Quisiera aclarar que, si bien este trabajo pertenece a un curso sobre la historia reciente, no adopto una postura imparcial; "mi visión" está muy influenciada por lo que viví y vivo: como familiar de detenido- desaparecido; como cristiano (fui estudiante en el Seminario Interdiocesano y también viví un tiempo de mi vida con los Hermanitos de Jesús de las Fraternidades de Carlos de Foucauld, conviviendo con una comunidad campesina explotada en la Provincia de Corrientes); como esposo y padre; como docente universitario y en secundaria; y, también, por aquellos valores que considero ayudan a construir el "hombre nuevo", como la solidaridad, la fraternidad, la opción de "que los más infelices sean los más privilegiados" como decía don José Artigas, la fidelidad y la humildad en el caminar.
Ahora si, aclarada mi circunstancia, trataré de ingresar en la noche oscura vivida por nuestros pueblos, para encontrar allí la luz de estos testimonios, que me iluminan en éste camino a seguir. -
Fabrizio Martínez Dibarboure
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Mauricio Silva, sacerdote, hermanito del evangelio
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Kléber ("Mauricio") Silva Iribarnegaray nació el 20 de setiembre de 1925, en Montevideo (Uruguay), en el seno de una familia humilde. Su padre era ladrillero y agricultor. Como testimonio de la situación económica familiar queda un registro en la partida de nacimiento de Mauricio (cuyo verdadero nombre de pila es Kléber), un sello que dice "exonerado de estampilla por haber justificado pobreza". Como en el santoral católico no había ningún Kléber, más adelante lo comenzarán a llamar "Mauricio" (que si figuraba en el santoral). Fue el cuarto de cinco hermanos. Al año de nacido el quinto, llamado Jesús Ramón, fallece su padre. Ese suceso les cambió la vida, pues era el que mantenía el hogar. La mamá de Mauricio, de temperamento fuerte, comenzó a coser para afuera con la ayuda de sus hijos. Unos cosían botones y Mauricio hacía los ojales.
Muy joven Mauricio, siguiendo los pasos de su hermano menor Jesús, ingresó al Seminario Salesiano, congregación perteneciente a la Iglesia Católica, fundada por San Juan Bosco en el siglo XIX. Como salesiano, se ofreció para ir como misionero a la Patagonia (Argentina). En 1948 comenzará sus estudios de Teología en Córdoba (Argentina). Entre sus compañeros de formación se encontraba el futuro obispo de Neuquén, monseñor Jaime de Nevares (también ya fallecido), uno de los pocos miembros de la jerarquía católica argentina enrolados en la defensa de los derechos humanos, durante la última dictadura en dicho país (1976- 1983). Sus compañeros, describían a Mauricio, como un hombre alto, con apariencia de fuerte y sano, de gran alegría y de risa fácil. Muy demostrativo en sus afectos; que era fiel y exigente consigo mismo; donde primaba su vida interior. Leía mucho, le gustaba remar y jugar al fútbol. Atendía a los muchachos en los campos deportivos todo el día. Tocaba la guitarra (zambas, bagualas, etc) y aprendió, también, a tocar la trompeta.
Cuando su madre se enfermó, resolvió dejar la Congregación Salesiana para ayudarla económicamente. Desde Paysandú, le escribió al cardenal Antonio María Barbieri, arzobispo de Montevideo, el 20 de mayo de 1960, pidiendo permiso para pasar al Clero de la Arquidiócesis de Montevideo y el arzobispo lo recibió. También su hermano menor Jesús, que se había ordenado sacerdote y pertenecía a la Congregación Salesiana, lo acompaño, en ésta decisión. Mauricio, vivió con dolor el alejamiento, pues salir de los Salesianos le resultó difícil. Como sacerdote diocesano estuvo viviendo en la Parroquia de San Juan Bautista (Pocitos) y trabajó en varios lugares. Por ese tiempo, también, acompañó y apoyó la marcha de los cañeros que venían desde Bella Unión, a plantear su situación a la capital (Montevideo), acontecimiento que lo marcó profundamente. Superada esa situación familiar, consideró que debía volver a la vida de comunidad, es decir, dejar la vida más solitaria de sacerdote diocesano por una convivencia, como sacerdote, en una comunidad religiosa.
