jueves, 30 de agosto de 2012

Buena noticia de Jesús para arepentidos, Domingo 2/8


En la misa festiva celebrada en la comunidad de Mevir, Marcel un niño de 5 años planteó una pregunta en el momento de la comunión:

   ¿Por qué a mí no me dan la comida de la mesa del mantel blanco?
Se refería al pan y al vino consagrado. A su manera de percibir las relaciones sin duda que el niño se sintió excluido de recibir a quien solamente habíamos anunciado que era la presencia sacramental de Jesús entre nosotros...
Me dejó pensando en que respuesta le podría dar... pero también me hizo reflexionar sobre los adultos que alguna vez escucharon que el alimento del mantel blanco no les está permitido recibirlo, por distintas razones...

 El texto bíblico nos presenta a los Fariseos desconcertados con Jesús porque no respeta algunas normas culturales. Jesús los llama de «hipócritas porque ponen primero las tradiciones al mandato de Dios». He incluso deja en claro que «ninguna cosa externa que entre en el hombre puede mancharlo, lo que lo hace impuro es lo que sale del interior de él».
Esta misma actitud «puritana, excluyente» de los fariseos creció de tal manera hasta matarlo en la cruz, no podía ser que Dios estuviera por comer en la mesa con los pecadores, (recordemos que compartir la mesa era abrirse a una relación de amistad), o dejarse tocar por mujeres consideradas impuras y por endemoniados. (Marcos 7, 1-23)
Pero también sus primeros discípulos eran esclavos de las tradiciones y quisieron retirar a los niños, a los ciegos... para que no se relacionaran con Jesús y querían hacer caer fuego sobre la cabeza de los que habían formado otros grupos religiosos...

En Sarandí de Barcelo la comunidad de campo se viene reencontrando con el Jesús «buen tropero o buen pastor» con el Dios que en la primera navidad nos dejó claro que estaba en los hombres mismos y en particular en los que no eran recibidos, en los más pobres y frágiles. Un Dios «rey necesitado» de los varones y mujeres, de cada uno de nosotros también hoy en día.
Ya están soñando un pesebre criollo en el galpón, con un niño Jesús niño o niña nacido/a en la zona para reafirmar la buena noticia «que Dios está con nosotros en el corazón de cada persona humana».
Cuando nacimos nació un pedacito de Dios, y lo que hagamos con nosotros mismos y con los demás lo hacemos directamente a Dios...
Me emocionó al recordar a Marcel deseando comulgar con Jesús, compartir la mesa con todos. Y creo que Dios mismo se emociona cuando alguien desea acercarse a su mesa...
Cuanto más fuera del amor estuvo, más Dios derrama su gracia, su misericordia, su amor. Ese Dios que no vino a condenar sino a salvarnos, que no vino para los que se consideran sanos, sino para los que se descubren en falta... Sin olvidar que son setenta veces siete, es decir siempre, que Dios nos espera en el mantel blanco para limpiar nuestro interior.
Si me acerco arrepentido sinceramente él me perdona y fortalece siempre.
Dedicándole tiempo como a un amigo, él se va encargado de indicarnos como ir ordenando nuestra personalidad y como ir mejorando nuestras relaciones y acciones... muchas veces necesitaremos de otros y alguna vez alguien necesitará nuestro...
Me emocionó al compartir con ustedes que hay una comunidad soñando celebrar una navidad con fiesta para todos, sin duda que es el sueño de Dios... Desde ya sientansen invitados, Nacho

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