viernes, 13 de junio de 2014

El Amor entregado es lo que cuenta en haber vivido y en el final…

Ocurrió en un pueblo chico del interior de nuestro país, donde los niños de todas las clases sociales iban a misma escuela y también eran velados en la única funeraria y enterrados en el mismo cementerio.

Casualmente dos señoras que cuando fueron niñas habían sido compañeras de clase en la primaria, ya siendo ancianas las dos fallecieron el mismo día. La sala velatorio tenía dos servicios: uno de primera y otro económico. En el que daba a la calle principal era velada la señora Tacherh, y en el del fondo era despedida por sus familiares y amigos Doña Matilde.

El único curita del pueblo fue invitado a acompañar la oración por el duelo de ambas familias. Este se preparó para dar un buen sermón, aprovechando que se iba a encontrar con gente que no iba a la Iglesia. Con la sotana impecable caminaba las dos cuadras que separaban la parroquia de la funeraria y se le vino una pregunta que le quitó la calma: ¿En cuál de los dos velorios rezaría primero? El bien sabía que en pueblo chico todo se comenta y no quería tener preferencia ni con la doña ni con la señora. Invocó al Espíritu Santo y a sus santos que siempre le daban una mano y se le ocurrió dar una vueltita por los velorios, saludar a los familiares y ver en cuál de ellos sacaban el cuerpo primero  ya que en el único cementerio los empleados municipales pedían que los difuntos llegaran por lo menos con media hora de diferencia para atenderlos mejor en la sepultura. Recordemos que en esos tiempos los nichos eran un pozo en la tierra que tenía que ser tapado.
 
El dueño de la funeraria lo recibe contento a Mario el cura y le da otra buena noticia que le soluciona su problema: que uno de los velorios se extendería un poco más porque familiares venían de lejos, además de que había un solo carro fúnebre.
Solucionado el problema y como en los pueblos chicos una de las cosas que abunda es el tiempo, el curita serenamente decidió saludar a los familiares de uno y otro velatorio dándoles la buena noticia a ambos que los podría acompañar hasta el cementerio a dar el último adiós.
Los velorios tienen esas cosas lindas: se reencuentran personas que hace tiempo que no se ven e incluso a veces se liman algunas diferencias que habían entre parientes o vecinos. También a veces hay otros donde las peleas por las herencias, o las acusaciones de culpas hacen de los velorios un campo de batalla, pero en ninguno de estos dos casos ocurrió esto.
 
Mario pudo compartir un cafecito con los dos grupos de dolientes, que como ambas mujeres eran viejitas todos estaban en un clima sereno. No faltando algún  personaje del pueblo que con un poco de locura y algunas copas de más siempre acompaña todos los velorios. Y este recibió al cura diciendo:
 – Así es la vida padre a todos nos llega la hora, agregando: era tan buena, la vamos a extrañar. Hasta ahí todo era normal, lo curioso de aquel día fue una pregunta que hace el personaje nombrado:
- Dígame usted que dice saber más sobre las cosas de Dios: ¿Estas dos mujeres van para el mismo lugar?
 Si bien habían ido a la misma escuela e irían al mismo cementerio, en la vida habían andado por caminos muy diferentes. La señora había recorrido el mundo en barcos a vapor turísticos de aquella época, mientras que la Doña había transitado más bien en la vuelta de la cocina de su casa y la del patrón, con algún viajecito ya siendo mayor a la ciudad llevada por uno de los tantos nietos.
 
Otra vez el curita tuvo que invocar el Espíritu Santo y a todos los santos para responder a la pregunta que había despertado curiosidad de todos los presentes, que en silencio con los ojos fijos en el hombre de sotana negra esperaban una respuesta.  A Martín se le destrabó la lengua y comenzó diciendo:
 – Sólo sé que seremos juzgados en el amor entregado, sólo sé que mi Maestro Jesús me ha enseñado a no juzgar a nadie ya que solo Dios conoce las intenciones del corazón de cada uno, solo sé que alguien que llega al final de esta vida con las manos gastadas en el servicio a los demás, es una persona que amó mucho y el Amor entregado es lo que cuenta en haber vivido y en el final… (Juan 3, 16-18)
Nacho

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