Leyendo estos días una biografía de una muchacha llamada Mirta, contaba que desde niña tuvo algunas carencias en su ámbito familiar. Recuerda ver sufrir mucho a su mamá por los problemas de alcoholismo de su padre que incluso más de una vez se transformaron en violencia familiar. Ella recuerda la impotencia de no poder hace nada para mejorar la situación de su hogar.
Adolescente se fue por estudio de su casa y al tiempo se juntó con un muchacho muy parecido a su padre. El primer tiempo fue bastante bueno la impotencia de cambiar el mundo en su niñez , ahora se transformaba en pequeñas batallas ganadas al ver que su novio lograba cierto control con el alcohol y su violencia. Los años juntos fueron unos cuantos con batallas perdidas, pedido de perdón y algunos momentos lindos vividos juntos.
Hasta que un día su hija le dijo « porque me pones tanto miedo a los compañeros que toman alcohol, yo haré con uno de ellos lo que tú no has podido hacer con papá.» Mirta quedó paralizada al escuchar de su hija la voz que llevaba dentro. Muchos años había dedicado su vida a cambiar la historia de sus padres, intentar cambiarla en su propia familia...
ILUMINAR:
A Jesús lo seguía mucha gente, pero el se daba cuenta que entre los seguidores había muchas ataduras en las relaciones familiares.
Los invitaba a relacionarse en libertad con sus prójimos, asumiendo y cargado las carencias, las cruces correspondientes... caminando hacia delante.
Jesús hablando en parábolas de construcción y lucha, pregunta si los que lo siguen están dispuestos a edificar relaciones nuevas a partir de los cimientos familiares o se quedarán estancados en los cimientos del pasado.
Plantea que la liberación y el amor es una lucha de 10 contra 20. Por lo tanto no será nada fácil y hay que desde el principio decidir si se está dispuesto a asumir esta dura lucha.
Dios no es indiferente en la lucha por la liberación personal y social, siempre toma partido por el oprimido que se quiere liberar.
(Lucas 14, 25-33)
ACTUAR:
Las grandes piedras pueden ser un obstáculo para la construcción de una casa, pero también si se las ubica de manera correspondiente como cimiento, pueden transformarse en la fortaleza para levantar firmes paredes. Todo depende de lo que hagamos con lo que nos ha ocurrido.
Amar a Dios sobre todas las cosas es también sentirnos amados por el ante todo. Si estamos vivos es porque su amor es nuestro aliento. Nadie puede vivir si Dios no lo quisiera.
Seguir a Jesús es poner alguien delante de todos nosotros, es dejar a Dios ser Dios sin ponernos delante de nadie ni detrás de nadie. El amor a Dios Padre sobre todas las cosa nos revela lo que somos: hermanos entre todos... ni menos ni más que otros. Ni esclavos ni señores de otros.
Los grandes maestros espirituales más de una vez han dicho: algunos se quedaban mirando el dedo y no a quien señalo, algunos se quieren agarrar de este pobre hombre y se pierden de seguir a quien intenta seguir... Escuchar y realizar su voluntad es siempre liberador, su amor es capaz de todo.
Nacho
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