domingo, 10 de agosto de 2014

Si no conocemos lo que recibimos no despertaremos a amar


Empezando julio, ya estaba esperando con ansia la llegada de los amigos, todavía para entonces ir para Bolivia no estaba tan claro en mis planes, Marta B., por mensajes de por medio, me hizo pensar en esa posibilidad pero todavía faltaba pasarlo por el corazón, y claro, arreglar cuestiones más prácticas... sabía que lugar tenía entre los viajeros y eso fue bueno después para decidir.

Y llegó el día de los abrazos de reencuentro y la alegría de concretar, lo que creo de ambos lados esperábamos. Siento que no era sólo por mí, también para mis hermanas, mi familia y amigos... estaban al tanto que venían y tenían ganas de conocerlos y compartir, un poco también atendiendo lo que dice Nacho “que los amigos se hagan amigos entre sí”, que surge en realidad del encuentro gratuito. Fueron unos días lindos de coincidir y disfrutar el encuentro desde la sencillez y la gratuidad de lo que iba surgiendo en la marcha, se sentía la disposición de corazón de todos para que así sucediera. 

Los días pasaron rápido, dicen que así es cuando se está a gusto y se disfruta... y ya se acercaba el día de la partida para Bolivia, y después de unos diálogos que me ayudaron a conectar con mi corazón y libertad, casi en similares condiciones que cuando fui al encuentro de la Laguna en enero, ¡me sumo al vuelo!, desde entonces ha sido sentir que estaba donde tenía que estar.

Después fue un ir abriendo el corazón y acogiendo diversos gestos, palabras, miradas, acciones, silencios que me recordaron y acercaron a lo verdadero, aquello de lo que a veces una se aleja y sin embargo lo busca en lo cotidiano: la bienvenida cálida y fraterna (Son amigos de Nacho y se escuchaba “entonces también son nuestro amigos”), la casa abierta (el hacernos sentir como “en casa” donde íbamos), la generosidad en el compartir y poner en común lo que se tiene, la mesa compartida donde hay sitio para todos/as, la devoción y respeto, la entrega sin medida en lo que se hace, pensar en “nosotros”, la danza y celebración, el amor gratuito, los abrazos de los niños, las sonrisas transparentes, el recuerdo y la gratitud por los que estuvieron, las fotos con historias de fondo, la corresponsabilidad. Y todo esto y más sumado a la naturaleza que acompañaba también en su máxima expresión: el cielo nublado, el cielo abierto y estrellado, el viento, el frío, el camino a oscuras, el camino en pleno sol (el caminar con otros/as), ríos secos y ríos húmedos, la cordillera, cabritas, chanchos, vacas, burritos...


También se pasó rápido el tiempo y quedó corto, sin embargo fue muy fuerte la experiencia, el corazón se ensancha y queda conectado a lo vivido... por ahora, me queda agradecer profundamente por este tiempo compartido, por tanto recibido, por lo que dejó en mi Bolivia y seguirá seguro desplegándose... quién sabe cómo... a cada persona con la que nos cruzamos en diálogos, miradas, mates y también a los compañeros de este vuelo, extendido a todos, incluso los que no conozco personalmente. 

Un abrazo laaaargo que llegue a todas/os, con cariño y gratitud. 

Ah! Y claro que podemos combinar para las rutas Córdoba y Resistencia de paso para los Colibríes!

 Numi

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