martes, 13 de noviembre de 2012
"Yo estoy convencido que el Espíritu sopla en la ruptura" PABLO RICHARD
Por Magdalena Martínez ( Obsur)
¿Por dónde le parece que pasa hoy la nueva evangelización?
¿Por dónde nos está tironeando el Espíritu?
Sacerdote y teólogo chileno, residente en Costa Rica desde 1978. Trabaja en el Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI) y es autor de varias publicaciones.
Yo estoy convencido que el Espíritu sopla en la ruptura. Ha llegado el momento de rupturas, donde creer en Dios es desobedecer a las estructuras. Yo veo mucho la experiencia de Sucumbíos (Ecuador). Yo fui dos veces a Sucumbíos donde había una pastoral maravillosa, con su obispo Gonzalo López Marañón, una iglesia maravillosa. Y de repente mandan a los Heraldos del Evangelio que obligan al obispo a partir para España y a renunciar. Entonces hay momentos de ruptura que son necesarios. Ruptura para seguir, para seguir caminando como discípulos. Pero hay situaciones de iglesia que no se pueden tolerar.
También en Paraguay. Cuando viene el golpe constitucional a Lugo el primero que vino a visitar a Franco fue el Nuncio. Entonces yo escribí unas líneas (yo estaba en El Salvador, y Jon Sobrino lo publicó en la Carta a las iglesias), en las que yo dije: “Señor Nuncio, usted ¿a quién representa? ¿Usted representa al Estado del Vaticano como el embajador de Colombia representa al Estado de Colombia? Si usted representa al Estado del Vaticano yo llamo a la desobediencia civil. Si usted representa a la Iglesia, aunque no es totalmente de mi agrado, por lo menos podemos hablar”. Son momentos de ruptura, en los que uno tiene que decir basta. El Espíritu en ese momento está diciendo “basta”.
Yo estaba también comprometido un poco en las universidades, en la facultad de teología, y un día yo dije basta y fui a trabajar con la gente de la calle. Iba todos los domingos a las 7 de la mañana a una plaza nada más que a escuchar. Toda gente alcohólica, drogadicta, con VIH, Sida. Esa fue otra ruptura en mi vida. Y cada vez que hago una ruptura siento el Espíritu fuertemente. Porque, como dijo Comblin, el Espíritu Santo no sólo está en la Trinidad, está en la historia humana, está en la tragedia humana. Ahí está el Espíritu. Ha sido en la ruptura, en la desobediencia donde yo he encontrado el discipulado, y como discípulo sigo estando en la Iglesia. Pero como discípulo.
Yo ya no aguanto las misas tradicionales, con el sacerdote ahí en un altar. Yo celebro la misa en el Hogar de la esperanza, que es un centro para enfermos de VIH. Pero no en un altar, en una mesa. Y si es una mesa donde se come, estamos sentados. ¿Y cuál es el alimento? Un pan y un vino, no son esas hostias que no parecen pan. Y yo no quiero ser tampoco EL sacerdote que preside la eucaristía. Estamos todos sentados y yo pongo una mujer a mi lado, otra mujer a mi lado y una mujer que sea evangélica no católica. Ahí hay una ruptura con un modo de liturgia que ya no es la mía, yo ya no soporto una liturgia tradicional, una misa tradicional. A mí me gusta mucho celebrar la eucaristía pero con otros, con otras. ¿Cómo vamos a celebrar solos? En una mesa participan todos, todos comen. En las primeras misas que yo tenía nadie quería comulgar. Me decían: padrecito es que yo soy homosexual, yo soy alcohólico, yo soy prostituta… Entonces dije: no, esto no puede ser. La eucaristía no es para los justos, es para los pecadores. Jesús vino no para los justos sino para los pecadores. Porque si hay una misa todos comen, y aquí no hay pecadores, hay personas que quieren comer en una mesa. Eso fue otra ruptura.
De ruptura en ruptura yo he ido encontrando a Jesús. Pero sin romper con la Iglesia. Una vez un profesor, un teólogo del Opus Dei, de la Universidad de Navarra, vino a hacerme una entrevista de dos días porque estaba escribiendo un libro sobre historia de la teología latinoamericana. Al final me dijo: me siento derrotado, porque yo venía aquí para verlo, para encontrarle alguna herejía, para ver si lo podía pescar. Y me siento derrotado porque usted es el teólogo más radical que yo he conocido pero el teólogo más ortodoxo. Nunca he visto la radicalidad en la ortodoxia con la radicalidad de vida, me dice.
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Es un testimonio maravilloso. Siempre he admirado a Pablo Richard. Gracias por este escrito
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