martes, 3 de junio de 2014

CRIMPO- 26 de Mayo 2014- Treinta y Tres

Compartimos el encuentro de reflexión y oración en casa Emaús un lindo grupo, sólo de mujeres esta vez y como dice una hermana, “cuando las mujeres se juntan  sale algo siempre de extraordinario”.

Y la verdad fue un encuentro sencillo como la sencillez del lugar, que nos invitó a la oración macro ecuménica, inspirada en la espiritualidad maya.
Mientras en círculo rodeábamos la mesa  que tenia en su centro una cruz, formada en papel de cinco colores, representando cuatro de ellos los puntos cardinales y el quinto el centro que los une, escuchábamos con música el poema de la Ceremonia del Sol de Carlos Páez Vilaró.
Velas blancas encendidas una por cada participante y otras cinco por cada color de la cruz. 
Desde ahí se animó con gestos y oraciones a una mirada hacia cada punto cardinal y hacia adentro, a la VIDA. 
Surgió de a poco desde el silencio el identificarse con alguno de estos puntos y he aquí algunas reflexiones:

El Oriente por ser el que nos da esa energía del Sol naciendo cada mañana, renovando las fuerzas y las esperanzas, para emprender el nuevo día, vistiendo todo de color y vida. El que identificamos con  Jesús: nuestro solcito, que nos acompaña siempre, que como el sol aunque no lo veamos está ahí. Y valorando ese Sol que ilumina a todos por igual y se viste de ponchito para los pobres con los que comulgamos cada día.

O del Poniente que recordaba el silencio, la intimidad, el sueño como anticipo de Muerte o como descanso, tiempo de cargar las pilas y renovar las fuerzas. Se recordaba a tantos que viven su vida en la noche; o en la noche de tantos que no pueden dormir y desean que amanezca; las lágrimas de madres o padres en noches en vela, preocupados por su familia, por el alimento, por sus hijos, las enfermedades; y nuestras propias pobrezas.
El Norte que nos recordaba a los conquistadores y al sistema de Muerte que oprime y esclaviza; pero también a tantos que desde allí han venido con otra misión, recordaban las épocas de aprender a in culturizarse, con muchas anécdotas de las misioneras presentes.

El Sur que nos acercaba la Esperanza de los pobres, de los pequeños, de los pueblos de América del Sur, con la Utopía de los rebeldes. El sueño de libertad, el sueño del propio Dios….del nuevo Papa Francisco venido del sur apostando a una Iglesia sin excluidos, abierta, solidaria.

El Centro que representaba la VIDA misma; el centro donde convergen todos los puntos, donde encontramos el justo equilibrio y se completa el círculo.
Veíamos nuestras Vidas, que en su ciclo como el Sol va cambiando: sale y se enciende, se oculta y adormece, golpea o destruye como el viento frío del norte a otros o a nosotras mismas, y otras surge como fragancia de mujeres nuevas, movidas por la fe y encendidas de Amor.
Surgió la vida del pueblo maya que nos recordaba la esencia de las cosas, la esencia de nuestro Ser; el valor de la Madre Tierra, de todo ser vivo; y nos recordaba el Amor Supremo y el amor al prójimo, el Comulgar con todo, el respeto, la tolerancia, el ecumenismo.
Para la celebración y comunión escuchamos la Palabra de Eclesiastés 3, 1-8: todo tiene su tiempo. Palabra que une a las culturas o filosofías de vida, y nos habla del equilibrio en la vida y nos enseña a valorar cada circunstancia de la vida en la que nos encontremos.

Para no olvidar la reflexión, se invitó al almuerzo en común, compartiendo lo que teníamos y si bien nos sentamos alrededor de la mesa, como los mayas comimos con nuestras manos sin uso de cubiertos a los que estamos acostumbrados.

¡Fue una fabulosa experiencia!
Doris

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