Hay muchas historias,
leyendas, mitos y anécdotas sobre los colibríes..
Sobre
estas aves pequeñas, poseedoras de colores increíbles,
y de una velocidad casi
mágica..
Esto quiere decir que cualquier adjetivo
que se intente agregar a estos
seres, sería pura repetición..
Anoche,
en la ronda de presentaciones en el Taller de Teología,
muchos se iban
presentando como parte de COLIBRIES
y claro, alguien preguntó que era eso de
`ser colibrí`, y había que explicar.
Muchas cosas se dijeron sobre una
definición de `ser colibrí`,
pero creo que una buena definición la dio mi amigo Juan Ignacio,
uno de los que
había preguntado, al final de la celebración.
Dijo algo así como que:
colibríes
son aquellos que van poniendo alegría y encuentro en las personas.
Me parece que
todos salimos anoche con la sensación
de haber puesto y recibido alegría y amor
después del encuentro.
Todos salimos sintiéndonos un poco COLIBRIES.
Ahora bien.. Esta mañana, cuando leìa los comentarios del amigo Víctor acerca
del encuentro de “colibríes” vivido antenoche (7 de agosto) en Montevideo, donde él
mencionaba la pregunta surgida acerca de qué significa SER un colibrí, de
repente me vi inmersa en tratar de responder también esa interrogante.. Debo
decir, en tratar de responder ME esa pregunta..
¿Qué significa para mì ser una “colibrí”?
¿Qué es lo que hace que me sienta
parte de este grupo;
que elija y disfrute de ser parte?
Siempre disfruté de mirar, tan fugazmente, a los colibríes enredados en los
azahares del fondo de la casa de mis abuelos; allì, medio a la luz, medio a la
sombra, yendo y viniendo de una flor a otra, tan urgentes y repentinos.. Tan
vulnerables en su vuelo y, a la vez, tan seguros.. Luego, llegó el momento en el
que el camino me encontraría con otros “colibríes”.. Otros seres de luz, de
colores, que iban y venían con sus historias y sus días, con sus sueños, con sus
diarios de viaje, con sus mapas de vuelo por regiones de tierra colorada, de
ríos, de mesas tendidas, de puertas siempre abiertas, tanto, como los abrazos..
Y quizo el rumbo del vuelo, que me sumara a esta bandada.. Y quizo el camino
que me recibieran en sus nidos; hogares donde si entran tres, entran cuatro;
donde lo que hay es de todos, donde lo que se tiene se comparte.. Porque el
principal alimento es la alegría y la fe; porque estas aves tienen hambre de
Palabra, y con ella se convida.. Porque esa es la urgencia: el convite.. Porque
esa Palabra es la que los hace vulnerables, frente al dolor y la injusticia y la
pobreza del Otro, y es la fuente de fortaleza, para que estas aves tomen fuerza
en sus alas y salgan a invitar con vuelos de esperanza y amor.. Yendo y viniendo
entre sombras y luces, entre las propias y las ajenas.. Mostràndose tal cual
son, con libertad en el vuelo.. Porque no vuelan solas..
Y de repente me vi volando con Otros.. Y de repente vi mi vida, unida a otras
vidas.. Y de repente, en cada instante de vida, sentí cantar a estas aves, con
ecos del corazón..
Hace un tiempo, charlando en el patio de maracuyàs con Maria Eugenia, una boliviana amiga, ella dejó de hablar por un instante y se quedó tiesa, mirando algo que había detrás de mì.. Con sus dedos hizo una seña para que girara, despacio, y me sorprendí cuando vi un pequeño colibrí que me observaba desde una ramita de la enredadera.. “Aquì la gente dice que ver un colibrí trae suerte..”, dijo ella..
Y ahora, en esta tarea de responder algunas preguntas,
entiendo lo
que eso significa..
Habla de la fortuna que es,
en medio de todo y todos quienes
poblamos este mundo,
encontrarse con seres que hagan un alto en su vuelo,
para
mirarse a los ojos contigo,
reconocerse e invitarte, con ellos, a volar...
Florencia Dibarboure - Florida- Uruguay
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