Pasó para nosotros los uruguayos el mundial, como pasó para muchos antes que nosotros y a su momento pasará para todos. En un mundo actual no muy diferente a otros donde los que tienen poder mandan injustamente. Y tienen la costumbre de crear ídolos sobre lo comunitario, los cuales deben ser adorados y después el mismo creador los destruye y sustituye. |
Tenemos la gracia de tener al
frente de nuestra selección a un Maestro, que insiste en el trabajo a largo
plazo acentuando el valor de lo colectivo más haya de los resultados inmediatos. Pero
que también nosotros por momentos nos enfermamos del “caudillismo mesiánico” y
hemos resaltado a jugadores de nuestro fútbol, teniéndolos como los “Mesías” que
olvidan los procesos de los equipos.
A Jesús también lo
quisieron idealizar sus seguidores. Él continuamente escapó a ser proclamado rey. Haciendo
referencia continuamente al único Padre, que nos hace no ser “nadie
más que
nadie”. A su
vez tampoco
Jesús se arrodilló ante
ningún llamado rey y vino a liberarnos de toda opresión y opresor.
Los que se creen sabios y
entendidos superiores a los demás no pueden entender ni aceptar la
igualdad de relaciones. Sin embargo hay muchas personas sencillas y humildes que
son capaces de participar de experiencias comunitarias sin necesidad de
sobreponerse sobre los demás. El ver el verdadero poder en lo colectivo es un
don que Dios se lo ha dado a quien ha querido. Todas las penas, las carencias
son más llevaderas en familia y comunidad que individualmente. Y quien tiene
“fe” y pone sus preocupaciones y problemas en un Dios buen Padre siente una
fuerza complementaria para cargar su cruz y un permanente aliviar su historia al experimentar la infinita
misericordia de Dios. ( Mateo 11, 25-30)
El fútbol pasa, vuelve la
política y
continúa la vida cotidiana de trabajo, estudio, relaciones humanas. Es bueno
aprender del mundial de fútbol que hay una tensión humana entre idealizar a
personas y el apostar a lo comunitario. Es bueno saber que hay un modo FIFA de
reinar que también se da en nuestra sociedad. Personas que se agrupan escondidas
detrás de una institución social, deportiva o religiosa con un fin oculto de
poder y enriquecimiento personal.
Pobre los que visiblemente o
solapadamente buscan “escalar centrados en si mismos”… cuanto más arriba lleguen de más alto será su caída. Felices los que
son participes de realizaciones colectivas sin creerse imprescindibles ni adorar a nadie como tal.
Felices los que “juegan” para el equipo sin necesidad de ser condecorados sobre
los demás. Los hay de unos y de otros en todas las instituciones humanas. Diría
más, que dentro de cada uno de nosotros están las dos tendencias y cada
día, en
cada relación, alimentamos el mesianismo o la hermandad universal.
Nacho
No hay comentarios:
Publicar un comentario