Había un
hombre con ojos chiquitos, porque no desarrolló su mente. Por ser de mente
chiquita era fanático de su bandera. Si bien su bandera tenía colores de otras
banderas, por ver poquito el hombre creía que su bandera era la única
verdadera. Y cuando un hombre se cree dueño de la verdad, no puede encontrar
verdad en ningún color de otra bandera.
Los hombres
de mente chiquita, se fanatizan y se sienten amenazados por todo lo demás. Y al
sentirse amenazados se transforman en francos tiradores o se agrupan en sectas.
Por un tiempo viven en el aislamiento, con indiferencia a otras banderas. En el
aislamiento se agota el amor. Y cuando falta el amor, deja espacio para el
odio. Al crecer en el corazón del hombre o del grupo, a su momento explota
violentamente…
Los hombres
de ojos chiquitos, son fruto de un modo de educar. En ambientes familiares,
sociales, deportivos, políticos y religiosos, hay hombres con ojos grandes, con
deseos de mayor grandeza. Utilizando a los más pequeños, sin promover el
desarrollo de su mente, ellos consiguen adoradores.
Con ojos
chiquitos, o con información superficial, en la realidad se ve “la explosión
causada por el hombre de ojos chiquitos”. Pero la verdad es, que detrás de cada
hombre, hay amores recibidos o negados. Hay ayuda para el crecimiento o
mutilación de posibilidades. En cada hombre hay una decisión personal, pero
como todos nacemos chiquitos somos condicionados, por el hábitat de
crecimiento.
Misteriosamente
el hombre tiene unos ojos, una mente, un corazón con gran posibilidad de
cambio. Y en momentos históricos: una mirada, una palabra, un te amo,
pueden abrir los ojos, la mente y el
corazón. A su vez, las tres P, el poder, el peso y el prestigio, poco a poco
pueden ir encegueciendo la mirada, cerrando la mente a los distintos,
acrecentando el odio.
La historia
está entretejida “por amores o por su ausencia”. Hacer historia constructiva,
pacífica, verdadera y justa, es hacerla amando a las distintas banderas. En
todas hay algo de verdad. Los hombres de mente amplia para nada son fanáticos.
Han optado por una bandera, porque amar es elegir. Y solo eligiendo se
profundiza y se aporta. Quien emprende este camino, al ahondar en lo suyo descubre
los colores de los otros. Al ver sus carencias, comprende que los demás también
las tengan.
El camino es
el amor. Y el amor es inclusivo. Es de multicolores. El amor dilata la mente y
el corazón… nos abre los ojos. Nos hace ver más haya de lo que otros ven, o de
lo que otros quieren que veamos. El místico va al encuentro, se relaciona con
diferentes, mastica, saborea, profetiza.
Siempre se pone de parte del más
débil. Muchas veces comprende al condenado. Y esto es lo que más molesta a los
que no son juzgados “por ser grandes” y cada vez son más grandes utilizando a
los fanáticos.
Nacho
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