ENTRE LA LUZ
Y LA SOMBRA.
En
La Realidad, Planeta Tierra. - Mayo
del 2014.
Compañera, compañeroa, compañero:
Buenas noches, tardes, días en cuales quiera que sea su
geografía, su tiempo y su modo.
Buenas madrugadas.
Quisiera pedirles a las compañeras, compañeros y
compañeroas de la Sexta que vienen de otras partes, especialmente a los medios
libres compañeros, su paciencia, tolerancia y comprensión para lo que voy a
decir, porque éstas serán mis últimas palabras en público antes de dejar de
existir.
Me
dirijo a ustedes y a quienes a través de ustedes nos escuchan y
miran.
Tal
vez al inicio, o en el transcurso de estas palabras vaya creciendo en su corazón
la sensación de que algo está fuera de lugar, de que algo no cuadra, como si
estuvieran faltando una o varias piezas para darle sentido al rompecabezas que
se les va mostrando. Como que de por sí falta lo que falta.
Tal
vez después, días, semanas, meses, años, décadas después se entienda lo que
ahora decimos.
Mis
compañeras y compañeros del EZLN en todos sus niveles no me preocupan, porque de
por sí es nuestro modo acá: caminar, luchar, sabiendo siempre que siempre falta
lo que falta.
Además de que, que no se ofenda nadie, la inteligencia de
l@s compas zapatistas está muy por arriba del promedio.
Por
lo demás, nos satisface y enorgullece que sea ante compañeras, compañeros y compañeroas, tanto del EZLN como de la Sexta,
que se da a conocer esta decisión colectiva.
Y
qué bueno que será por lo medios libres, alternativos, independientes, que este
archipiélago de dolores, rabias y digna lucha que nos llamamos “la Sexta” tendrá
conocimiento de esto que les diré, donde quiera que se encuentren.
Si a
alguien más le interesa saber qué pasó este día tendrá que acudir a los medios
libres para enterarse.
Va
pues. Bienvenidas y bienvenidos a la realidad zapatista.
I.- Una decisión difícil.
Cuando irrumpimos e interrumpimos en 1994 con sangre y
fuego, no iniciaba la guerra para nosotras, nosotros los zapatistas.
La
guerra de arriba, con la muerte y la destrucción, el despojo y la humillación,
la explotación y el silencio impuestos al vencido, ya la veníamos padeciendo
desde siglos antes.
Lo
que para nosotros inicia en 1994 es uno de los muchos momentos de la guerra de
los de abajo contra los de arriba, contra su mundo.
Esa
guerra de resistencia que día a día se bate en las calles de cualquier rincón de
los cinco continentes, en sus campos y en sus montañas.
Era
y es la nuestra, como la de muchos y muchas de abajo, una guerra por la
humanidad y contra el neoliberalismo.
Contra la muerte, nosotros demandamos
vida.
Contra el silencio, exigimos la
palabra y el respeto.
Contra el olvido,
la memoria.
Contra la humillación y el
desprecio, la dignidad.
Contra la
opresión, la rebeldía.
Contra la
esclavitud, la libertad.
Contra la
imposición, la democracia.
Contra el
crimen, la justicia.
¿Quién con un poco de humanidad en las venas podría o
puede cuestionar esas demandas?
Y en
ese entonces muchos escucharon.
La
guerra que levantamos nos dio el privilegio de llegar a oídos y corazones
atentos y generosos en geografías cercanas y alejadas.
Faltaba lo que faltaba, y falta lo que falta, pero
conseguimos entonces la mirada del otro, su oído, su corazón.
Entonces nos vimos en la necesidad de responder a una
pregunta decisiva:
“¿Qué sigue?”
En
las tétricas cuentas de la víspera no entraba la posibilidad de plantearnos
pregunta alguna. Así que esa pregunta nos llevó a otras:
¿Preparar a los que siguen en la ruta de la
muerte?
¿Formar más y mejores soldados?
¿Invertir empeños en mejorar nuestra maltrecha maquinaria
de guerra?
¿Simular diálogos y disposición para la paz, pero seguir
preparando nuevos golpes?
¿Matar o morir como único destino?
¿O
debíamos reconstruir el camino de la vida,
ése que habían roto y siguen
rompiendo desde arriba?
El
camino no sólo de los pueblos originarios, también de trabajadores, estudiantes,
maestros, jóvenes, campesinos, además de todas las diferencias que se celebran
arriba, y abajo se persiguen y se castigan.
¿Debíamos inscribir nuestra sangre en el camino que otros
dirigen hacia el Poder
o debíamos voltear el corazón y la mirada a los que somos
y a los que son lo que somos, es decir los pueblos originarios
, guardianes de la
tierra y la memoria?
Nadie lo escuchó entonces, pero en los primeros balbuceos
que fueron nuestras palabras advertimos que nuestro dilema no estaba entre
negociar o combatir, sino entre morir o vivir.
Quien hubiera advertido entonces que ese temprano dilema
no era individual, tal vez hubiera entendido mejor lo que ha ocurrido en la
realidad zapatista los últimos 20 años.
Pero
les decía yo que nos topamos con esa pregunta y ese dilema.
Y
elegimos.
Y en
lugar de dedicarnos a formar guerrilleros, soldados y escuadrones, preparamos
promotores de educación, de salud, y se fueron levantando las bases de la
autonomía que hoy maravilla al mundo.
En
lugar de construir cuarteles, mejorar nuestro armamento, levantar muros y
trincheras, se levantaron escuelas, se construyeron hospitales y centros de
salud, mejoramos nuestras condiciones de vida.
