viernes, 23 de enero de 2015

Lo seguía mucha gente...

SEXTO DÍA DEL CAMPAMENTO
De todas las ramitas fueron llegando los colibríes. Algunos madrugando más que otros; como los que se fueron a despedir a Mercedes que volvía a su nido a reencontrarse con picaflorcita Emilia.

Se fue Mercedes (físicamente, claro) pero nos dejó a Cacho. Y con él mismo estuvimos amargueando en la mañana; llenando nuestros termos vacíos… También llenamos nuestros corazones y nuestro espíritu con queso y dulce de leche traído de Colonia por una picaflora que llegaba del litoral. Así fue como con una florcita de aquí y otra florcita de allá fue que nos estuvimos alimentando del néctar de la Palabra, de Cacho, de Nacho (nuestro Cacho), de los vecinos, de nostros… y anduvimos picafloreando todo el día.

Cuando llegamos a celebrar todo lo vivido descubrimos que la gente que seguía a Jesús de todas partes, como nos contaba el Evangelio de ayer (Mc 3), esa gente que hablaba en distintas lenguas, distintas costumbres, lejos de sus hogares, toda esa gente éramos nosotros: brasileros, argentinos, uruguayos, desde Bolivia que rezaban por nosotros, de todas partes y por todos lados picaflores alborotados que buscan y buscan.... Y encuentran y encuentran. Encuentran a un Tumpa que nos ama, que tiene un proyecto para nosotros, que nos reconforta, que nos sana.


Como ese padre-picaflor que se mantuvo en vela (y coronando el día de ayer) esperando ansioso, expectante y amoroso a su picaflora que llegaba a las 4:30 de la madrugada. Una muestra más de ese Padre con amor de Madre que es el que nos ama, nos mima, nos llama.

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