sábado, 24 de noviembre de 2012

Clasificación según el mundo o según la verdad


"El negro Madruga» su esposa e hijas fueron mis maestros en cuanto a aprender a «clasificar» los materiales que recolectábamos del basural de Treinta y Tres. No a todas las botellas de vidrio se les da el mismo valor, es distinto volver del trabajo con un carro de fierro que con un buen pedazo de plomo... Incluso la valorización de todo lo reciclado cambiaba, según la necesidad de materia prima de las grandes fábricas o según los negocios de los intermediarios que son los que ponen el precio al trabajo de los Clasificadores.
También a nivel social las diferentes culturas «clasificamos a las personas». Ya sea por su trabajo, sus estudios, edad, silueta, riqueza material... Y también ésta escala de valorización tiene transformaciones según el lugar y el tiempo. Los troperos casi han quedado sin trabajo. Las mujeres jóvenes con cierto cuerpo tienen mayor cotización para adquirir un trabajo en los grandes locales de venta, incluso más que una persona universitaria o con experiencia laboral.
 En tiempos de Jesús también «se clasificaba» a las personas. A modo de ejemplo: era muy diferente ser Romano a no serlo. Los enfermos en su mayoría eran considerados impuros y castigados por Dios al igual que los pobres y pecadores. La ubicación que la cultura reinante les daba a uno y a otros ya sea en: el centro, en las periferias o exclusión total de la ciudad, del poder político, en la religión eran bien marcantes y casi siempre definitorias en como y donde vivir y morir.

Jesús desde su nacimiento en el vientre de María, en el pesebre de Belén, pasando por su vida en Nazaret trabajando como carpintero haciendo changa itinerante, elige la suerte de los pobres. Hasta su elección de Bautismo junto a los considerados pecadores, la formación de su comunidad integrando a Impuros, diferentes e incluso a las mujeres que eran totalmente excluidas. Culminando con un juicio considerado traición al gobierno y religión del poder, lo que lo llevó a ser condenado a muerte de la peor manera existente en la época: la crucifixión pública. Ese mismo hombre tuvo una multitud de seguidores cuando las multiplicación de los panes o las sanaciones.

Aquí aparece otro modo de clasificar a las personas «por sus obras y por la aprobación pública» Los resultados son los que muestran el bien o el mal en una persona. Jesús nos revela que «su reino no es de este mundo y que no siempre los que dan testimonio de la verdad son los reconocidos públicamente» (Juan 18, 33b-37)

Jesús también es un maestro para la clasificación humana, dando vuelta la clasificación del mundo, poniendo a los últimos como primeros. La espiritualidad cristiana no cambia por los valores de mercado, ni por la aprobación multitudinaria. Por lo tanto el que opte por los últimos, por la verdad, la justicia y el amor elige la oposición a los intereses de los poderosos y oprimidos engañados. Eso trae sus consecuencias reales de no ser entendido y alguna vez perseguido. A una persona, institución, política, según Jesús no se la evalúa según el éxito, sino el lugar que les da a los excluidos del sistema reinante.
Nacho

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