En
lugar de luchar por ocupar un lugar en el Partenón de las muertes
individualizadas de abajo, elegimos construir la vida.
Esto
en medio de una guerra que no por sorda era menos letal.
Porque, compas, una cosa es gritar “no están solos” y otra enfrentar sólo con el
cuerpo una columna blindada de tropas federales, como ocurrió en la zona de Los
Altos de Chiapas, y a ver si hay suerte y alguien se entera, y a ver si hay un
poco más de suerte y el que se entera se indigna, y otro poco más de suerte y el
que se indigna hace algo.
En
el entretanto, las tanquetas son frenadas por las mujeres zapatistas, y a falta
de parque fue con mentadas de madre y piedras que la serpiente de acero tuvo que
echarse para atrás.
Y en
la zona norte de Chiapas, padecer el nacimiento y desarrollo de las guardias
blancas, recicladas entonces como paramilitares; y en la zona Tzotz Choj las
agresiones continuas de organizaciones campesinas que de “independientes” a
veces ni el nombre tienen; y en la zona de la Selva Tzeltal la combinación de
paramilitares y contras.
Y
una cosa es gritar “todos somos marcos” o
“no todos somos marcos”, según el caso o
cosa, y otra la persecución con toda la maquinaria de guerra, la invasión de
poblados, el “peinado” de montañas, el uso de perros adiestrados, las aspas de
los helicópteros artillados alborotando los copetes de las ceibas, el “vivo o
muerto” que nació en los primeros días de enero de 1994 y alcanzó su nivel más
histérico en 1995 y el resto del sexenio del ahora empleado de una trasnacional,
y que esta zona de Selva Fronteriza padeció desde 1995 y a la que se suma
después la misma secuencia de agresiones de organizaciones campesinas, uso de
paramilitares, militarización, hostigamiento.
Si
hay algún mito en todo esto no es el pasamontañas, sino la mentira que repiten
desde esos días, incluso retomada por personas con altos estudios, de que la
guerra contra los zapatistas sólo duró 12 días.
No
haré un recuento detallado. Alguien con un poco de espíritu crítico y seriedad
puede reconstruir la historia, y sumar y restar para sacar la cuenta, y decir si
fueron y son más los reporteros que los policías y soldados; si fueron más los
halagos que las amenazas e insultos, si el precio que se ponía era para ver el
pasamontañas o para capturarlo “vivo o muerto”.
En
esas condiciones, algunas veces sólo con nuestras fuerzas y otras con el apoyo
generoso e incondicional de gente buena de todo el mundo, se fue avanzando en la
construcción aún inacabada, es cierto, pero ya definida de lo que
somos.
No
es entonces una frase, afortunada o desafortunada, según se le vea desde arriba
o desde abajo, la de “aquí estamos los muertos
de siempre, muriendo de nuevo, pero ahora para vivir”. Es la
realidad.
Y
casi 20 años después…
El
21 de diciembre del 2012, cuando la política y el esoterismo coincidían, como
otras veces, en predicar catástrofes que siempre son para los de siempre, los de
abajo, repetimos el golpe de mano del 1 de enero del 94 y, sin disparar ni un
solo tiro, sin armas, con nuestro solo silencio, postramos de nuevo la soberbia
de las ciudades cuna y nido del racismo y el desprecio.
Si
el primero de enero de 1994, miles de hombres y mujeres sin rostro atacaron y
rindieron las guarniciones que protegían las ciudades, el 21 de diciembre del
2012 fueron decenas de miles que tomaron sin palabras los edificios desde donde
se celebraba nuestra desaparición.
El
sólo hecho inapelable de que el EZLN no sólo no se había debilitado, mucho menos
desaparecido, sino que había crecido cuantitativa y cualitativamente hubiera
bastado para que cualquier mente medianamente inteligente se diera cuenta de
que, en esos 20 años, algo había cambiado al interior del EZLN y de las
comunidades.
Tal
vez más de alguno piense que nos equivocamos al elegir, que un ejército no puede
ni debe empeñarse en la paz.
Por
muchas razones, cierto, pero la principal era y es porque de esa forma
terminaríamos por desaparecer.
Tal
vez es cierto. Tal vez nos equivocamos al elegir cultivar la vida en lugar de
adorar a la muerte.
Pero
nosotros elegimos no escuchando a los de afuera. No a quienes siempre demandan y
exigen la lucha a muerte, mientras los muertos los pongan otros.
Elegimos mirándonos y escuchándonos, siendo
el Votán colectivo que
somos.
Elegimos la rebeldía, es decir, la vida.
Eso
no quiere decir que no supiéramos que la guerra de arriba trataría y trata de
imponer de nuevo su dominio sobre nosotros.
Supimos y sabemos que una y otra vez habremos de defender
lo que somos y como somos.
Supimos y sabemos que seguirá habiendo muerte para que
haya vida.
Supimos y sabemos que para vivir, morimos.
II.- ¿Un fracaso?
Dicen por ahí que no hemos logrado nada para
nosotros.
No
deja de sorprender que se maneje con tanto desparpajo esta posición.
Piensan que los hijos e hijas de los comandantes y
comandantas deberían disfrutar de viajes al extranjero, de estudios en escuelas
privadas y luego de altos puestos en la empresa o la política. Que en lugar de
trabajar la tierra para arrancarle con sudor y empeño el alimento, deberían
lucirse en las redes sociales divirtiéndose en los antros, exhibiendo
lujos.
