Después de los encuentros de preparación para padres y
padrinos, en estos días en las distintas comunidades estamos celebrando los
Bautismos. Si bien hubo un tiempo donde algunas familias bautizaban por
tradición, hoy la realidad es otra. Ha cambiado la vida de las familias, siendo
muy diverso su modo de relacionarse entre sus
componentes. Ha cambiado la situación económica y las posibilidades de consumo,
mejorando para muchos. Los cambios sociales también se dan en las vivencias
espirituales, en la relación con las diversas iglesias.
Encontrándonos con los adultos, muchos de ellos jóvenes,
que piden el bautismo para ellos, o para los niños percibimos “una fe distinta”.
Quizás permanece la fe en un “Dios que cuida, protege”, pero lo distinto se da
en la relación con un “Dios más libre, más
alegre”. Va quedando atrás el dios que castigaba, que había que cumplirle o
pagarle con promesas.
En tiempos de Jesús también había distintas imágenes de
Dios. Por eso mismo Jesús quiso saber “que se esperaba de Él”, como se lo consideraba. Al preguntar a sus
discípulos más cercanos, encontró distintas respuestas. Pedro acertó al decir
que era: “El Mesías, el hijo del Dios vivo”. Jesús en ese momento lo constituyo
“piedra de inicio de su Iglesia”. Dándole el poder de “atar o desatar”. (Mateo
16, 13 – 20)
Los distintos artistas y distintos predicadores ofrecen a
un Jesús diferente. Algunos acentúan su poder, otros sus capacidades de sanar, o
solucionar problemas. Incluso se llega a pedir dinero en nombre de dios, para
que ese dios de lo que se le pide… También se recomienda ciertas oraciones o
ritos que hacen que dios intervenga en la historia.
Nosotros entendemos que Jesús se presenta como:
El hombre
que vivió entre nosotros, como un hombre.
Que fue llevado a la cruz por su
compromiso con la verdad y la justicia.
Siendo asesinado por los poderes
opresores políticos y religiosos de la época.
Cumpliendo la promesa de vencer la
muerte.
Revelándonos el misterio de la resurrección, la vida eterna.
Siempre
buscando realizar la Voluntad de su Padre.
Creemos que la fe sencilla de muchas personas que se
acercan por bautismo, o por recordar a un ser querido fallecido, tiene mucho que
ver con la fe en el Dios revelado por Jesucristo. Un Dios que asume la realidad
humana. Que está entre nosotros. Que se encarna
en las debilidades de los hombres. Identificándose de manera particular con los
niños, los empobrecidos, los enfermos, los encarcelados, los excluidos…
Como parroquia ofrecemos los encuentros de formación
previa a los sacramentos y la celebración de estos en “la comunidad”. Porque
estamos convencidos que “donde dos o tres nos
reunamos en su nombre ahí estará presente”. La comunidad verdaderamente
cristiana debe experimentar y cumplir el mandato de Jesús dado a su Iglesia
desde el inicio “DESATAR”. Liberar a las personas, de culpas, de miedos, de dependencias, de sumisiones, de racismos. El signo de vivir nuestro bautismo, es crecer
en libertad y compromiso con la liberación de los demás. La libertad cristiana
es directamente relacionada con el servicio a los más debilitados. Por
consecuencia nos enfrenta a “todo poder opresor”.
Nacho
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