viernes, 8 de agosto de 2014

Ser afortunado es: encontrarse... detenerse...mirarse a los ojos...

Hay muchas historias,
 leyendas, mitos y anécdotas sobre los colibríes.. 
Sobre estas aves pequeñas, poseedoras de colores increíbles,
 y de una velocidad casi mágica.. 
Esto quiere decir que cualquier adjetivo 
que se intente agregar a estos seres, sería pura repetición..
Anoche, en la ronda de presentaciones en el Taller de Teología,
 muchos se iban presentando como parte de COLIBRIES 
y claro, alguien preguntó que era eso de `ser colibrí`, y había que explicar. 
Muchas cosas se dijeron sobre una definición de `ser colibrí`, 
 pero creo que una buena definición la dio mi amigo Juan Ignacio,
 uno de los que había preguntado, al final de la celebración. 
Dijo algo así como que:
 colibríes son aquellos que van poniendo alegría y encuentro en las personas.
 Me parece que todos salimos anoche con la sensación 
de haber puesto y recibido alegría y amor después del encuentro. 
Todos salimos sintiéndonos un poco COLIBRIES. 
Ahora bien.. Esta mañana, cuando leìa los comentarios del amigo Víctor acerca del encuentro de “colibríes” vivido antenoche (7 de agosto) en Montevideo, donde él mencionaba la pregunta surgida acerca de qué significa SER un colibrí, de repente me vi inmersa en tratar de responder también esa interrogante.. Debo decir, en tratar de responder ME  esa pregunta..
¿Qué significa para mì ser una “colibrí”?
 ¿Qué es lo que hace que me sienta parte de este grupo; 
que elija y disfrute de ser parte? 
Siempre disfruté de mirar, tan fugazmente, a los colibríes enredados en los azahares del fondo de la casa de mis abuelos; allì, medio a la luz, medio a la sombra, yendo y viniendo de una flor a otra, tan urgentes y repentinos.. Tan vulnerables en su vuelo y, a la vez, tan seguros.. Luego, llegó el momento en el que el camino me encontraría con otros “colibríes”.. Otros seres de luz, de colores, que iban y venían con sus historias y sus días, con sus sueños, con sus diarios de viaje, con sus mapas de vuelo por regiones de tierra colorada, de ríos, de mesas tendidas, de puertas siempre abiertas, tanto, como los abrazos.. 
Y quizo el rumbo del vuelo, que me sumara a esta bandada.. Y quizo el camino que me recibieran en sus nidos; hogares donde si entran tres, entran cuatro; donde lo que hay es de todos, donde lo que se tiene se comparte.. Porque el principal alimento es la alegría y la fe; porque estas aves tienen hambre de Palabra, y con ella se convida.. Porque esa es la urgencia: el convite.. Porque esa Palabra es la que los hace vulnerables, frente al dolor y la injusticia y la pobreza del Otro, y es la fuente de fortaleza, para que estas aves tomen fuerza en sus alas y salgan a invitar con vuelos de esperanza y amor.. Yendo y viniendo entre sombras y luces, entre las propias y las ajenas.. Mostràndose tal cual son, con libertad en el vuelo.. Porque no vuelan solas..
Y de repente me vi volando con Otros.. Y de repente vi mi vida, unida a otras vidas.. Y de repente, en cada instante de vida, sentí cantar a estas aves, con ecos del corazón..

Hace un tiempo, charlando en el patio de maracuyàs con Maria Eugenia, una boliviana amiga, ella dejó de hablar por un instante y se quedó tiesa, mirando algo que había detrás de mì.. Con sus dedos hizo una seña para que girara, despacio, y me sorprendí cuando vi un pequeño colibrí que me observaba desde una ramita de la enredadera.. “Aquì la gente dice que ver un colibrí trae suerte..”, dijo ella..
Y ahora, en esta tarea de responder algunas preguntas, 
entiendo lo que eso significa..
 Habla de la fortuna que es,
 en medio de todo y todos quienes poblamos este mundo,
 encontrarse con seres que hagan un alto en su vuelo, 
para mirarse a los ojos contigo, 
reconocerse e invitarte, con ellos, a volar...

Florencia Dibarboure - Florida- Uruguay

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