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Sin duda que el ambiente político, religioso, social y familiar es diferente cuando existe la palabra de la mujer. A nivel político se va haciendo camino al andar y en el mundo entero hay signos de mayor igualdad en representatividad femenina y masculina. En las distintas religiones sin duda que son las mujeres las que sostienen y fecundan las diferentes comunidades pero aún las decisiones son demasiadas machistas. En lo social las mujeres van logrando su espacio de participación, pero hay una desproporción grande aún en la igualdad de género en las comisiones, gremios, etc. En lo familiar quizás es donde se ha caminado más, sabiendo que hay mujeres sumisas a sus maridos o dependientes de sus hijos, las mujeres en general han logrado ponerse en igualdad de condiciones en cuanto a las decisiones, economía, libertad, etc. En todo caminar humano hay la posibilidad de caer en la ley del péndulo es decir pasarse para el otro lado, pero quien estuvo por siglos tratada como un cero a la izquierda tiene derecho a equivocarse en búsqueda del equilibrio de género querido por el creador. ¿Cómo andamos por casa?
Sin duda que el ambiente político, religioso, social y familiar es diferente cuando existe la palabra de la mujer. A nivel político se va haciendo camino al andar y en el mundo entero hay signos de mayor igualdad en representatividad femenina y masculina. En las distintas religiones sin duda que son las mujeres las que sostienen y fecundan las diferentes comunidades pero aún las decisiones son demasiadas machistas. En lo social las mujeres van logrando su espacio de participación, pero hay una desproporción grande aún en la igualdad de género en las comisiones, gremios, etc. En lo familiar quizás es donde se ha caminado más, sabiendo que hay mujeres sumisas a sus maridos o dependientes de sus hijos, las mujeres en general han logrado ponerse en igualdad de condiciones en cuanto a las decisiones, economía, libertad, etc. En todo caminar humano hay la posibilidad de caer en la ley del péndulo es decir pasarse para el otro lado, pero quien estuvo por siglos tratada como un cero a la izquierda tiene derecho a equivocarse en búsqueda del equilibrio de género querido por el creador. ¿Cómo andamos por casa? 
CUARESMA
SINTONIZANDO LA MUSICA INTERIOR
Era en la Biblioteca de la Escuela Bíblica de los dominicos en Jerusalén. Dos de la tarde. Allá por abril del año 87. La sala desierta y yo sentada delante de una mesa llena de libros y diccionarios, con toda una tarde de estudio por delante y conectada, como único consuelo, a una emisora de música clásica a través de un pequeño transistor. Desde mi vocación frustrada de directora de orquesta, y aprovechando la soledad, me puse a dirigir con la mano derecha la Sinfonía 40 de Mozart, mientras sostenía un libro con la otra mano. Al cabo de un rato, levanto los ojos y veo a un cura, vecino habitual de mesa, parado en el umbral de la puerta mirando hacia mí con asombro. Como de lejos mis pequeños auriculares eran invisibles y sólo percibía el frenesí descontrolado de mi mano, debía pensar: «Esta pobre mujer, tantas horas aquí sentada, ha debido trastornarse un poco». Hice como que me rascaba la cabeza para disimular, suspendiendo en el acto el concierto.
Y me reí por dentro, por lo ridículo de la situación, pero luego empecé a verla como una preciosa parábola: ¿y si la fe fuera la música interior a la que damos oído, que nos hace movernos con un determinado ritmo y a realizar unos gestos incomprensibles para quienes no la escuchan? Y cuando decae nuestra danza ¿no será porque nos hemos desconectado de la frecuencia del Evangelio?
(Dolores Aleixandre)
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