El tiempo fue regalándome nuevos paisajes marcados ya por otros, donde también me enfrenté al enigma de adivinarlos y conocerlos.. Diseños hechos sobre la tierra oscura, sobre la pintura fresca y el hormigón recién volcado; rastros dejados sobre la madera de árboles, de bancos de plazas, de terminales; nombres eternizados en paredes y muros..
Y también, con los años, puedo ver esos otros rastros dejados, pero en mì.. Esas huellas que se constituyen en el terreno maleable de la memoria del corazón, donde tantos y tantas otras han tallado sus pisadas y sus historias.. Aquí, sin embargo, no sólo yo estoy para adivinar y descifrar, porque el tiempo compartido se ha encargado de hacerlo.. Conviven con mis pisadas, enredadas, conjuntas con las mías en la arena, las de aquellos que han andado conmigo; los que lo han hecho en pequeños trayectos, los que se han quedado andando en mí.. Las de aquellos que son parte de las mías, de mis líneas y hendiduras, y las de aquellos que han llegado con sus líneas a enseñarme de nuevos rumbos y destinos, para luego seguir con los suyos..
Esta superficie simple e insólita como la arcilla, que es la vida, dibuja también en mi suelo, las huellas de los que están por venir.. Porque sus huellas serán un reencuentro...
Florencia ( De Florida camino a Bolivia)
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