Tal
vez los subcomandantes deberían procrear y heredar a sus descendientes los
cargos, las prebendas, los templetes, como hacen los políticos de todo el
espectro.
Tal
vez deberíamos, como los dirigentes de la CIOAC-H y de otras organizaciones
campesinas, recibir privilegios y paga en proyectos y apoyos, quedarnos con la
mayor parte y dejar a las bases sólo unas migajas, a cambio de que cumplan las
órdenes criminales que vienen de más arriba.
Pero
es cierto, no hemos logrado nada de eso para nosotros.
Difícil de creer que, 20 años después de aquel “nada para nosotros”, resultara que no era una
consigna, una frase buena para carteles y canciones, sino una realidad, la
realidad.
Si
el ser consecuentes es un fracaso, entonces la incongruencia es el camino del
éxito, la ruta al Poder.
Pero
nosotros no queremos ir para allá.
No
nos interesa.
En
esos parámetros preferimos fracasar que triunfar.
III.- El relevo.
En
estos 20 años ha habido un relevo múltiple y complejo en el EZLN.
Algunos han advertido sólo el evidente: el
generacional.
Ahora están haciendo la lucha y dirigiendo la resistencia
quienes eran pequeños o no habían nacido al inicio del alzamiento.
Pero
algunos estudiosos no se han percatado de otros relevos:
El
de clase: del origen clase mediero ilustrado, al indígena campesino.
El
de raza: de la dirección mestiza a la dirección netamente indígena.
Y el
más importante: el relevo de pensamiento: del vanguardismo revolucionario al
mandar obedeciendo; de la toma del Poder de Arriba a la creación del poder de
abajo; de la política profesional a la política cotidiana; de los líderes, a los
pueblos; de la marginación de género, a la participación directa de las mujeres;
de la burla a lo otro, a la celebración de la diferencia.
No
me extenderé más sobre esto, porque ha sido precisamente el curso “La Libertad
según l@s zapatistas” la oportunidad de constatar si en territorio organizado
vale más el personaje que la comunidad.
En
lo personal no entiendo por qué gente pensante que afirma que la historia la
hacen los pueblos, se espante tanto ante la existencia de un gobierno del pueblo
donde no aparecen los “especialistas” en ser gobierno.
¿Por
qué les da terror el que sean los pueblos los que manden, los que dirijan sus
pasos propios?
¿Por
qué mueven la cabeza con desaprobación frente al mandar obedeciendo?
El
culto al individualismo encuentra en el culto al vanguardismo su extremo más
fanático.
Y ha
sido eso precisamente, el que los indígenas manden y que ahora un indígena sea
el vocero y jefe, lo que los aterra, los aleja, y finalmente se van para seguir
buscando alguien que precise de vanguardias, caudillos y líderes. Porque también
hay racismo en la izquierda, sobre todo en la que se pretende
revolucionaria.
El ezetaelene no es de ésos. Por eso no
cualquiera puede ser zapatista.
IV.- Un holograma cambiante y a modo. Lo que no
será.
Antes del amanecer de 1994, pasé 10 años en estas
montañas. Conocí y traté personalmente a algunos en cuya muerte morimos un
mucho. Conozco y trato desde entonces con otros y otras más que hoy están aquí
como nosotros.
Muchas madrugadas me encontré a mí mismo tratando de
digerir las historias que me contaban, los mundos que dibujaban con silencios,
manos y miradas, su insistencia en señalar algo más allá.
¿Era
un sueño el mundo ése, tan otro, tan lejano, tan ajeno?
A
veces pensé que se habían adelantado, que las palabras que nos guiaron y guían
venían de tiempos para los que no habían aún calendarios, perdidos como estaban
en geografías imprecisas: siempre el sur digno omnipresente en todos los puntos
cardinales.
Luego supe que no me hablaban de un mundo inexacto y, por
lo tanto, improbable.
Ese
mundo ya andaba con su paso.
Ustedes, ¿no lo vieron? ¿No lo ven?
No
hemos engañado a nadie de abajo. No escondemos que somos un ejército, con su
estructura piramidal, su centro de mando, sus decisiones de arriba hacia abajo.
No por congraciarnos con libertarios o por moda negamos lo que somos.
Pero
cualquiera puede ver ahora si el nuestro es un ejército que suplante o
impone.
Y
debo decir esto, que ya he pedido la autorización del compañero Subcomandante
Insurgente Moisés para hacerlo:
Nada
de lo que hemos hecho, para bien o para mal, hubiera sido posible si un ejército
armado, el zapatista de liberación nacional, no se hubiera alzado contra el mal
gobierno ejerciendo el derecho a la violencia legítima. La violencia del de
abajo frente a la violencia del de arriba.
Somos guerreros y como tales sabemos cuál es nuestro
papel y nuestro momento.
En
la madrugada del día primero del primer mes del año de 1994, un ejército de
gigantes, es decir, de indígenas rebeldes, bajó a las ciudades para con su paso
sacudir el mundo.
Apenas unos días después, con la sangre de nuestros
caídos aún fresca en las calles citadinas, nos dimos cuenta de que los de afuera
no nos veían.
Acostumbrados a mirar desde arriba a los indígenas, no
alzaban la mirada para mirarnos.
Acostumbrados a vernos humillados, su corazón no
comprendía nuestra digna rebeldía.
Su
mirada se había detenido en el único mestizo que vieron con pasamontañas, es
decir, que no miraron.
