Fray Claudio Bedriñan, acompañándonos en el XXXI Curso Nacional de Formación Bíblica, nos compartía su síntesis de fe, de relación con Dios:
"DIOS NOS AMA OBSTINADAMENTE"
El amor de Dios persevera más allá de nuestro actuar. Ese amor que permanece, se expresa dándonos todas las oportunidades que necesitemos para recibir su misericordia, para volver a recomenzar una relación de amor con el.
Tomando la imagen de la Alianza como el tema central teológico bíblico. Esa alianza, es una propuesta de relación amorosa, que nos permite encontrarlo, a el que siempre esta amandonos.
En el Antiguo testamento lo reconocemos como un Dios "persona otro" con la mediación de la persona del sacerdote, un Dios que se manifiesta en un lugar que puede ser el templo, y esa relación se da por medio de un objecto, rito.
En el Nuevo Testamento Dios se "encarna haciéndose uno de nosotros" haciéndose presente en todas las realidades humanas. Es un Dios cercano a todo hombre, en todo lugar. Un Dios que se da gratuitamente en esa alianza, sin pedir ninguna ofrenda a cambio de su amor.
Desde el profeta Ezequiel, que no viene para juzgar, y si para compartirnos su experiencia (desde el exilio) un Dios que elige preferencialmente al excluido, al caído, al menos.
Personalmente me despertó la manifestación central de Dios en una fiesta, a la cual todos somos invitados y él es el cumpleañero. Expresado en estos días en las bodas de Cana, donde los responsables fueron descuidados, no hicieron las cosas bien, donde por impulso de María no puede faltar el vino, la alegría. Ahí donde ya ni agua quedaba en las tinajas, porque al ser ensuciada se había desechado. Ahí en esas realidades donde se ha perdido la alegría, donde reina el dolor, la angustia, la desesperanza, ahí es donde Dios se hace presente para hacer el milagro de regalarnos el mejor vino.
Dios es amoroso... el desafío que tenemos es dejarnos encontrar por él, por su amor misericordioso, que vuelve aponernos de pie, para volver a comenzar todas las veces necesarias. Misteriosamente el mejor momento es cuando "estamos sin vino", siendo María una buena compañera para llevarnos a ese encuentro.
Ese amor, ese encuentro, esa relación, nos libera del pecado, de la culpa, del agua ensuciada, nos llena las tinajas de agua nueva y el las transforma en un mejor vino para ser compartido con todos, a su modo obstinado, gratuito, por amor, sin esperar nada a cambio para que haya fiesta.
Lo mejor esta por el venir, el lo puede quiere así, con nosotros para que seamos para otros...
Nacho
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