martes, 24 de septiembre de 2013

Un nuevo viaje desde Río Branco a Melo, Tacuarmbó hasta Rivera



Este lunes 23 de septiembre comenzamos otro viaje por el Uruguay profundo, tempranito arrancamos desde Melo camino hacia Tacuarembó. Lo primero que nos sorprende es el tipo de gente que completaba el ómnibus, la mayoría trabajadores de campo con boina, bombacha y botas. Mientras que me dispuse a recuperar la hora de sueño que me faltaba dejando resonar en mi corazón el evangelio del día que nos invitaba a compartir la luz, escuchaba a los pasajeros estar agradecidos por las benditas aguas que estaban regando el campo. El otro tema era las esquilas de las ovejas y las pérdidas de estas por el temporal de la semana anterior. El mate amargo circulaba de mano en mano y a lo largo del camino niños y adolescentes subían y bajaban para concurrir a los centros de estudios.

En la terminal de Tacuarembó continuabamos encontrandonos con la cultura gaucha a los que se sumaba la cultura fronteriza. Cuando decimos fronteriza hacemos presente a esas personas mayoría mujeres que con sus bolsos de ropa o comestibles traídos de la frontera abaratan la canasta familiar de nuestros paisanos. También se ve en algún ómnibus algunas bodegas especialmente destinada para la exportación de estos productos brasileros.

Comunicandonos por teléfono con el amigo René nos dijo que nos esperaba en Rivera. Luego de una espera en la terminal que nos cambia de ritmo del pensamiento y del corazón ya que en la vida cotidiana lo normal es tener una cierta programación con previstos encuentros y actividades. El tiempo en la terminal tiempo de espera es un tiempo propicio para ver que sale de nuestro interior que puede ser recuerdos, personas, impaciencia, desesperación o apertura a contemplar lo que nos rodea con gratuidad.

Después de los 115 km hasta Rivera que sumado a los 200 km ya recorridos hasta Tacuarembó y los 90 km desde Río Branco a Melo marcaban 405 km de vuelo el paisaje que se veía por la ventanilla era de grandes plantaciones de eucaliptos y pinos. Lo otro que llamaba la atención es ir pasando de una tierra negra a tierra colorada.
Ya en Rivera las ondulaciones de la ciudad muestran la diferencia a otras poblaciones del imperio de nuestro país. Para nosotros que venimos del este es curioso ver tan pocas motos y las que hay son de gran cilindrada sin casi ningún ciclista en las calles, seguramente ambas cosas determinaron por los grandes rerpechos que hay que superar en la circulación de la ciudad. Un grupo de gitanas con las tradicionales venta de juegos de sábana con sus polleras largas y ofreciéndose para adivinar tu futuro, con la novedad de estar muy bien arreglados y con un gustoso olor a perfume...

Estando en el único departamento de mi paisito que no conocía nos reencontramos con el gran amigo René a quién veníamos a visitar. En el camino hacia la casa parroquial nos encontramos con el nombre de nuestra paisana Juana de Ibarbourou que lleva el nombre de un colegio parroquial ahora rebautizado Juan Pablo II. De sobremesa del almuerzo que fue un pescado, un dorado al horno compartimos nuestras alegrías y dolores de estos últimos 15 años que no nos veíamos, algo que me quedo: las dificultades, los problemas, el sufrimiento son  parte del camino humano y en asumirlo e intentar superarlo está la realización humana; la mayoría de estos no han sido al servicio de nuestro ego sino más bien compartiendo el crecimiento de otros en situación de opresión.

A la noche visitamos el piso de arriba dónde se da un espacio para jóvenes de distintos lugares con distintos horizontes que transformaron la antigua casa de religiosos en una convivencia juvenil. Con algunos compartimos la cena: xis, que es como una hamburguesa grande, grande y rica, rica. Los temas fueron el fútbol, la misión y nuestros sueños con algunas anécdotas del Papa Francisco que descolocan a la vieja Curia Roman y que de alguna manera resuenan de manera positiva en nuestras estructuras ecleciales y nuestro camino de fé. A la media noche nos fuimos a dormir.

Por la mañana con el mate, con yerba Baldo, rezamos y compartimos la palabra junto a René y los jóvenes Emerson y Marcos, que nos recordaba a María mujer como discípula de Jesús y con un lugar diferencial dentro de la iglesia fundada por Jesús. Que nos invitaba a volver a aquellos tiempos haciendo la realidad de que las mujeres de hoy tengan el lugar en las comunidades cristianas y en la sociedad el lugar que eligió Jesús. Así como Pedro a lo largo de la historia se identificó con el servicio papal algunos han dejado a María en imágenes de papel o de mármol y nosotros las poníamos en Eloír y Eloína dos comunarias afrodescendientes que trabajan haciendo vianda siendo mujeres de oración y servicio... Lo único díficil de este momento de oración que precidía el comedor un cuadro del Club Nacional de Fútbol del cuál el único devoto era el párroco. Terminando la oración con una propuesta de que el tercer campamento teológico en Lago Merín pase a la semana del 18 al 25 de enero para que los que participen en el campamento de Tacuarembó puedan acompañarnos en el lago. Finalizamos la mañana compartiendo esta memoria gracias al servicio de Carlos Motta.

1 comentario:

  1. ¡Que cuadrito ese! jaja No solo el de la pared, sino los amigos sentados a la mesa. Es verdad el año pasado hubo que dividirse para las dos actividades, quizás se pueda consultar ese cambio, con tiempo las cosas se arreglan...

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