...Gonzalo nos
contaba que su primer encuentro con “los Colibríes” fue por medio de este blog.
Y que algo que lo atrajo fue la presencia de Carlos de Foucald. Del cual
recordamos su martirio el 1 de diciembre día en que nació esta experiencia
grupal en Bolivia el 2003.
Justamente
el sábado en el encuentro de la Laguna al llegar a la celebración pasada las
cuatro de la tarde recordábamos al amigo Carlos.
En su camino
de búsqueda, probando muchas cosas, que según las miradas podríamos llamar
buenas, malas y horrendas… Después de algunos encuentros con el Jesús presente
en los más empobrecidos y alejados en el desierto del Sahara que le movilizaron
su existencia y de experimentar con muchas lágrimas la infinita misericordia de
Dios, decidió dedicar su vida a “seguir los pasos de este nuevo amigo”.
Siendo un hombre “radical” creyó que estar con
Jesús era vestir, comer y trabajar como Él, en las ciudades y campos donde El
había andado. Entonces se fue a vivir a Palestina llamada Tierra Santa. Con el
tiempo “el espíritu” le hizo comprender que el seguimiento estaba basado en
“buscar escuchar y realizar la voluntad del padre en bien de un mundo mejor”…
Al entrar a
la capilla Estela Maris del lago mi piel, mi pensamiento, mi corazón percibían
un clima de estar en un lugar sagrado. De los silencios brotaban palabras
sencillas y autenticas.
Cada cual
presentándose en verdad. Los diferentes colores de vida, de perdidas, de
alegrías, dolores, fecundidad, de esperanza se tejían en el centro del círculo
de los presentes. Algunos se veían por primera vez. Otros ya se conocían, sin
conocer algunas de estas verdades. Veníamos dispuesto a “ser amigos del
tiempo”, por lo tanto había tiempo para hablar siendo escuchado por todos.
La
coordinación de la celebración y las palabras de Diego, acompañadas de Marta,
Rossina y Erik que nos impulsaban a cantar,
creaba una mística incontable…
Reitero, que
creemos que el seguimiento de Jesús, su presencia no es algo que nos evade de
la vida, sino que le da autenticidad.
Y ese
momento de “fe” de presencia en el pan y vino, seguido del Padre Nuestro, los
abrazos profundos de la Paz, y la acción de gracia… Tan adentro de la vivencia
estábamos todos, que nadie se acordó de sacar alguna foto.
El tiempo
seguía amenazante, los relámpagos daban señales por las ventanas, pero como es
costumbre de los laguneros “había que transformar el altar en mesa”.
Milagrosamente aparecieron empanadas, torta fritas, bizcochos, piza… y bebida guaraná.
Las sonrisas
se entrecruzaban en ruedas de dos o tres, que cambiaban a su tiempo. Los temas
de la realidad política, eclesial, deportiva fueron la sobre mesa de la
merienda. Con el condimento de que a veces falta: “hablar de nosotros mismo”.
Jesús vino
para todos, y los más sencillos fueron los que más lo comprendieron. Por eso
siempre hay que dar una mirada a los niños ¿Cómo lo viven?... y aquí estaban
contentos en familia grande.
También es
de resaltar la presencia de un joven alumbrador, de un policía y otro del
ejército retirados, de amas de casa, de adolescentes de 15 años, cortadores de
césped, profesionales de la salud, de la educación, de Internet, trabajadores
públicos y sociales… todos unidos en la misma celebración.
Si Olvidar a
los medios, como son los celulares, que permitieron en plena misa hacer
presente los saludos de Joaquín desde Croacia, si desde allá del otro lado del
mundo; Numila desde resistencia Argentina… y todos los y las otras que por
medio de la oración estábamos en comunión.
La noche
seguía iluminada por los relámpagos y llego la hora de volver a la casa común.
Confieso que no vi cena… “no solo de pan vive el hombre” y hay veces que hay
tanto pan a su vez tanto vació…
Seguramente
en los hogares de los que participaran de la Laguna, de rio Branco habría
comentarios, silencios, recuerdos… agradecidos al Dios del encuentro y del
tiempo. Por casa los dieciséis en una
misma larga mesa jugaban a juegos de mesa, cartas, con guitarreada de fondo y
mate. Sin faltar la continuidad de los diálogos grupales con algunos más
personales en el alero de la casa.
Ahí por las
once de la noche, con un día “rico en tiempo en encuentros”, llego la hora de
la oración: las fotos del día. Disculpen si
no concordamos con alguno y no acepta esta liturgia sencillamente existencial.
Nos afirmamos “que es de Dios”, porque todos pueden participar, desde los niños
hasta los que se sienten más o menos alejados de Jesús.
El recoger
el día no podía ser muy diferente del día vivido. Las risas y lágrimas tuvieron
su lugar acompañadas de palabras entrecortadas y silencios muy respectados. Es
maravilloso enriquecerse con las diferentes miradas de un mismo hecho. Es de
gran alimento espiritual “escuchar al otro desde como lo vivió por dentro”.
Sin ningún
elemento “mágico” lo extraordinario es los pequeños detalles del momento que movilizan
la historia de cada uno y nos da esperanza del misterioso mañana.
Como es
costumbre la libertad es también en los horarios, algunos ya dormían, otros
aquí termino su día y otros matearon un poco más. A la mañana desde la seis en
delante ya unos en viaje, y seis y
treinta la caldera calentando agua ya con la yerba hinchando.
Dicen que
después cada cual al otro día a su hora, vio el sol. Los mandaderos y cocineros con
delantal sacerdotal. Otros a caminar por el balneario, fotografiando a las
gaviotas y a la bandada. Siempre están esos que sin decir nada limpian los
baños, se encargan de la basura, bailan con la escoba… todo en clima de
encuentro con tiempo y autenticidad.
Y llego un
nuevo mediodía. Domingo de arroz con salchicha y los fideos del día anterior. Excelente
menú para pájaros que están “prontos a la llegada de la suave briza y emprender
vuelo”. Y así fue que en quince en media hora todos aceptaron de hacer caravana
hacia una de las poblaciones más pequeñas del campo: Poblado Uruguay. Sera
parte de nuestra III narración, buscando la comunión con los del lugar, con los
alejados con ustedes que nos encontramos por este medio…
Nacho
En el día
del padre rezamos junto con Carlos de Foucald:
Padre mío,
me abandono a ti,
Haz de mi lo que
quieras.
Lo que hagas de mi te
lo agradezco,
estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo.
Con tal que tu voluntad
se haga en mi,
y en todas tus
criaturas,
no deseo nada mas, Dios mío.
Pongo mi vida en tus
manos.
Te la doy, Dios mío,
con todo el amor de mi corazón,
Porque te amo,
y porque para mi amarte es darme,
entregarme en Tus manos sin medida,
con infinita confianza,
porque Tu eres mi
Padre.
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