miércoles, 29 de diciembre de 2010

Eso que SOY

Se va terminando el año y yo (re) comienzo a escribir. El aterrizaje, que en los primeros días me costó mucho y que aun sigue siendo, me bloqueó las palabras, me quitó el entusiasmo de dejar por escrito sentires y pesares. Pero la Navidad me renovó, me volvió a anunciar una buena noticia y me llenó de ganas de seguir caminando, de seguir compartiendo y de seguir soñando.

Aun no sé cuáles serán los caminos por los que transitaré el año próximo. No sé en qué trabajaré, qué lugares frecuentaré, qué personas encontraré. Puedo insinuar algunas cosas, pero de otras no tengo la más mínima idea. De algún modo, salvando las diferencias, el comienzo del 2011 se asemeja al del 2010, año en el que comenzaba una peregrinación que no sabía por donde me llevaría. Y es lo vivido en este año lo que me hace pararme de un modo distinto en el comienzo del próximo.

Me siento igual pero me siento distinta. Dicho de mejor modo, me siento más lo que SOY. Eso, creo que voy siendo más yo. Si algo tuvo de aprendizaje este viaje fue de mí misma, conocerme, descubrirme, destaparme. Como diría Nacho, dejar que ese manantial profundo aflore. Entonces, redescubro mis potenciales y busco como ponerlas al servicio de otros, asumo mis debilidades y en ellas Dios me da fuerza.

Los primeros días lloré mucho, estaba muy asustada. Tenía miedo de que lo vivido quedara tan solo en el recuerdo, que no pudiera reconocer el llamado de Jesús y por tanto no poder seguirlo de la mejor manera. Hoy me siento más tranquila. Cuando miro atrás y tomo conciencia de lo que hice; cuando releo lo compartido a través de este blog... ahí veo que ya hay señales, que hay algunas certezas (de cosas que quiero y cosas que no quiero), que hay pistas de por donde caminar el tiempo que viene. El espacio comunitario, el estar disponible, el vivir entre los pobres, el desprenderse de las ataduras materiales, valorar los tiempos de encuentro... todo eso quiero que viva en mi vida.

Como decía Erik, de todo eso estuvo plagado este viaje. Nuestra casa en la toma en Neuquén, charlas con mate dulce ahí y en alguna casa vecina, las oraciones con las hermanas... Charlas y caminatas con Wilson, Edgardo, con los pobladores de El Caín, con los jóvenes de Concepción, con amigos en Santiago... Celebraciones en las que se pone la vida como la de Peñalolel y aquellas más íntimas como las de Río Branco... Conocer experiencias comunitarias en Pudahuel y en El Callao... La gratuidad con la que nos recibieron y abrieron las puertas y el corazón... El trabajo y compromiso de tantos en medio de la pobreza y el dolor... Y esto como muestra, porque hay mucho más para decir.

Me alegro cuando veo que en estos días ya hay cosas de éstas que van viviendo en mí. Cuando dejo de darle valor a algunas cosas y le doy valor a otras, cuando disfruto con una caminata solitaria, cuando saboreo los momentos de encuentro, cuando río a carcajadas por el sólo hecho de reír, cuando le huyo a los grandes lujos y me quedo en la sencillez... cuando algo de esto pasa sé que el viaje se hace carne en mi vida.

El año que se va ha sido un año maravilloso para mí. Soy feliz por haberme animado a recorrerlo, feliz por haberme desprendido de algunas cosas para llenarme de otras que me hacen ser más yo, feliz por lo vivido, lo aprendido, lo crecido. Seguirá siendo constante ese ejercicio de desprendimiento para ser cada día un poco más eso que SOY.

Male

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