Señor, tú nos enseñas que no debemos rezar como rezan los hipócritas
haciéndose ver por la gente.
Nos invitas a entrar en la pieza, a cerrar la puerta
y a rezar al Padre en secreto.
Y el Padre, que es Padre nuestro y ve en lo secreto, nos recompensará.
Señor, tú nos enseñas que no debemos ayunar
en la tristeza y en la melancolía para hacernos ver por la gente.
Nos invitas a perfumarnos la cabeza y a lavarnos la cara
para ser admirados por el Padre en secreto
y para presentar un cristianismo bello, alegre y atrayente.
Señor, tú nos enseñas a no acumular tesoros en la tierra
donde aparecen el herrumbre y el ladrón,
que llegan para arruinar y derrumbar nuestra vida.
Nos invitas a acumular, donando, tesoros en el cielo,
donde el Señor todo lo custodia
y nos recuerdas que nuestro corazón habita donde se encuentra el tesoro.
Te rogamos: acompáñanos, en el tiempo cuaresmal, a ser
fuertes y pacientes para vencer el mal,
unidos y renovados por Ti, en el jardín de la Resurrección.
¡Amen!
_ Una Iglesia plenamente sometida a la Palabra de Dios, nutrida y liberada por esta Palabra.
-Una Iglesia que pone la eucaristía en el centro de su vida, que contempla a su Señor, que hace todo “en memoria de Él”, modelándose sobre su capacidad de don.
_ Una Iglesia que no tema utilizar estructuras y medios humanos, pero que no se haga esclava de ellos, sino que de ellos se sirva.
- Una Iglesia que desea hablar al mundo de hoy, a la cultura, a las diversas civilizaciones, con la simple palabra del Evangelio.
_ Una Iglesia que realiza un paciente discernimiento, valorizando con objetividad y realismo su relación con el mundo, con la sociedad de hoy; que estimula la participación activa y a la presencia responsable, con respeto hacia las instituciones, pero que recuerda bien la palabra de Pedro: “Es mejor obedecer a Dios que a los hombres” (AT. 4,19)
Del sueño de una Iglesia así y de su capacidad de servir a la sociedad con todos sus problemas nace la invitación de poder aún soñar.
- Permítanse soñar.
- Permítanse mirar más allá de la fatiga de cada día.
- Permítanse inspirarse en los grandes ideales.
- Permítanse contemplar las figuras que, como Ambrosio, han marcado un pasaje de época, no con empeño militar o con reformas impuestas de lo alto, sino valorizando la vida cotidiana de la gente, enseñando que la fuerza y el Reino de Dios están ya en medio nuestro y que basta abrir los ojos y el corazón para ver la salvación de Dios. La fuerza de Dios está en medio de nosotros en la capacidad de acoger la existencia como don, de experimentar la verdad de la beatitud evangélica, de leer en la misma adversidad un designio de amor, de sentir que el discurso de la cruz da vuelta las opiniones corrientes, vence los miedos ancestrales y permite acceder a una nueva comprensión de la vida y de la muerte.
Vuestro sueño no será entonces irresponsable, ni evasión de las fatigas cotidianas, sino apertura de horizontes, lugar de nueva creatividad, fuente de acogida y de diálogo.
ESTO ES LOS PARTE DE LOS SUEÑOS DEL GRAN CARDENAL C.M. MARTINI. Y A DECIR LA VERDAD LOS MIO. Y PIENSO DEL PUEBLO DE DIOS.
ESTO ES LOS PARTE DE LOS SUEÑOS DEL GRAN CARDENAL C.M. MARTINI. Y A DECIR LA VERDAD LOS MIO. Y PIENSO DEL PUEBLO DE DIOS.
ME PARECE INTERESANTE QUE LAS GENTE SEPA QUE ESTAMOS EN ESTOS SUEÑOS. CON CARIÑO HNA LUIGINA, FIORANGELA
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