Lo bueno es que Dios nos ofrece muchos caminos posibles para ir “dando vuelta” nuestra vida hacia él.
Algunos de esos caminos tienen historia.
Están bien probados, son buenos caminos.
Caminos que no son siempre fáciles, pero que son seguros.
La madre Giovanna encontró uno de esos caminos.
Un camino exigente pero seguro: el de San Francisco de Asís, un hombre enamorado de Cristo, que vivió una vida de pobreza, de desprendimiento, acercándose a Cristo en el hermano pobre, incluso en aquel que, como el leproso, nadie quiere tocar ni ver.
En las Cartas circulares de la Madre Giovanna está siempre presente esa mirada cristiana y franciscana hacia los hermanos más pobres, que para ella tienen los nombres de diferentes formas de pobreza: “los oprimidos, los rebeldes, los desviados, los abandonados, los pobres, los desesperados”; “los enfermos, los sufrientes”, “los sin Dios, los drogados, los anormales, los perdidos”.
Jovenes en fraile
hermana fundadora en el ofertorio
...y la misa se encarno en nuestra cultura
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