Oración de Mauricio
Señor, yo sé que Tú estás
en la fe luminosa de una noche de estrellas,
de un día radiante de azul y de sol.
Yo sé que Tú estás,
en la espera gozosa de un niño que viene,
de una carta que llega,
de un amigo que vuelve.
Tú estás,
yo sé que Tú estás
en el amor inmenso de unas manos que abrazan
y en el puro cariño del beso que me dan.
Mas también sé que estás
en la fe desprovista y desnuda
cuando un día y otro día
le cuenta su rutina de trabajo y pobreza
y mi alma se hunde en tiniebla total.
Yo sé que Tú estás
cuando la esperanza es cuesta empinada,
la cumbre es incierta y las fuerzas muy pocas.
Tú estás.
Yo sé que Tú estás
cuando amar es un surco humilde y oscuro,
que reclama al grano para ser fecundo
y morir en soledad.
Yo sé que Tú estás,
Señor, que te creo,
Señor, que te espero,
Señor, que me amas,
Yo sé que Tú estás.
En ese momento posterior al Concilio Vaticano II, conoció la Fraternidad de los Hermanitos del Evangelio, una congregación también perteneciente a la Iglesia Católica, que había sido fundada en 1956 en Le Sambuc (Francia), por el sacerdote francés René Voillaume, inspirada en la espiritualidad del también sacerdote francés, Beato Carlos de Foucauld, cuyo carisma era compartir la "suerte" de los últimos, viviendo como y con ellos, como religiosos contemplativos y trabajadores entre y con los más pobres, al igual que la vida oculta de Jesús en Nazaret.
En enero de 1960, se inició la primera Fraternidad de los Hermanitos del Evangelio en Argentina, ubicada en Fortín Olmos (en el chaco santafesino). Al comenzar los años '70, Mauricio Silva se integrará a la Fraternidad de los Hermanitos del Evangelio, comenzando nuevamente su noviciado. En ésta nueva decisión también lo acompañara Jesús, su hermano menor. La opción de estos religiosos, no era comprendida por las autoridades y patrones del lugar, que comenzaron a difamar y perseguir a sus integrantes. Es así que, ante las censuras que recibían en su correspondencia, Mauricio les escribió:
"Sr. Censurador.
Estimado amigo: Como hace tiempo que estás leyendo mis cartas y te encontrarás aburrido de no entender nada, se me ocurrió escribirte directamente a fin de
hacerte dos oportunas clarificaciones.
Primera. No pierdas tiempo; no hay nada subversivo; son cartas a familiares y con sentimientos limpios y simples. Supongo que tú como yo tenés mamá, hermanos y amigos. ¿Les escribiste alguna vez? Entonces te darás cuenta rápidamente al leer mis cartas de que yo escribo lo mismo que escribirías tú; pido noticias de casa, mando saludos, cuento del lugar donde vivo, recuerdo a los que quiero, etc. Decime, ¿dónde ves revolución, subversión o complot? A no ser que la SIDE te haya hecho un lavado de cerebro tal, que ya todo lo mirás tergiversado, convirtiéndote en un vulgar cazador de fantasmas; lo cual sería muy lamentable porque estarían destruyéndote como hombre, te estarían matando tu capacidad para el bien y la amistad; estarías tú mismo suponiendo injustamente que todos tus hermanos los hombres se han vuelto enemigos declarados. Por favor, ¡te darás cuenta que esto es horrible!