Nuestros jefes y jefas dijeron entonces:
“Sólo lo ven lo pequeño que son, hagamos a alguien tan
pequeño como ellos, que a él lo vean y por él nos vean”
Empezó así una compleja maniobra de distracción, un truco
de magia terrible y maravillosa, una maliciosa jugada del corazón indígena que
somos, la sabiduría indígena desafiaba a la modernidad en uno de sus bastiones:
los medios de comunicación.
Empezó entonces la construcción del personaje llamado
“Marcos”.
Les
pido que me sigan en este razonamiento:
Supongamos que es posible otra forma de neutralizar a un
criminal. Por ejemplo, creándole su arma homicida, hacerle creer que es
efectiva, conminarlo a construir, en base a esa efectividad, todo su plan, para,
en el momento en que se prepara para disparar, el “arma” vuelva a ser lo que
siempre fue: una ilusión.
El
sistema entero, pero sobre todo sus medios de comunicación, juegan a construir
famas para luego destruirlas si no se pliegan a sus designios.
Su
poder residía (ya no, han sido desplazados en eso por las redes sociales) en
decidir qué y quién existía en el momento en que elegían qué nombraban y qué
callaban.
En
fin, no me hagan mucho caso, como se ha demostrado en estos 20 años, yo no sé
nada de medios masivos de comunicación.
El
caso es que el SupMarcos pasó de ser un
vocero a ser un distractor.
Si
el camino de la guerra, es decir, de la muerte, nos había tomado 10 años; el de
la vida tomó más tiempo y requirió más esfuerzo, por no hablar de
sangre.
Porque, aunque no lo crean, es más fácil morir que
vivir.
Necesitábamos tiempo para ser y para encontrar a quien
supiera vernos como lo que somos.
Necesitábamos tiempo para encontrar a quien nos viera no
hacia arriba, no hacia abajo, que de frente nos viera, que nos viera con mirada
compañera.
Les
decía que empezó entonces la construcción del personaje.
Marcos un día tenía los ojos azules, otro día los tenía
verdes, o cafés, o miel, o negros, todo dependiendo de quién hiciera la
entrevista y tomara la foto. Así fue reserva en equipos de futbol profesional,
empleado en tiendas departamentales, chofer, filósofo, cineasta, y los etcéteras
que pueden encontrar en los medios de paga de esos calendarios y en diversas
geografías. Había un Marcos para cada ocasión, es decir, para cada entrevista. Y
no fue fácil, créanme, no había entonces wikipedia y si venían del Estado Español tenía
que investigar si el corte inglés, por ejemplo, era un corte de traje típico de
Inglaterra, una tienda de abarrotes, o una tienda departamental.
Si
me permiten definir a Marcos el personaje entonces diría sin titubear que fue
una botarga.
Digamos que, para que me entiendan, Marcos era un Medio
No Libre (ojo: que no es lo mismo que ser un medio de paga).
En
la construcción y mantenimiento del personaje tuvimos algunos
errores.
“Es
de humanos el herrar”, dijo el herrero.
Durante el primer año agotamos, como quien dice, el
repertorio de “Marcos” posibles. Así que para inicios de 1995 estábamos en
apuros y el proceso de los pueblos estaba en sus primeros pasos.
Así
que en 1995 ya no sabíamos cómo hacerle. Pero entonces es cuando Zedillo, con el
PAN de la mano, “descubre” a Marcos con el mismo método científico con que
encuentra osamentas, es decir, por delación esotérica.
La
historia del tampiqueño nos dio aire, aunque el fraude posterior de la Paca de
Lozano nos hizo temer que la prensa de paga cuestionara también el
“desenmascaramiento” de Marcos y descubriera que era un fraude más.
Afortunadamente no fue así. Como ésa, los medios siguieron tragando otras ruedas
de molino semejantes.
Un
tiempo después el tampiqueño llegó a estas tierras. Junto con el Subcomandante
Insurgente Moisés, hablamos con él. Le ofrecimos entonces dar una conferencia
conjunta, así podría él librarse de la persecución puesto que sería evidente que
no eran Marcos y él la misma persona. No quiso. Vino a vivir acá. Salió algunas
veces y su rostro puede encontrarse en las fotografías de los velorios de sus
padres. Si quieren pueden entrevistarlo. Ahora vive en una comunidad, en…. Ah,
no quiere que sepan dónde mero vive. No diremos nada más para que él, si así lo
desea algún día, pueda contar la historia que vivió desde el 9 de febrero de
1995. Por nuestra parte sólo nos queda agradecerle que nos haya pasado datos que
cada tanto usamos para alimentar la “certeza” de que el SupMarcos no es lo que es en realidad, es
decir, una botarga o un holograma, sino un profesor universitario, originario
del ahora doloroso Tamaulipas.
En
el entretanto seguíamos buscando, buscándolas, buscándolos a ustedes, a quienes
ahora están aquí y a quienes no están aquí pero están.
Lanzamos una y otra iniciativas para encontrar al otro, a
la otra, a lo otro compañero. Diferentes iniciativas, tratando de encontrar la
mirada y el oído que necesitamos y merecemos.
En
el entretanto, seguía el avance de los pueblos y el relevo del que se ha hablado
mucho o poco, pero que se puede constatar directamente, sin
intermediarios.
En
la búsqueda de lo otro, una y otra vez fracasamos.
A
quien encontrábamos o nos quería dirigir o quería que lo
dirigiéramos.
Había quienes se acercaban y lo hacían con el afán de
usarnos, o para mirar hacia atrás, sea con la nostalgia antropológica, sea con
la nostalgia militante.
Así
para unos éramos comunistas, para otros trotskistas, para otros anarquistas,
para otros maoístas, para otros milenaristas, y ahí les dejo varios “istas” para
que pongan lo que sea de su conocimiento.
