lunes, 4 de agosto de 2014

Regreso de Bolivia

Queridos colibríes: el sábado de noche retornamos sanos y salvos a Dolores. Leo y Erik pasaron la noche y siguieron el domingo a la tarde rumbo a Montevideo. Aprovecharon pasar por Carmelo, saludaron a los papás de Leo, arribando en la noche a Montevideo. 

Sin contar esta jornada extra de Erik y Leo ni la noche previa de su llegada a Dolores, concluímos nuestro peregrinaje de 16 días y 15 noches. Completamos una etapa. Quiza ahora venga otra más importante, como masticar, sedimentar, reflexionar y proyectar lo vivido. El cercano encuentro del 7 de agosto, nos ayudará, como el envión previo y tanto acompañamiento en el trayecto, para descargar nuestras mochilas y compartir vivencias con ustedes.

Fueron 4300 km en auto y cerca de 500 con las camionetas 4 x 4 del padre Heber y la de la Hna. Asunta, en caminos imposibles de transitar con auto convencional, Además trayectos en camión y también en la ambulancia del Tekove. No faltó mucho para los 5.000 km. totales.

Resultó un vuelo panorámico de estos colibríes que mucho nos hizo crecer y enriquecer, incluyendo a Leo y Erik, que pese a sus pasajes anteriores por Bolivia, conocieron esta vez, lugares y nuevas experiencias.

Indudablemente 16 días, restando 4 de viaje, fueron muy escasos y nos dejó muchísimo por ver y visitar, pero más por compartir y aportar con los hermanos bolivianos.



Luego que pasamos las fiestas de San Francisco Solano y dejamos Villa Montes, partimos hacia Camiri, donde conocimos a Francesco, un italiano casado con una guaraní, al frente del Teko de Camiri. Nos mostró la infraestructura y complejo trabajo que desde allí realizan en diversas áreas. Jaime nos aleccionó en brillante síntesis aspectos de la vida y realidad guaraní. Heriberto, jóven músico, sobre la trascendencia de reciente concierto en la Catedral de Santa Cruz. Seguimos la conversación con Francesco y a la tarde partimos para Gutiérrez.


Finalmente conocimos al padre Tarcisio que nos esperaba junto a Nicolasa, Aurelio y Carolina, estrechos colaboradores. Rápidamente nos identificamos con la obra del Tekove en Gutiérrez y su impulsor Tarcisio, mientras compartíamos la cena. Posteriormente como sorpresa, una cálida recepción en el salón principal por los estudiantes. Nos esperaban con vestimentas típicas y danzas guaraníes. Al
final nos invitaron a bailar sus ritmos.


Pasaron muchas cosas en esos dos escasos días en el Tekove, que se prolongó un tercero, con unos 60 chicos del centro educativo, que participaron de la marcha franciscana, de la que nosotros formamos parte la primer noche y un día de caminata. Ahí pudimos continuar algunas charlas con tan valiosos jóvenes, como con Carolina responsable del grupo del Tekove y Pedro chofer de la ambulancia que Tarcisio envió para tal ocasión.

Un dedito bien alto para la hermana Graciela, uruguaya, quien junto a las hermanas Rosa también coterránea y Gabriela, casi uruguaya nos recibieron la primer noche en Villa Montes. A las últimas volvimos a ver de pasada a nuestro regreso. A Graciela la vimos también en Camiri donde pasa parte de la semana, trabajando en una escuela.

Se alistó con nosotros en la caminata siendo una compañera y amiga inseparable. Quedó como digna representante de Uruguay durante los tres días de caminata, unos 50 km entre cerros y quebradas. Sintió mucho nuestra partida, atenuada por la convicción, Dios mediante en enero, participar del IV Encuentro Teológico en Laguna Merín.



Esa noche vueltos a Camiri nos esperaba la Hna María, italiana licenciada en enfermería, responsable de la vigilancia epidemiológica de una vastísima zona del oriente boliviano. También trabajando en el Teko. Nos contaba momentos difíciles por los que circunstancialmente estaban pasando.

Demás está decir que Nacho está presente y se hizo presente en todos los lugares por los que pasamos. Tenemos una larga lista de abrazos para él.

Por último, un recuerdo a la hermana Isabel, coordinadora de la casa teresiana en Resistencia - Chaco, donde actualmente Numila continúa su formación rumbo a la culminación de su vocación religiosa. Con sus 72 años nos recibió al regreso a las 3 de la mañana, con toda su fuerza, entrega y energía que mucho valoramos. Hasta nos preparó la cena y una bolsa con ricos pancitos de queso para el trayecto final del viaje. Lástima que las escasas horas de sueño hicieron quedaran olvidadas y no pudiéramos
saborearlas en el viaje.

Como conclusión, la semilla sembrada hace más de 10 años sigue germinando y multiplicando. El surco y las huellas están labrados,

La red se mantiene y crece. Hay un camino abierto para que nuevos colibríes intenten el desafío y vivan este regalo de Dios. Y quizá otros retornar.

Víctor Koleszar

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