martes, 10 de noviembre de 2009

Los retos de la teología en el siglo XXI


José Comblin

Nuestro punto de partida será la distinción entre religión y evangelio. El cristianismo no es originalmente una religión y Jesús no fundó ninguna religión. Más tarde los cristianos fundaron la religión cristiana, creación humana y no divina...

El evangelio de Jesús no es una religión. Jesús no fundó ninguna religión: no proclamó una doctrina religiosa o una mitología, ningún discurso sobre Dios, no fundó ningún culto y no fundó ninguna clase clerical. Jesús proclamó e inauguró el reino de Dios en la tierra. El Reino de Dios no es ningún reino religioso, es una renovación de toda la humanidad, realización que cambia el sentido de la historia humana, abriendo una nueva época, la última. Es un mensaje para toda la humanidad en todas sus culturas y religiones. Se podría decir que es un mensaje y una historia meta-política.

Puesto que los seres humanos no pueden vivir sin religión, los discípulos de Cristo durante 2000 años construyeron una religión que fue como el revestimiento del mensaje cristiano, con el peligro de transformar el cristianismo en una religión. El revestimiento religioso puede ocultar el mensaje del evangelio o puede conducir a ese mensaje según la evolución de la historia. En muchos casos la religión ocultó el evangelio. Los cristianos enunciaron una doctrina que usó muchos elementos del judaísmo o de las religiones no cristianas ni judías, crearon un culto de la misma inspiración y crearon todo un sistema jurídico que encuadra una institución muy compleja.

Podemos decir que la historia del cristianismo es la historia de una tensión o de un conflicto entre religión y evangelio, entre una tendencia humana hacia la religión, y las voces o las vidas de los que querían vivir según el evangelio.

Las religiones son conservadoras y creen en un mundo permanente en el que todo recibe una explicación religiosa. La religión cambia inconscientemente pero resiste ante cualquier solicitación de cambio voluntario. Muchos cristianos y estructuras cristianas luchan sin saberlo contra el evangelio. Hay algo de verdad en lo que decía Charles Maurras, ateo francés del siglo XX, cuando decía que felicitaba a la religión romana por haber sacado del cristianismo todo el veneno del evangelio. Es un poco exagerado pero sugestivo.

El evangelio es cambio, movimiento, libertad. No puede aceptar el mundo que existe, porque tiene que cambiarlo. El evangelio es conflicto entre ricos y pobres. Es opción entre ricos y pobres. En la religión ricos y pobres son parte de la armonía general. Son así porque tiene que ser así, aunque los ricos tengan que ayudar a los pobres sin cambiar esa estructura creada por Dios o por los sustitutos de Dios. La religión quiere paz, aunque sea con alianza con los poderosos. El evangelio quiere conflicto.

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