viernes, 9 de noviembre de 2012

¿Qué haría, que diría Jesús en esta realidad?


Las personas pasamos dejando nuestras huellas.

En estos días contaban de Asdrúbal (sacerdote que vivió en San José obrero) que un día estaba en la capilla dialogando con la abuela que cocinaba. Llega un señor bien vestido, muy conocido en el pueblo por sus obras de beneficencias y le ofrece una ayuda económica. El cura conocedor de la realidad y con la libertad de los que viven como hijos de Dios le responde:

- «estamos muy agradecido por vuestro deseo de colaborar con el salario de vuestros trabajadores, pero no puedo aceptarlo ya que no se si los obreros no lo necesitan para otra cosa. Por eso le sugiero «por su salvación» que ese dinero se lo devuelva a quienes les corresponde, en particular a los trabajadores que su gerente despidió porque ejercían el derecho social de agremiarse...»

Al optar por esto la capilla se mantiene hasta hoy con la canastita en la cuales aportan los fieles”.

En toda experiencia hay trigo y cizaña, podemos estar en acuerdo o en desacuerdo. Lo diferente que tiene el movimiento cristiano es que no está regido ni por leyes ni por la eficacia. Tampoco por las autoridades de turno.Está fundado en los hechos y en las palabras del hombre que es palabra de Dios llamado Jesús.

Esto nos permite tener una referencia más allá de nuestros gustos y pareceres. Preguntarnos:
     ¿Qué haría, que diría Jesús en esta realidad?
Esto nos ayuda a descentrarnos de nuestro yo y de las influencias culturales que nos rodean. Incluso nos hace libres ante las autoridades religiosas y poderes de este mundo.

En sus enseñanzas Jesús decía: Cuídense de los maestros de la ley a quienes les gusta pasearse con sus amplias vestiduras, ser saludados en las plazas y ocupar los asientos reservados en las fiestas. Estos devoran a los pobres amparados incluso en alguna religión. ¡Con que severidad serán juzgados! Por otra parte se admiraba de una viuda pobre que ofrecía a la comunidad unas moneditas. Las cuales no eran sobras, sino más bien las que tenía para vivir.  (Mateo 12, 38-42)

Escuchando la palabra bíblica de este fin de semana recordé una de las huellas dejada por Asdrúbal en sus andadas por los pagos de la tercera Sección. Cuando me encuentro con él, siempre me pregunta por doña Zulema, la señora viuda y pobre que por muchos años puso «su tiempo y su trabajo al servicio de la comunidad desde la cocina...».

Este fin de semana pasado comparábamos «la vida» a la carrera de Raid. La cual tiene dos etapas. Siendo el bautismo la marcación con la camiseta de Jesús. Con la diferencia que en el Cristianismo no se compite contra el otro, sino que estamos invitados a cabalgar junto a los otros, sin olvidarnos de los de atrás. Siendo la primera etapa la más corta que puede llegar a los 100 años, y la segunda: la vida eterna.

Pero entre una y otra hay el control del pulso, del corazón, donde nos preguntarán por «el amor a los más próximos». Asdrúbal quiso colaborar con el empresario para que pasara a la segunda etapa siendo justo con los compañeros de trabajo.

Doña Zulema que en la primera etapa no ha sido muy nombrada, sin duda pasará el control después de la muerte para entrar a vivir la segunda etapa, la más larga: la eterna...
Nacho

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