Así
fue hasta la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, la más audaz y la más
zapatista de las iniciativas que hemos lanzado hasta ahora.
Con
la Sexta al fin hemos encontrado quien nos mira de frente y nos saluda y abraza,
y así se saluda y abraza.
Con
la Sexta al fin los encontramos a ustedes.
Por
fin, alguien que entendía que no buscábamos ni pastores que nos guiaran, ni
rebaños a los cuales conducir a la tierra prometida. Ni amos ni esclavos. Ni
caudillos ni masas sin cabeza.
Pero
faltaba ver si era posible que miraran y escucharan lo que siendo
somos.
Al
interior, el avance de los pueblos había sido impresionante.
Entonces vino el curso “La Libertad según l@s
zapatistas”.
En 3
vueltas, nos dimos cuenta de que ya había una generación que podía mirarnos de
frente, que podía escucharnos y hablarnos sin esperar guía o liderazgo, ni
pretender sumisión ni seguimiento.
Marcos, el personaje, ya no era necesario.
La
nueva etapa en la lucha zapatista estaba lista.
Pasó
entonces lo que pasó y muchas y muchos de ustedes, compañeras y compañeros de la
Sexta, lo conocen de manera directa.
Podrán decir luego que lo del personaje fue ocioso. Pero
una revisión honesta de esos días dirá de cuántas y cuántos voltearon a
mirarnos, con agrado o desagrado, por los desfiguros de una botarga.
Así
que el relevo de mando no se da por enfermedad o muerte, ni por desplazamiento
interno, purga o depuración.
Se
da lógicamente de acuerdo a los cambios internos que ha tenido y tiene el
EZLN.
Sé
que eso no cuadra con los esquemas cuadrados que en los distintos arriba hay,
pero eso la verdad nos tiene sin cuidado.
Y si
esto arruina la perezosa y pobre elaboración de los rumorólogos y zapatólogos de Jovel, pues ni
modos.
Ni
estoy ni he estado enfermo, ni estoy ni he estado muerto.
O
sí, aunque tantas veces me mataron, tantas veces me morí, y de nuevo estoy
aquí.
Si
alentamos esos rumores fue porque así convenía.
El
último gran truco del holograma fue simular enfermedad terminal, e incluso todas
las muertes que ha padecido.
Por
cierto, lo de “si su salud lo permite”,
que el Subcomandante Insurgente Moisés usó en el comunicado anunciando la
compartición con el CNI, era un equivalente a “si el pueblo lo pide” o “si las encuestas me favorecen” o “si dios me da licencia” u otros lugares
comunes que han sido la muletilla en la clase política en los últimos
tiempos.
Si
me permiten un consejo: deberían cultivar un poco el sentido del humor, no sólo
por salud mental y física, también porque sin sentido del humor no van a
entender al zapatismo. Y el que no entiende, juzga; y el que juzga,
condena.
En
realidad ésa ha sido la parte más sencilla del personaje. Para alimentar el
rumor sólo fue necesario decirle a algunas personas en específico: “te voy a decir un secreto pero prométeme que no se
lo vas a contar nadie”.
Por
supuesto que lo contaron.
Los
principales colaboradores involuntarios del rumor de enfermedad y muerte han
sido los “expertos en zapatología” que en la soberbia Jovel y en la caótica
Ciudad de México presumen su cercanía con el zapatismo y el profundo
conocimiento que de él tienen, además, claro, de los policías que también cobran
como periodistas, de los periodistas que cobran como policías, y de l@s
periodistas que sólo cobran, y mal, como periodistas.
Gracias a todas y todos ellos y ellas. Gracias por su
discreción. Hicieron exactamente como suponíamos que iban a hacer. Lo único malo
de todo esto, es que dudo que ahora alguien les confíe ningún
secreto.
Es nuestra convicción y nuestra práctica que para
rebelarse y luchar no son necesarios ni líderes ni caudillos ni mesías ni
salvadores. Para luchar sólo se necesitan un poco de vergüenza, un tanto de
dignidad y mucha organización.
Lo
demás, o sirve al colectivo o no sirve.
Ha
sido particularmente cómico lo que el culto al individuo ha provocado en los
politólogos y analistas de arriba. Ayer dijeron que el futuro de este pueblo
mexicano dependía de la alianza de 2 personalidades. Antier dijeron que Peña
Nieto se independizaba de Salinas de Gortari, sin darse cuenta de que, entonces,
si criticaban a Peña Nieto, se ponían del lado de Salinas de Gortari; y que si
criticaban a éste último, apoyaban a Peña Nieto. Ahora dicen que hay que optar
por un bando en la lucha de arriba por el control de las telecomunicaciones, así
que o estás con Slim o estás con Azcárraga-Salinas. Y más arriba, o con Obama o
con Putin.
Quienes hacia arriba suspiran y miran pueden seguir
buscando su líder; pueden seguir pensando que ahora sí se van a respetar los
resultados electorales; que ahora sí Slim va a apoyar la opción electoral de
izquierda; que ahora sí en Game of
Thrones van a aparecer los dragones y las batallas; que ahora sí en la
serie televisiva The Walking Dead, Kirkman
se va a apegar al comic; que ahora sí las herramientas hechas en china no se van
a quebrar a la primera vuelta; que ahora sí el futbol va a ser deporte y no
negocio.
Y
sí, puede que en algunos de los casos sí le atinen, pero no hay que olvidar que
en todos ellos son meros espectadores, es decir, consumidores
pasivos.
