jueves, 14 de agosto de 2014

VALOREMOS LA FE DISTINTA DE OTROS, UNÁMONOS PARA SERVIR A LOS QUE ESTÁN PASÁNDOLA MAL..

El ser humano con cierta normalidad se agrupa en diferentes grupos. Se une como familia, con amigos, se organiza políticamente, en lo deportivo, en lo laboral y en lo religioso. Hay tres actitudes bien diferenciadas en cuanto al sentir de los grupos y de sus integrantes. Una es “la sectaria”, creerse que solo “lo suyo” es válido, lo que lo lleva a un encierro en sí mismo y un enfrentamiento con todo lo demás. Si bien la actitud “colonizadora” tiene el mismo sentir de “creer válido solo lo suyo”, le agrega el esfuerzo por “conquistar”, sin importar los medios e incluso de manera impositiva, se quiere aumentar el grupo. Y la tercera actitud es la de “sentirse una parte del todo”, profundizando amando a su propio grupo, con una actitud de respeto y colaboración con los otros grupos.
 Jesús desde su encarnación en Belén, entre pastores y reyes. Viviendo la vida de Nazaret en familia asumiendo la vida de obrero. Formando una comunidad con elegidos y elegidas de los más diversos grupos. Jesús tuvo actitudes y palabras de unidad entre los grupos diferenciados. Pero como toda persona que quiere realizar un proyecto de vida con profundidad “tomo opciones y tuvo prioridades”. Sus predilectos fueron los empobrecidos y los pecadores. Se ubicó mayormente en las periferias, en Galilea. Y tenía clara su misión encomendada por su Padre de “buscar la oveja perdida del pueblo de Israel”. Un judío para los judíos. Sin embargo continuamente cruzaba las fronteras de su pueblo, itinerante, acercándose a otras culturas y  a otras religiones.
En la palabra bíblica de este fin de semana “partió de Genesaret y se retiró al país de Tiro y de Sidón. Entonces una mujer Cananea, lo reconoce como Señor y le pide la curación de su hija. Jesús hizo silencio continuando su camino. Sus discípulos tuvieron que interceder para que atendiera la mujer. A lo cual él respondió con el objetivo de su misión: he venido para juntar a mi pueblo en nuestra religión. La mujer lo sorprende pidiéndole aunque sea unas “migajas”. Y Jesús reconoce la fe de esta mujer y le cumple su deseo. (Mateo 15- 21 28).

 Quizás tenemos bien en claro que ni el sectarismo ni  el colonialismo  son no queridos por Dios, porque nos son actitudes de comunión ni de respecto por el otro. Pero el seguimiento de Jesús es aún más exigente, sin dejar de tener prioridades y opciones, porque el que mucho abarca poco aprieta, la espiritualidad cristiana se vive en una actitud “abierta y de servicio a todos”. 

En la narración bíblica de hoy queda claro que para que Jesús ayude a esta mujer de otra cultura, de otra religión, no es necesaria la conversión ni la integración a la religión judía. La fe de las personas va más allá de las culturas y religiones.

 El cristianismo nos impulsa a estar atentos y abiertos a los diferentes, respetando sus creencias y modos culturales, estando dispuestos  a aprender de ellos y servirlos. Jesús valoró la fe de esta mujer y la sirvió. Valoremos la fe distinta de otros y unámonos para servir a los que están pasándolo mal.
Nacho

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