Esta
dinámica de puertas abiertas, tan distinta a otras estructuras, está inspirada
por el Espíritu del Liberador. Las continuas despedidas y llegadas, encienden abrazos
fuertes, sumando nuevas miradas.
El viernes a
la noche hubo fogón, lo que no impidió que la madurez del grupo descansara bien, madrugando el sábado para
preparar todo. En el desayuno éramos más de 30, compartiendo las fotos del día
anterior y ofreciéndose voluntariamente para integrar los equipos de
preparación. Un equipo de cocina, otro de limpieza, mas el de ambientación de
la capilla, con el de música y el otro de liturgia.
Almorzamos, algunos disfrutaron de la playa, o
de la siesta, sin olvidar que hubo voleibol también y todos a sus grupos.
Realmente es una gran foto ver como personas tan distintas, son unidas por una
misma utopía. Seguramente en las casas, y cabañas del balneario, a nivel
familiar también estaban los preparativos, que incluyen luchas para
desamarrarse y participar.
La liturgia
de la misa ya fue “teología liberadora- comunitaria hecha carne”. La previa de
mate, abrazos, miradas, diálogo, organización sin poder central con suma de
talentos.
José Carlos
de Brasil hizo el comienzo con aplausos festivos, especialmente dándole un
lugar a los que estaban por primera vez.
Gonzalo de
Artigas, nos hizo memoria del caminar día a día en la semana para ser ofrecido
en la celebración. Además de acompañarnos a ser consientes de la presencia de
Jesús como padre y madre de todo esto.
Viki guaraní de Argentina, nos incorporó en el
caminar de la espiritualidad guaraní, buscando la Tierra sin mal. Con los
jóvenes ofrecieron la palabra bíblica en dos idiomas, con la danza del Arete
Guazú.
Sylvia y Raquel
de salto y Colonia, con sus palabras de mujer nos enriquecieron con el
comentario bíblico, tejido al andar y al soñar.
Fausto de
Lazcano, con los niños hicieron el ofertorio de los juguetes, flores,
alimentos, junto al pan y al vino. Por supuesto que el grupo musical acompañaba
en todo momento animado por Pablo, Roberto, Rossina, de Montevideo, Melo.
La
consagración invocando al espíritu de vida, al espíritu santo, se realizó con
la mano en el corazón, en un clima de silencio profundo que sirvió para ahondar
todo lo vivido. Cuerpo y sangre de Jesús compartido por dos laguneras y por
María de Argentina, en representación a todas las cocineras.
La acción de
gracia fue en particular por el don de la vida de cada uno, en las vísperas del
cumple de José Carlos. Donde no faltó la torta. Y al final en Juan Antonio,
lagunero, volvió a resaltar el signo de la luz de Cristo que nos acompañó y nos
quiere seguir acompañando en nuestro caminar.
La luz es
para ponerla sobre la mesa.
No faltando
al final la comida compartida con los panchos preparados por Mónica, María... y
las tortas traídas desde Brasil, junto a las bebidas y baile aportado por
todos.
Tenemos
claro que el fundante, convocante, impulsor
y centro de
todo esto es Jesús.
Tenemos
claro que el sentido primero de los campamentos
es
“encontrarnos con Él en un Nosotros”,
haciendo una
experiencia de Fe.
En la
cotidianidad, a ritmo vacacional
como familia
grande,
donde cada
uno pone los dones y bienes
al servicio
del bien común,
con momentos
explícitos de oración
como son el
de la noche en el templo
y las fotos del día.
La medida
del Amor, es la entrega
y se
transforma en la medida de lo recogido.
Cada cual
entregó lo mejor de si
y recogió lo
mejor de los otros,
nada se hizo
por obligación, ni por dinero.
Otro mundo
es posible ( Marcos 4, 21-25)
La
CELEBRACIÒN fue un espacio de armonía. Asientos completos, con aplausos,
cantos, risas, danza, lágrimas, abrazos, palabras, silencios, reflexión,
miradas… una verdadera trascendencia de la realidad de nuestra existencia, para
VOLVER MEJOR A ELLA. Es algo que nuestras palabras no pueden nombrar. Es un
signo del reino de Dios entre nosotros, construido por medio de nosotros.
Nacho