lunes, 12 de enero de 2015

El Hombre Bueno - Cuento

El Hombre Bueno
 
En un lugar de este país existía un hombre bueno al que le había ido muy bien en lo familiar y en lo laboral.
 
Este hombre reconocía y agradecía los excelentes padres que había tenido, aunque de su padre había algo que nunca había entendido. Si bien su papá vivió de su trabajo hasta la muerte, mensualmente le pedía un porcentaje importante de su ganancia y a medida que la empresa fue creciendo lo que le pedía su padre era mayor.
 
El hombre bueno nunca había tenido un pero con su padre, pero un fin de mes cuando este le pidió el porcentaje de sus ganancias el hijo con un tono envuelto en enojo y desacuerdo se animo a preguntarle ¿para qué o para quién? era destinado el dinero que salía del sudor de su frente.
 
El padre hizo silencio y su primera palabra fue una sonrisa pareciendo que desde siempre estaba esperando esta pregunta. Entonces con una tierna voz le contestó:-
 
-Hijo, tu tienes dos hermanos más, hijos de tu mismo padre con diferente madre. Uno de ellos tiene capacidades diferentes y gracias a tu aporte ha podido a lo largo de su vida tener lo necesario. La otra tiene una historia que prefiero no contártela y gracias a tu aporte, siendo una mujer mayor, hoy madre soltera está terminando la escuela y aprendiendo un oficio.
 
El padre miró a los ojos a su hijo bueno y lleno de emoción continuó diciendo:
 
-  Feliz de ti que te han regalado una buena familia, salud e inteligencia para ser un exitoso.  Y gracias a ello con parte de tus ganancias podes ayudar a tu hermano más débil y a tu hermana más pobre.
 
El hombre bueno quedó desconcertado, sin palabras. Nunca pensó ni se imaginó que su padre tuviera otros hijos.
 
Pasó el tiempo y en un trágico accidente fallece el padre. Para el hijo fue un golpe tremendo y una de las preguntas que resonaba en su mente era:-¿ Por qué muere la gente buena y los malos la pasan mejor?
 
Pasó el tiempo del duelo y aquel hombre bueno seguía teniendo éxito en su mundo laboral. A su vez ,como es la lógica de la vida, toda empresa que crece, crece en problemas y estos aumentaban sus preocupaciones.
 
Era fin de año y el hombre bueno realmente estaba cansado y le seguía pareciendo injusto sacar de sus ganancias un aporte para los que no eran hijos de su propia madre.
 
Siendo un hombre religioso al dormirse esa noche también le pidió cuentas a Dios. Contándole de su cansancio, de su esfuerzo, de sus logros y de la disconformidad de tener que compartir con quienes ni siquiera conocía.
 
Según parece, como ocurre siempre, Dios escuchó las plegarias de este hombre y en sueños le dijo que lo entendía y que estaba dispuesto a cambiarle su vida.
 
El hijo bueno soñando empezó a sonreír como hacía mucho que no lo hacía. Se decía a si mismo porque había pasado tanto tiempo trabajando para otros que no conocía si Dios estaba dispuesto a liberarlo de los impuestos esa misma noche.
 
Entonces Dios soñando, junto con aquel buen hombre, transformó la realidad y por un día le cambió de vida poniéndolo en los zapatos de su hermano con capacidades diferentes. Y otro día lo ubicó asumiendo la cotidianidad  de su hermana pobre.
 
El hombre bueno despertó del sueño gritando: - No quiero ser otro.
 
Cuenta el cuento que al comienzo del nuevo año, el hombre que había sido bueno para si mismo, se transformó  poco a poco, en un hombre justo para los demás. Conoció la verdadera felicidad, que es: ser agradecido por la vida, por la familia, por las capacidades y por la inteligencia que se nos ha dado, disfrutando de poder servir a los demás.
 
Con gran sorpresa su madre le confiesa una gran verdad: que su papá no había tenido otros hijos, pero que siempre los había tratado como tal al muchacho con capacidades diferentes y a la mujer que con lentitud iba saliendo adelante.
 
 Entonces ocurrió lo que ocurre siempre, cuando un hombre es agradecido a la vida, descubriendo lo esencial del "ser humano": todos somos administradores de lo bueno que tenemos. Es lo que realmente nos libera de nuestro ego y nos habre al Amor. Esa persona es feliz y quien es feliz no necesita una ley, ni una relación sanguínea para compartir su pan, su ternura y sus saberes con otros que lo necesitan...
 
Colorín colorado en el comienzo del nuevo año, aquel hombre eligió caminar por el camino de la justicia social, abriéndose al Amor... con alegría despertó a un nuevo día.

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