viernes, 6 de febrero de 2015

TESTIMONIO DE UNA JOVEN URUGUAYA QUE REALIZÓ UN SERVICIO SOLIDARIO EN PERÚ

      Quien busca en la barra de google la ciudad de Piura en Perú, encontrará imágenes de playa, verano, modelos y sol. Pero basta con escribir en la misma barra de google "pobreza en Piura Perú" para que cambien las imágenes...sobresale una que tiene una gráfica con dos índices: "pobreza", en negro, y "pobreza extrema", en rojo. De allí que las imágenes se siguen mostrando a niños pequeños con platos en las manos haciendo una larga cola para pedir comida. También cambia el paisaje de playa y arena a extensiones enormes de basura. Debemos poner atención a qué realidad queremos conocer cuando miramos. Algunos verán a Piura como lugar turístico y hermoso, otros lo harán desde la pobreza extrema que viven sus habitantes, desde la falta de recursos mínimos para vivir dignamente, desde el no-futuro que tienen miles de almas. A esta segunda realidad eligió viajar Anara de sólo 21 años, estudiante de Facultad de Ingeniería. Como la conozco porque somos compañeros de trabajo, le pedí que nos contara su experiencia al volver.

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    Durante la mitad del mes de Diciembre y el mes de Enero estuve en Perú, en una ciudad llamada Piura haciendo un intercambio social con una organización llamada AIESEC. El intercambio se basaba en hacer un servicio social con niños de escuelas carenciadas en las afueras de la ciudad.
Al llegar a Piura, es inevitable notar las diferencias entre las sociedades uruguayas y peruanas en cuanto a la calidad de vida. El pueblo es extremadamente religioso y ortodoxo, pero muy poco ilustrado. No es común que las familias de clase media-baja estudien más allá del liceo, impensable que terminen una carrera universitaria. Se habla de que la universidad pública tiene un nivel muy bajo, por lo que los únicos que tienen la posibilidad a una educación con un nivel medianamente bueno son los que pueden pagarse una universidad privada, que puede salir hasta más de U$S 1000 dólares por mes, variando según la carrera. Las carreras que luego tienen una remuneración mayor, son más costosas.
Durante todo mi intercambio, nos albergaron voluntariamente a mí y a una brasilera una familia peruana de clase media. En la casa vivían ocho personas más; los abuelos, tres de sus hijos y sus respectivos nietos. La casa estaba en construcción; los abuelos, siendo jóvenes compraron el terreno, y poco a poco la fueron construyendo. Avanzaban con la construcción cuando tenían dinero, e incluso con la cantidad de años que ya habían pasado, no habían podido terminar de construirla. Los hijos que vivían ahí, nunca lograron tener la posibilidad económica de irse. Incluso a pesar de pertenecer a la clase media, no tenían lavarropa, agua caliente en el baño o un microondas. En comparación con mi realidad uruguaya, viven una vida humilde, en comunidad, si había, había para todos, incluyéndonos. Nos trataron como integrantes más de la familia y nuestro amor y agradecimiento hacia ellos será eterno.

Durante la mañana, trabajábamos en las escuelas. Éramos 25 intercambistas trabajando en 4 escuelas que quedaban a unos 15 minutos de la ciudad. A mí me tocó trabajar en una escuela llamada Ejidos de Huan. La escuela estaba siendo reconstruida en ese momento, por lo que hacía 8 meses que los niños no tenían un lugar físico real donde estudiar. Como sustituto el municipio armó un toldo de chapa en la arena con un montón de sillas apiladas. Esa fue la situación con la que nos encontramos el primer día con mis otros seis compañeros. No teníamos salones, materiales, nada. Así estudiaban ellos hace meses. Sin salones, con los padres llamándolos constantemente para que hagan ``mandados``, con perros, gallinas y otros animales interrumpiendo las clases constantemente.
Los primeros días, teníamos alrededor de 20 niños y simplemente pusimos unas mesas en semicírculo, pero luego llegamos a tener más de 50 niños, por lo que era imposible trabajar con todos juntos. Era impensable dividirlos por edades ya que no teníamos el lugar físico suficiente, por lo que los dividimos entre los que sabían leer y los que no. Teníamos chicos de 8 años que no sabían leer y dos chicos de 10 y 11 años con discapacidades, pero claramente no tenían apoyo de ningún tipo.
Yo trabajé específicamente con los chicos que no sabían leer. Ni yo, ni ninguno de mis compañeros teníamos los conocimientos necesarios como para enseñarles a leer por lo que optamos por armar clases de cultura general y un poco de matemática. Hablamos de geografía, reciclaje, basura, entre otros. El tema de la basura se volvió fundamental para nosotros, ya que ellos en todo el barrio no tenían un lugar físico donde tirar la basura, por lo que se armaban alrededor de todo el barrio montañas enormes de basura (que luego enterraban en la arena) por donde los chicos caminaban descalzos como si nada. Armamos campañas de recolección de basura y luego nos llevábamos las bolsas a la ciudad donde sí teníamos donde tirarla.

El tema del baño era aún peor. No tenían agua, por lo que no tenían desagüe, era simplemente un agujero en el suelo, y no es muy difícil imaginarse lo sucio que era eso. Para defecar, simplemente lo hacían en la arena, como animales. La higiene era de nuestras mayores preocupaciones en la escuela.
A pesar de todo esto, los niños eran...increíbles, no hay otra palabra. Se notaba lo agradecidos que estaban por que fuéramos, nos pedían que vayamos los fines de semana también. No dejaban de abrazarnos y decirnos lo mucho que nos querían. Todos los días llegábamos y ellos ya estaban allí, esperándonos, nos veían venir a lo lejos y corrían a abrazarnos. Todo les divertía, todo les gustaba. Increíbles.
Dejarlos fue muy duro. Luego de tanto tiempo uno se encariña demasiado y quiere llevárselos a todos, alejarlos de esa realidad que no se merecen. Y no es posible. Y ahí es donde entra el enojo ante las personas que permiten que vivan de esa forma tan lamentable. Cómo se puede esperar que aprendan lo mismo que cualquier otro niño que vive en la ciudad? Cómo se puede esperar que salgan de esa realidad en la que viven? Las condiciones no son las mismas, no se puede esperar resultados iguales. Solo te queda la esperanza de que alguno de los más inteligentes tenga la fuerza y constancia de seguir estudiando para poder formarse y tener algo un poco mejor. Al fin y al cabo fuimos nosotros los adultos los que más aprendimos. Hoy en día estando a miles de kilómetros de distancia no puedo hacer nada más que agradecerles.
                                                                                                                            Anara Eguren


    

2 comentarios:

  1. Muy Linda Reflexión, todo lo que dice acá se vive en la realidad de otros lugares, A mi me toco vivir algo similar en Chile y fue muy lindo y muy duro. Gracias por Compartirlo. Abrazo

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  2. Gracias, por hacernos mirar a nuestros vecinos, tu presencia allí fue mas que un hacer... quizás pueda desencadenar mas encuentros

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