Aunque lo
sabíamos desde un principio, la partida de Resistencia fue todo un tema. Se nos
vino el martes 22 de Julio, un día antes de lo previsto y con sentimientos
encontrados, tristeza por un lado por todo lo que significaba tener dejar a
Marta (a quien luego extrañaríamos y que además se quedaba hasta el miércoles en la residencia con la hermana
Isabel) y por despedirnos de quienes nos habían adoptado esos días, y a su vez alegría
por recibir a Numila como un nuevo colibrí que se integraba a la bandada
después de tomarse su tiempo para decidirlo. Más adelante los demás también
aprenderíamos a tomarnos nuestro tiempo para rumiar las vivencias.
Es así que habiendo
consultado con Ricardo el estado de las rutas para decidir el camino, arrancamos
nuevamente en vuelo rasante pasando por varias provincias argentinas (Santiago del Estero, el propio Chaco y Salta), guiados
además por la gallega del GPS del celular de Erik que en términos generales se
portó muy bien, siempre acompañados por buen clima tanto dentro como
fuera del vehículo.
Llegamos a
la frontera por el lado de Argentina en Salvador Mazza y entramos a Bolivia por Yacuiba
después de 2 horas y media de espera y gracias a los trámites de Víctor y Erik
y a la divina providencia, que por segunda vez se hizo presente de manera inconfundible para ayudarnos a salir de un apuro que de no haber sido salvado nos habría retenido en la frontera al menos hasta el otro día y se debería haber recoordinado sobre la marcha el trayecto del viaje.
El viaje
hasta Villamontes lo hicimos de noche pero como la carretera estaba en muy buen
estado y señalizada no hubo mayores inconvenientes, más que algún animal suelto
en la ruta que después entenderíamos era más que normal.
Llegamos a
la casa de las hermanas del Verbo Encarnado cerca de las 22 hs donde ya nos
esperaban nuestras coterráneas Rosa y Graciela además de María Gabriela con la
cena lista, unas ricas pizzas que el padre Heber alcanzó a probar de casualidad
porque llegó bastante más tarde!!!
Recién
llegamos y ya empezamos a entender y a palpar lo importante que fue y sigue
siendo Nacho para toda esta gente, ya que en cada historia que nos cuentan se
refleja lo querido que es y lo que logró y dejó en el corazón de los demás con
su forma de ser y trabajar siempre entregado al hermano más necesitado.
Con Erik y
Heber fuimos para la parroquia de la Nuestra
Señora de los Remedios, a pocas cuadras de la casa de las
hermanas, donde me quedé en el mismo cuarto que cuando estuve visitando a
Edgardo en mayo del 2011, y aunque físicamente estamos muy parecidos, mucho ha
cambiado en este tiempo en ambos.
Abrazos,
Leo.
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