Segunda. Fíjate en el texto de la Constitución de tus superiores. Pienso estará sobre la mesa; esas cosas no se dejan escondidas en el último cajón del escritorio. Bueno, a ver, fíjate si tiene el artículo 14. Si no lo tiene pedí de inmediato un texto oficial, completo, sin censura, y date cuenta cómo la Constitución ampara los derechos de los ciudadanos y no permite que sea violada la correspondencia.
Por otra parte, una vez leídas las cartas, ¿qué hacen con ellas? Mándamelas igual; yo te aseguro que no las mancha tu traición, de la misma forma que el barro no ensucia la luz que lo ilumina. Hacelo por mi madre; tiene 75 años, es viejita, muy enferma y hace dos meses que no recibo noticias.
Y termino aquí; podría decirte muchas otras cosas. Si te interesan, contéstame; mantendremos correspondencia; amistosa y leal por supuesto, aunque todavía me queda la duda de que alguien por encima de ti repita tu oficio, censure tus cartas y esté buscando cortarte la cabeza.
Cuídate, pero me imagino que debe ser tremendo vivir en la sospecha y el miedo todo el día y todos los días.
Aguardando tu respuesta,
Terminado su nuevo noviciado, Mauricio decidió iniciar su labor como hermanito trabajador y se empleó como barrendero en la ciudad de Buenos Aires. Recorriendo las calles de Buenos Aires, fue conociendo la naturaleza humana del barrendero y pensando que eran los "últimos", por la naturaleza del oficio, se preguntó quién compartiría su "suerte". Como nadie lo hacía, eligió instalarse allí para vivir el Evangelio junto a ellos. Estando en esa tarea, participó también de la actividad gremial y en los comicios sindicales de 1972 fue parte de la lista opositora que patrocinó la Juventud Trabajadora Peronista (JTP). Se reunía con los dirigentes en el conventillo de la calle Malabia Nº 1450, donde él vivía con otros religiosos, en un momento en que las autoridades querían privatizar el servicio, dejando en la calle a muchos trabajadores.
A pesar de su compromiso político y social, Mauricio Silva nunca perteneció a los Sacerdotes del Tercer Mundo, si bien mantenía una perspectiva de compromiso similar a muchos de ellos. Tampoco se enroló en organizaciones políticas armadas. Su objetivo, según él mismo, fue "participar a nivel del pueblo, conociendo proyectos. Apoyando, concientizando desde una postura en que quede de manifiesto nuestra opción primera y fundamental: nuestra vida religiosa… y sin pertenecer a una organización revolucionaria". Así trabajando, orando, compartiendo y celebrando, llega el 14 de junio de 1977...
Ese mismo 14 de junio (fecha en la que nació Ernesto "Che" Guevara en 1928, también en Argentina), comienza en la madrugada la captura de los integrantes de los Grupos de Acción Unificadora (GAU), una de las agrupaciones que habían dado origen en 1971 a la construcción del Frente Amplio; por lo tanto, muchos de los integrantes de este nuevo movimiento tuvieron que exiliarse a partir del 27 de junio de 1973 (fecha del golpe de Estado dado por el presidente Juan María Bordaberry y las Fuerzas Armadas en Uruguay, como ya vimos). De esta manera, estos uruguayos se encontraban exiliados en la Argentina. Entre las 3 y 4 de la madrugada, en su domicilio de la calle Arenales Nº 1503, ubicado en Avellaneda (Buenos Aires), son detenidos el matrimonio uruguayo compuesto por José Enrique Michelena Bastarrica y Graciela Susana De Gouveia Gallo, militantes de los GAU, junto a sus dos hijos de 3 y 5 años. Los niños serán dejados a los vecinos y después entregados a los abuelos, sus padres aún continúan desaparecidos. Por esa misma hora, "a las 5 y 30 salió Mauricio al trabajo, después de rezar en la capilla, donde había leído y comentado un texto de la Carta de San Pablo a Filemón… esa era una lectura… en que se hacía referencia a la libertad de quienes sufrían prisión".
