código de barras al anterior "modelo piramidal". Esta nueva imagen conecta tanto con la propuesta evangélica de circularidad fraterna (en la que la silla del Padre vacía, en expresión feliz de Carlos Domínguez) que sigue manteniendo su poder de atracción a pesar de los intentos de sofocarla.

Ha emergido la dignidad de la conciencia, con la belleza de Eva en el jardín de la creación y han salido huyendo como sabandijas un sin fin de normas, rúbricas, prescripciones y observancias inverosímiles que se habían ido colando por las rendijas de la praxis cristiana.

Habían ejercido su ridículo poderío más tiempo del conveniente con la ventaja para el estamento clerical de que dejaban en sus manos el control de las conciencias: no hay más que recordar aquellas confesiones del "sonsáqueme, padre", respondiendo a preguntas infames tipo "cuántas veces" y "con quién" que le amargaron la infancia a más de uno.

Ahora intentan volver a colarse y unos cuantos estarían encantados de su retorno, pero la conciencia cristiana adulta se ha enderezado como aquella mujer encorvada del Evangelio: ya no estamos dispuestos a perder el estatuto de los hijos para recaer en la sumisión de los siervos o en el infantilismo de los menores de edad.

En cuanto a los frenos y retrocesos y más allá de la responsabilidad de la jerarquía, que tiene su cuota, también otros hemos puesto trabas al fluir del torrente conciliar. La generación de los que vivimos aquellos cambios corremos el peligro de sacralizarlos sin admitir que se pongan en cuestión. Tenemos que ser más flexibles y estar dispuestos a someter a discernimiento los "formatos" en que hemos vivido el Concilio, aceptando que muchos de ellos necesitan de nuevo "aggiornamento".

Pobres de nosotros si nos volvemos tan "ultras" como los que, del otro lado, se cerraron y se siguen cerrando a moverse de sus posturas.
Dolores Aleixandre
El Ciervo, Octubre 2012

¿Y por casa como andamos hoy?

En una de nuestras comunidades campesina de la parroquia, en Sarandi de Barceló, llego la luz eléctrica en estos días. José con alegría comentaba: ahora con la luz podremos cantar y bailar con alegría, podremos encontrarnos con mas tiempo sin estar apurados por la oscuridad…
Blanca y las mujeres, expresaban que: la luz las libera de muchas cosas, y facilita todo para el encuentro

Pero también comentaban que el primer tiempo es exigente, porque hay que cambiar los aparatos y las costumbres… por eso algunos viejos de pensamiento no querían la luz, porque la luz moviliza y pone en mayor igualdad a la Mujer con el Varón...
Algunos sigue prefiriendo la heladera a Gas, que crea una dependencia de a los centros poblados. Y alguno que viven en la capital hacen negocio con la oscuridad de los del campo, por eso nos demoro tanto la luz


Y cuidado porque no va faltar alguno que nos la quiera quitar, porque quieren relaciones jerárquicas donde ellos tiene luz y nos hablan de la luz, queriéndonos mas abajo, casi que nos quieren hacer sentir como personas de segunda clase, y porque no agregar que nos quieren hacer sentir pecadores ante Dios…
Y Dios quiere la luz para todos
y que pasemos de la misa a la mesa...

… Bendita luz que llegas al campo, gracias a las políticas de “quien tenga mas pague mas, para que lleguen a todos los servicios públicos”


Bendito concilio Vaticano II que nos devolviste la luz bíblica, la de Jesús… no en su totalidad porque el “ciego que quiere ver” va viendo de apoco, con pasos y tropezones en su nuevo caminar, pero con un cambio profundo “que Dios no castiga, sino que tiende la mano siempre que queramos levantarnos”

¡¡¡ Que coincidencia, que muchos amigos que desprecia la justicia social de quien tiene mas ponga mas, tampoco aceptan los cambios del concilio!!... hay cierta confidencia en la política que creemos y la espiritualidad que vivimos!!!
Nacho

1 comentario:

  1. Dijo Leonardo Da Vinci: "Mirad la luz y admirad su perfección. Cerrad los ojos y observad: lo que habéis visto ya no existe; lo que veréis no existe todavía" He aquí el incesante e incansable oficio de la luz. Que con esta buena nueva del arribo de la luz eléctrica, llegue la luz de Dios a iluminar todos los corazones de quienes al cerrar los ojos y abrirlos, construirán nuevos días y noches, descubriendo los pequeños milagros que se esconden en sus horas...

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