El vuelo hacia Resistencia
Como cuando
arranqué por primera vez para el encuentro en la Laguna en enero del 2013, me
preguntaba al principio qué llevar y la respuesta fue más o menos la misma que me dieron en aquel momento:
disponibilidad de tiempo, muchas ganas de compartir, de escuchar y de dejarme
sorprender y afectar por las vivencias de cada momento.
Desde que
salimos de Montevideo el jueves 17 de Julio con Marta y Erik rumbo a Dolores
para encontrarnos con Marta y Víctor, uno sin darse cuenta va cambiando y pasa
por distintos estados que en cierto modo son influenciados también por los
cambios en los paisajes y momentos del día que atravesamos. Al principio era un
camino conocido con la seguridad y confianza que ello implica, aunque tenía
otro gustito por hacerse de noche, en auto, conversando y sin dormir, lo que
seguramente hubiera pasado de haber ido en ómnibus.
Al salir de
Dolores muy tempranito al día siguiente, si bien el camino era todavía algo
conocido ya no lo era tanto y empezamos por ver el primer amanecer que nos
encontró sobre ruedas en este viaje y sentimos que el sol nos recibía con los
rayos abiertos a un nuevo y espectacular día.
Cuando
pasamos la frontera en Salto Grande alrededor de las 10 de la mañana y entramos
en territorio argentino al menos yo entraba en tierras desconocidas (dejando la
seguridad de lo conocido e intentando preparar mi corazón para lo nuevo) y
empezaba a ver (porque todo entra primero por los ojos) y notar los cambios en
los paisajes que seguían siendo llanos pero con grandes extensiones de campo que
permitían extender la vista al horizonte (o por lo menos al que se puede ver
desde un auto en movimiento), además de algunos montes entre pueblo y pueblo, empezando
así a disfrutar de ese regalo que nos dio Dios y que es la naturaleza desde
donde también Él nos habla.
La carretera era recta y poco concurrida más
que nada en corrientes y no cruzaba ningún pueblo sino que éstos empezaban a
las márgenes o más adentro aún, lo que daba una sensación de monotonía que
desafiaba a nuestros sentidos a agudizarse para encontrar las pequeñas
variaciones que se producían.
Leo
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