Quienes amaron y odiaron al SupMarcos ahora saben que han odiado y amado a
un holograma. Sus amores y odios han sido, pues, inútiles, estériles, vacíos,
huecos.
No
habrá entonces casa-museo o placas de metal en donde nací y crecí. Ni habrá
quien viva de haber sido el subcomandante Marcos. Ni se heredará su nombre ni su
cargo. No habrán viajes todo pagado para dar pláticas en el extranjero. No habrá
traslado ni atención en hospitales de lujo. No habrán viudas ni hereder@s. No
habrán funerales, ni honores, ni estatuas, ni museos, ni premios, ni nada de lo
que el sistema hace para promover el culto al individuo y para menospreciar al
colectivo.
El
personaje fue creado y ahora sus creadores, los zapatistas y las zapatistas, lo
destruimos.
Si
alguien entiende esta lección que dan nuestras compañeras y compañeros, habrá
entendido uno de los fundamentos del zapatismo.
Así
que en los últimos años ha pasado lo que ha pasado.
Entonces vimos que la botarga, el personaje, el holograma
pues, ya no era necesario.
Una
y otra vez planeamos, y una y otra vez esperamos el momento indicado: el
calendario y la geografía precisas para mostrar lo que en verdad somos a quienes
son en verdad.
Entonces llegó Galeano con su muerte a marcarnos la
geografía y el calendario: “aquí, en La
Realidad; ahora: en el dolor y la rabia”
V.- El dolor y la Rabia. Susurros y
gritos.
Cuando llegamos al caracol aquí en La Realidad, sin que
nadie nos lo dijera empezamos a hablar en susurros.
Quedo hablaba nuestro dolor, que dito nuestra
rabia.
Como
si tratáramos de evitar que al Galeano lo ahuyentaran los ruidos, los sonidos
que le eran ajenos.
Como
si nuestras voces y pasos lo llamaran.
“Espera compa”, decía nuestro
silencio.
“No te vayas”, susurraban las
palabras.
Pero
hay otros dolores y otras rabias.
Ahora mismo, en otros rincones de México y del mundo, un
hombre, una mujer, unoa otroa, un niño, una niña, un anciano, una
anciana, una memoria, es golpeada a mansalva, rodeada por el sistema hecho
crimen voraz, es garroteada, macheteada, baleada, rematada, arrastrada entre
burlas, abandonada, recuperado y velado su cuerpo, enterrada su vida.
Sólo
algunos nombres:
Alexis Benhumea, asesinado en el Estado de
México.
Francisco Javier Cortés, asesinado en el Estado de México.
Juan Vázquez Guzmán, asesinado en Chiapas.
Juan Carlos Gómez Silvano, asesinado en Chiapas.
El compa Kuy, asesinado en el DF.
Carlo Giuliani, asesinado en Italia.
Aléxis Grigoropoulos, asesinado en Grecia.
Wajih Wajdi al-Ramahi, asesinado en un Campo de refugiados en la ciudad cisjordana de Ramala. 14 años, asesinado de un tiro en la espalda desde un puesto de observación del ejército israelí, no había marchas, ni protestas ni nada en la calle.
Matías Valentín Catrileo Quezada, mapuche asesinado en Chile.
Teodulfo Torres Soriano, compa de la Sexta desaparecido en la Ciudad de México.
Guadalupe Jerónimo y Urbano Macías, comuneros de Cherán, asesinados en Michoacán.
Francisco de Asís Manuel, desaparecido en Santa María Ostula
Javier Martínes Robles, desaparecido en Santa María Ostula
Gerardo Vera Orcino, desaparecido en Santa María Ostula
Enrique Domínguez Macías, desaparecido en Santa María Ostula
Martín Santos Luna, desaparecido en Santa María Ostula
Pedro Leyva Domínguez, asesinado en Santa María Ostula.
Diego Ramírez Domínguez, asesinado en Santa María Ostula.
Trinidad de la Cruz Crisóstomo, asesinado en Santa María Ostula.
Crisóforo Sánchez Reyes, asesinado en Santa María Ostula.
Teódulo Santos Girón, desparecido en Santa María Ostula.
Longino Vicente Morales, desaparecido en Guerrero.
Víctor Ayala Tapia, desaparecido en Guerrero.
Jacinto López Díaz “El Jazi”, asesinado en Puebla.
Bernardo Vázquez Sánchez, asesinado en Oaxaca
Jorge Alexis Herrera, asesinado en Guerrero.
Gabriel Echeverría, asesinado en Guerrero.
Edmundo Reyes Amaya, desaparecido en Oaxaca.
Gabriel Alberto Cruz Sánchez, desaparecido en Oaxaca.
Juan Francisco Sicilia Ortega, asesinado en Morelos.
Ernesto Méndez Salinas, asesinado en Morelos.
Alejandro Chao Barona, asesinado en Morelos.
Sara Robledo, asesinada en Morelos.
Juventina Villa Mojica, asesinada en Guerrero.
Reynaldo Santana Villa, asesinado en Guerrero.
Catarino Torres Pereda, asesinado en Oaxaca.
Bety Cariño, asesinada en Oaxaca.
Jyri Jaakkola, asesinado en Oaxaca.
Sandra Luz Hernández, asesinada en Sinaloa.
Marisela Escobedo Ortíz, asesinada en Chihuahua.
Celedonio Monroy Prudencio, desaparecido en Jalisco.
Nepomuceno Moreno Nuñez, asesinado en Sonora.
Francisco Javier Cortés, asesinado en el Estado de México.
