Soy Nelda Rivas, una abogada uruguaya,
mercedaria, de 29 años, que al recibir su título, se regaló un año fuera de las leyes y dentro de
la gente.
Así fue
que marché el 11 de mayo del 2003 hacia el corazón de América, Bolivia, y en un
rinconcito de ella, Villa Montes, encontré un hogar entre medio de 4 águilas y
un pichoncito: María, Zita, Rosa, Graciela y Gracielita (Hermanas Misioneras
Franciscanas del Verbo Encarnado. Allí viví hasta los primeros días de
diciembre.
Me
levantaba temprano y mate en mano comenzaba mi jornada escuchando las noticias
sobre cómo andaba mi vida, en oración con la familia. Después marchaba a disfrutar de los Flores
Camacho, unos hermanitos que se pasaban toda la mañana obstinados en hacerme
jugar, en hacerme soñar. Las Mellis eran la más exigentes al mirarme y oligarme
a ver en ellas, en sus ojos, que Dios tenía un sueño para ellas. Y Fátima
lograba que saliera de mi, toda la ternura, mientras Noemí y Dayana se
esmeraban en no perder la paciencia mientras yo intentaba aprender WEENHAYEK.
(Pesca comunitaria Weenhayek en el Pilcomayo)
Por la tarde el desafío era compartir el mate
con mis compañeros de trabajo y por la noche disfrutar de mis amigos, Sandra ,
Pancho, Alejandro, Irma, Joel, el Savia Nueva (grupo de Pastoral Juvenil, con
el que aprendì que la PJ es verdaderamente latinoamericana) y sus familias.
Durante
este tiempo pasó por Villa Montes otro águila, Nacho, que trajo noticias de
gente distinta, el Pueblo Guaraní. Este personaje es un cura diocesano, de
Melo, que durante su estadía en Gutiérrez (Santa Cruz, Bolivia) vio que
andábamos varios pájaros sueltos, sin bandada, buscando cada uno por su lado,
descubrir su propio vuelo.
Poco a poco nos fuimos agrupando, hoy somos
una pequeña comunidad que vive en la parroquia de Gutiérrez, en donde siempre
hay lugar para el que quiera compartir el desayuno y su vida con nosotros. Al
comenzar la mañana, ponemos el mechero al medio, y es la palabra del Evangelio
que nos ilumina y nos cuestiona. Escuchando estamos monjas, curas, laicos,
seminaristas, águilas pequeñas y águilas grandes, solteros, casados,
bolivianos, guaraníes y uruguayos, Hombres y Mujeres simplemente. Cada una de nuestras historias y nuestras
luchas es puesta a la mesa y es la comida más nutritiva, encontrándonos con
nosotros mismos y con los que vivimos tan cerquita, nos sentimos fuertes y
sanos para poder salir al encuentro con los que viven "fuera de la
parroquia". Y entonces comienza la rutina. Pensar el día, adónde vamos,
quiénes, qué llevaremos para el viaje, pensar cuándo volveremos y mirar el
cielo, porque quizás llueve y cambian los planes...
El vuelo de esta bandada es tranquilo, lento,
discernido entre todos, pero fundamentalmente libre, sintiendo en nuestras alas
la libertad que nos da el sabernos hermanos. Se disfruta mucho del vuelo y
también de los nidos que nos acogen en el camino, cuando detenemos la marcha y
encontramos madres, padres, comunidades religiosas que nos hacen parte de su
familia, y ahí si, hay que ver cómo disfruta la bandada: come, duerme, se baña
y hasta lava su ropa, sabe que es la única manera de sostenerse en el aire.
Tenemos una misión, recuperar nuestra dignidad
como hijos de Dios, sentir fuerte esa voz del Padre que dice: " TU ERES MI
HIJO MUY AMADO, ME GUSTAS". Mirar hacia nuestro interior, perdonarnos y
querernos cada día más y mirar a nuestro lado y descubrir en el otro, el
hermano, la hermana, a las que nuestro padre también le dice: "TU ERES MI
HIJO MUY AMADO, ME GUSTAS".
Nelda
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