Mauricio Silva fue secuestrado mientras se encontraba cumpliendo sus tareas, como barrendero municipal en la esquina de Terrero y Magariños Cervantes, en Capital Federal (Buenos Aires). Los testigos aseguran que, tres hombres vestidos de traje se bajaron de un automóvil Ford Falcón blanco, se dirigieron al sacerdote barrendero y tras un diálogo y sin violencia lo escoltaron hacia el auto. Eran las ocho y media de la mañana y ése es el último dato que se tiene de Mauricio Silva. De los testimonios recogidos, se puede deducir que primero fue conducido a la comisaría 41ª de Capital Federal. Después su rastro se pierde, a pesar de que existen algunos testimonios que aseguran que fue terriblemente torturado en Campo de Mayo y otras personas que creen haberlo visto incluso en un hospital psiquiátrico de Buenos Aires. Nada se pudo comprobar. Las autoridades de la jerarquía eclesiástica argentina, de ese tiempo, informadas de la situación, tampoco hicieron gestiones o aportaron algún dato. Desde 1978 su hermano Jesús Silva, también sacerdote y hermanito del evangelio y otro compañero de la Fraternidad, Patricio Rice (de origen irlandés y que fue miembro de los Hermanitos del Evangelio, luego activo militante por los Derechos Humanos) denunciaron la desaparición forzada de Mauricio Silva en Estados Unidos y a nivel internacional. Como en el caso de tantas otras personas, pues entre 1976 y 1978, en Argentina, se dió la mayor cantidad de detenidos- desaparecidos; en éste país, como en otros que también padecieron dicho flagelo, la "verdad" sobre la desaparición de Mauricio Silva está ahora en manos de la Justicia.
Luego de la desaparición de Mauricio Silva, se encontraron en su "cuaderno espiritual", un lugar donde escribía sus reflexiones, dos oraciones. Una es "Morir en soledad", que es la que se encuentra junto a su foto al comenzar éste apartado y otra es "La sal de la tierra", donde nos dice:
"Vosotros sois la sal de la tierra.
La sal presta un servicio humilde y silencioso.
No se sirve en bandejas de plata,
ni se coloca en fruteros generosos
sobre la mesa de un festín.
La sal está presente sin mostrarse.
Para cumplir su misión tiene que disolverse,
desaparecer, morir. Pero su papel es importante.
Sin ella los alimentos son insípidos
y las viandas se corromperían con rapidez.
Vuestras vidas silenciosas y humildes
tienen que dar sabor a la existencia de los hombres.
Porque en su vida falta
la sal de la fe, de la esperanza, del amor.
Le falta mucha sal a la existencia de los hombres.
Vosotros dais sentido a la historia del hombre
en silencio,
con la sencillez de vuestra esperanza,
con la humildad de vuestra fe,
con el recato de vuestra caridad.
Pero tenéis que morir,
disolveros como la sal. Desaparecer.
Solo a precio de su sacrificio callado,
serán fecundas vuestra fe, vuestra esperanza, vuestra caridad.
Y así seréis realmente la sal de la tierra".
Largo tiempo después, el diputado de Buenos Aires, Luis García Conde es autor de la Ley Nº 1.032, del año 2003, que declara el 14 de junio "Día del Barrendero", en homenaje a Mauricio Silva. Esa unidad de aseo urbano, es la única que no ha sido privatizada. En marzo de 2006 la justicia argentina, inició la querella criminal por Mauricio Silva como detenido- desaparecido por las autoridades de la Dictadura, el 14 de junio de 1977. Para finalizar citamos unas coplas, de un folleto preparado en junio de 2003, que fueron realizadas por Gloria Sellera y se titulan: "San Mauricio de los barrenderos".
"Como el mulato de Porres el Padre Silva Oriental.
El primero barriendo en Lima y el otro en la Capital.