Juan Vázquez Guzmán, asesinado en Chiapas.
Juan Carlos Gómez Silvano, asesinado en Chiapas.
El compa Kuy, asesinado en el DF.
Carlo Giuliani, asesinado en Italia.
Aléxis Grigoropoulos, asesinado en Grecia.
Wajih Wajdi al-Ramahi, asesinado en un Campo de refugiados en la ciudad cisjordana de Ramala. 14 años, asesinado de un tiro en la espalda desde un puesto de observación del ejército israelí, no había marchas, ni protestas ni nada en la calle.
Matías Valentín Catrileo Quezada, mapuche asesinado en Chile.
Teodulfo Torres Soriano, compa de la Sexta desaparecido en la Ciudad de México.
Guadalupe Jerónimo y Urbano Macías, comuneros de Cherán, asesinados en Michoacán.
Francisco de Asís Manuel, desaparecido en Santa María Ostula
Javier Martínes Robles, desaparecido en Santa María Ostula
Gerardo Vera Orcino, desaparecido en Santa María Ostula
Enrique Domínguez Macías, desaparecido en Santa María Ostula
Martín Santos Luna, desaparecido en Santa María Ostula
Pedro Leyva Domínguez, asesinado en Santa María Ostula.
Diego Ramírez Domínguez, asesinado en Santa María Ostula.
Trinidad de la Cruz Crisóstomo, asesinado en Santa María Ostula.
Crisóforo Sánchez Reyes, asesinado en Santa María Ostula.
Teódulo Santos Girón, desparecido en Santa María Ostula.
Longino Vicente Morales, desaparecido en Guerrero.
Víctor Ayala Tapia, desaparecido en Guerrero.
Jacinto López Díaz “El Jazi”, asesinado en Puebla.
Bernardo Vázquez Sánchez, asesinado en Oaxaca
Jorge Alexis Herrera, asesinado en Guerrero.
Gabriel Echeverría, asesinado en Guerrero.
Edmundo Reyes Amaya, desaparecido en Oaxaca.
Gabriel Alberto Cruz Sánchez, desaparecido en Oaxaca.
Juan Francisco Sicilia Ortega, asesinado en Morelos.
Ernesto Méndez Salinas, asesinado en Morelos.
Alejandro Chao Barona, asesinado en Morelos.
Sara Robledo, asesinada en Morelos.
Juventina Villa Mojica, asesinada en Guerrero.
Reynaldo Santana Villa, asesinado en Guerrero.
Catarino Torres Pereda, asesinado en Oaxaca.
Bety Cariño, asesinada en Oaxaca.
Jyri Jaakkola, asesinado en Oaxaca.
Sandra Luz Hernández, asesinada en Sinaloa.
Marisela Escobedo Ortíz, asesinada en Chihuahua.
Celedonio Monroy Prudencio, desaparecido en Jalisco.
Nepomuceno Moreno Nuñez, asesinado en Sonora.
Los
y las migrantes desparecidas forzosamente y probablemente asesinadas en
cualquier rincón del territorio mexicano.
Los
presos a quienes se quiere matar en vida: Mumia Abu Jamal, Leonard Peltier, los
Mapuche, Mario González, Juan Carlos Flores.
El
continuo entierro de voces que vida fueron, silenciadas por el caer de la tierra
y el cerrarse de las rejas.
Y la
burla mayor es que, en cada paletada de tierra que arroja el esbirro en turno,
el sistema va diciendo: “no vales, no importas,
nadie te llora, a nadie le da rabia tu muerte, nadie sigue tu paso, nadie
levanta tu vida”
Y
con la última paletada sentencia: “aunque
agarren y castiguen a los que te matamos, siempre encontraré otro, otra, otros,
que de nuevo te embosquen y repitan la danza macabra que acabó con tu
vida”
Y
dice “Tu justicia pequeña, enana, fabricada
para que los medios de paga simulen y obtengan un poco de calma para frenar el
caos que se les viene encima, no me espanta, no me daña, no me
castiga”
¿Qué
le decimos a ese cadáver al que, en cualquier rincón del mundo de abajo, se le
entierra en el olvido?
¿Que
sólo nuestros dolor y rabia cuentan?
¿Que
sólo nuestro coraje importa?
¿Que
mientras susurramos nuestra historia, no escuchamos su grito, su
alarido?
Tiene tantos nombres la injusticia y son tantos los
gritos que provoca.
Pero
nuestro dolor y nuestra rabia no nos impiden escuchar.
Y
nuestros susurros no son sólo para lamentar la caída de nuestros muertos
injustamente.
Son
para así poder escuchar a otros dolores, hacer nuestras otras rabias y seguir
así en el complicado, largo y tortuoso camino de hacer de todo eso un alarido
que se transforme en lucha libertadora.
Y no
olvidar que, mientras alguien susurra, alguien grita.
Y
sólo el oído atento puede escuchar
Mientras hablamos y escuchamos ahora, alguien grita de
dolor, de rabia.
Y
así como hay que aprender a dirigir la mirada, la escucha debe encontrar el
rumbo que la haga fértil.
Porque mientras alguien descansa, hay quien sigue cuesta
arriba.
Para
mirar ese empeño, basta bajar la mirada y elevar el corazón.
¿Pueden?
¿Podrán?
La
justicia pequeña se parece tanto a la venganza. La justicia pequeña es la que
reparte impunidad, pues al castigar a uno, absuelve a otros.
La
que queremos nosotros, por la que luchamos, no se agota en encontrar a los
asesinos del compa Galeano y ver que reciban su castigo (que así será, que nadie
se llame a engaño).
La
búsqueda paciente y porfiada busca la verdad, no el alivio de la
resignación.
La
justicia grande tiene qué ver con el compañero Galeano enterrado.
Porque nosotros nos preguntamos no qué hacemos con su
muerte, sino qué debemos hacer con su vida.
Disculpen si entro en el pantanoso terreno de los lugares
comunes, pero ese compañero no merecía morir, no así.
Todo
su empeño, su sacrificio cotidiano, puntual, invisible para quien no fuera
nosotros, fue por la vida.
Y sí
les puedo decir que fue un ser extraordinario y además, y esto es lo que
maravilla, hay miles de compañeras y compañeros como él en las comunidades
indígenas zapatistas, con el mismo empeño, idéntico compromiso, igual claridad y
un único destino: la libertad.
Y
haciendo cuentas macabras: si alguien merece la muerte es quien no existe ni ha
existido, como no sea en la fugacidad de los medios de comunicación de
paga.
Ya
nos ha dicho nuestro compañero jefe y vocero del EZLN, el Subcomandante
Insurgente Moisés, que al asesinar a Galeano, o a cualquiera de los zapatistas,
los de arriba querían asesinar al EZLN.
No
como ejército, sino como rebelde necio que construye y levanta vida donde ellos,
los de arriba, desean el páramo de las industrias mineras, petroleras,
turísticas, la muerte de la tierra y de quienes la habitan y
trabajan.
Y ha
dicho que hemos venido, como Comandancia General del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional, a desenterrar a Galeano.
Pensamos que es necesario que uno de nosotros muera para
que Galeano viva.
Y
para que esa impertinente que es la muerte quede satisfecha, en su lugar de
Galeano ponemos otro nombre para que Galeano viva y la muerte se lleve no una
vida, sino un nombre solamente, unas letras vaciadas de todo sentido, sin
historia propia, sin vida.
Así
que hemos decidido que Marcos deje de existir hoy.
Lo
llevarán de la mano sombra el guerrero y lucecita para que no se pierda en el
camino, Don Durito se irá con él, lo mismo que el Viejo Antonio.
No
lo extrañarán las niñas y niños que antes se juntaban para escuchar sus cuentos,
pues ya son grandes, ya tienen juicio, ya luchan como el que más por la
libertad, la democracia y la justicia, que son la tarea de cualquier
zapatista.
El
gato-perro, y no un cisne, entonará ahora el canto de despedida.
Y al
final, quienes entiendan, sabrán que no se va quien nunca estuvo, ni muere quien
no ha vivido.
Y la
muerte se irá engañada por un indígena con el nombre de Galeano en la lucha, y
en esas piedras que han colocado en su tumba volverá a andar y a enseñar, a
quien se deje, lo básico del zapatismo, es decir, no venderse, no rendirse, no
claudicar.
¡Ah
la muerte! Como si no fuera evidente que a los de arriba los libera de toda
corresponsabilidad, más allá de la oración fúnebre, el homenaje gris, la estatua
estéril, el museo controlador.
¿A
nosotros? Bueno, pues a nosotros la muerte nos compromete por lo que tiene de
vida.
Así
que aquí estamos, burlando a la muerte en la realidad.
Compas:
Dicho todo lo anterior, siendo las 0208 del 25 de mayo
del 2014 en el frente de combate suroriental del EZLN, declaro que deja de
existir el conocido como Subcomandante Insurgente Marcos, el autodenominado
“subcomandante de acero inoxidable”.
Eso
es.
Por
mi voz ya no hablará la voz del Ejército Zapatista de Liberación
Nacional.
Vale. Salud y hasta nunca… o hasta siempre, quien
entendió sabrá que eso ya no importa, que nunca ha importado.
Desde la realidad zapatista.
Subcomandante Insurgente Marcos.
México, 24 de mayo del 2014.
México, 24 de mayo del 2014.
P.D.1.- ¿“Game is over”?
P.D.2.- ¿Jaque Mate?
P.D.3.- ¿Touché?
P.D. 4.- Ahí se ven, raza, y manden tabaco.
P.D. 5.- Mmh… así que esto es el infierno… ¡Ése Piporro, Pedro, José Alfredo! ¿Cómo? ¿Por machistas? Nah, no lo creo, si yo nunca…
P.D.-6.- O sea que como quien dice, sin la botarga, ¿ya puedo andar desnudo?
P.D. 7.- Oigan, está muy oscuro acá, necesito una lucecita.
P.D.2.- ¿Jaque Mate?
P.D.3.- ¿Touché?
P.D. 4.- Ahí se ven, raza, y manden tabaco.
P.D. 5.- Mmh… así que esto es el infierno… ¡Ése Piporro, Pedro, José Alfredo! ¿Cómo? ¿Por machistas? Nah, no lo creo, si yo nunca…
P.D.-6.- O sea que como quien dice, sin la botarga, ¿ya puedo andar desnudo?
P.D. 7.- Oigan, está muy oscuro acá, necesito una lucecita.
(…)
(se
escucha una voz en off)
Buenas madrugadas tengan compañeras y compañeros. Mi
nombre es Galeano, Subcomandante Insurgente Galeano.
¿Alguien más se llama Galeano?
(se
escuchan voces y gritos)
Ah,
tras que por eso me dijeron que cuando volviera a nacer, lo haría en
colectivo.
Sea
pues.
Buen
viaje. Cuídense, cuídenos.
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Galeano.
México, mayo del 2014.Escucha el discurso del Subcomandante Marcos al
an
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